La creatividad que nace de la necesidad
Los años de pandemia afectaron directamente al comercio formal, al respecto el INEGI reportó que cerca de 1.6 millones de negocios cerraron definitivamente en México (de octubre 2020 a julio 2021), en tanto que 620 mil abrieron. En este contexto, los esfuerzos de miles de pequeños y medianos empresarios libraron la batalla por sobrevivir ¿qué sucedió?
Son miles de historias las que existen, sin duda. Pero una que particularmente me llamó la atención por la enseñanza que encierra es el caso que fue presentado el viernes 27 de enero pasado por los colegas Nancy Graciela Cisneros, Víctor Manuel Meléndez, Patricia Durán y Obed Meza, de la Facultad de ciencias de la Comunicación de la BUAP en el libro colectivo “Imaginario colectivo de la comunicación en las organizaciones. La responsabilidad social como aspecto clave para la cultura organizacional”.
La historia de la “Súper pescadería Gándara” es relatada en la página 74 del libro; cómo surgió de Don Clemente, emprendedor nato, quien “(…) incursionó en el negocio de los pescados y mariscos y vendía paralelamente tarjetas de navidad, helados de sabores y velas decoradas, adaptando su mercancía a ventas de temporada, según la época del año. (…) En la ciudad de Puebla, aproximadamente en el año de 1950, María Esther Gándara Bello y su esposo Miguel Ángel Roldán Velázquez fundaron la “Súper Pescadería Gándara”, en el primer cuadro de la ciudad dentro del famoso “Mercado de la Victoria”, enseñando el oficio a sus hijos, María de Lourdes, Miguel Ángel y Clemente Alejandro Roldán Gándara, con el sueño de seguir la tradición de servir, atender y enseñar a sus clientes y amigos el consumo y la mejor alimentación, de los más selectos productos del mar.”
Lo que sobresale es cómo a partir de la inclusión laboral esta empresa familiar se diversificó y creció, pero en pandemia cómo ha subsistido. La fortaleza de un negocio familiar que se planteó el objetivo de ofrecer un mejor servicio y ampliar su clientela, con la ventaja competitiva de no vender productos congelados y con un recetario original que permite al cliente comprar el pescado y prepararlo ahí mismo para ser degustado en el mismo lugar. Restaurante, bar, venta de pescado crudo pero también de comida para llevar. He aquí la visión de comercio que los herederos del negocio han tenido para mantenerse.
Ahora que se reportó al cierre de enero con el 7.91% a tasa anual, con el alza de precios, sobre todo en productos alimenticios (INEGI), no es nada fácil pensar en incluir mariscos y pescados, o simplemente carne de res o cerdo en la dieta diaria, pero es factible considerar que los gastos hormiga podrían echar por tierra lo que a veces puede ser más bien un imaginario colectivo “comer marisco es caro”.
Los Gándara han posicionado sus productos en el mercado poblano, además, con la venta a restaurantes y clientes exclusivos, así como su apuesta al público, muestran su potencial como muchas de las empresas locales. Viene a colación la campaña de apoyar el consumo local para promover la economía más equitativa, frente a monopolios que devoran los mercados. De hecho, en la mayoría de los casos, el consumo local impacta en el ahorro de energía, de materiales, de transporte, y abona al cuidado del medio ambiente. Eso es lo que podemos experimentar cuando vamos a fondas por una comida corrida y lo que apreció don Alejandro, quien atiende personalmente en la “Plaza Gándara”, cuando puso su cocina exprés de pescados y mariscos que vende comida para llevar a precios justos pero accesibles. Va le la pena apoyar las nuevas ideas de gente emprendedora, para conservar tradiciones locales y valorar el esfuerzo de gente valiente ante las adversidades.