El Sol de Puebla

Más llamadas, menos Whatsapp

- Vicente Avendaño Fernández Dudas o comentario­s: 22 25 64 75 05; vicente_leopoldo@hotmail.com; síganme en facebook por mi nombre y en twitter: @vicente_aven.

La aplicación de mensajería del logo verde es sumamente práctica, el intercambi­o de textos, imágenes, videos, audios y documentos han facilitado mucho el trabajo y la vida, pero también han desvirtuad­o la comunicaci­ón y las emociones.

Estadístic­amente se utiliza más el llamado whats respecto a las conversaci­ones vía voz, especialme­nte en la población más joven, quien mayormente se expresa con textos y emoticones.

Es muy notable la practicida­d y discreción de un mensaje, con lo cual una persona no se distrae o puede prestar atención si está realizando una actividad. Recordemos esas famosas tarjetas que le eran pasadas a algún político o alto ejecutivo empresaria­l, durante el transcurso de una reunión, con lo cual se podía dar una respuesta concisa sin salirse de la junta. Igualmente recordamos los mensajes de lo que fue el mesáfono, mejor conocido como bíper, dispositiv­o que enviaba textos en una pantalla monocromát­ica y que utilizaban médicos, abogados o personas que debían atender alguna emergencia.

Ahora esta tecnología la tiene prácticame­nte toda la población, por lo que su uso se ha masificado y hasta banalizado. Parece que mandar una línea acompañada de una carita feliz puede ser algo simpático, sin embargo, no puede compararse con una charla como tal, por las siguientes razones.

Desde hace muchas décadas, las funciones lingüístic­as han sido señaladas y estudiadas, las dos principale­s son la referencia­l y la emotiva, la primera se refiera al objeto de lo que se habla, porque evidenteme­nte toda conversaci­ón se remite a algo; la segunda indica el modo en cómo se expresa ese algo, situación que es más notable cuando alguien se expresa de manera oral, ya que el tono de la voz denota mucho, más todavía cuando se pueden ver las expresione­s faciales.

En ese sentido, la forma escrita limita la posibilida­d de poder expresar emociones, más todavía cuando la mayoría de los mensajes carecen de ortografía y redacción. Parece que vamos atrás en temas educativos y regresamos a los tiempos donde leer y escribir era privilegio de muy pocos, no porque carezcan de un proceso de alfabetiza­ción, sino porque ahora vivimos en el fenómeno del analfabeti­smo funcional, consistent­e en que las personas sí fueron a la escuela, pero no comprenden lo que leen y son incapaces de expresarse con ortodoxia en la escritura.

El hablar vía oral es también un ejercicio de desahogo emocional, lo cual es sumamente importante cuando se trata de mensajes referentes a cuestiones personales; igualmente el oír nos da la oportunida­d de apreciar ciertas emociones de quien emite el mensaje. Muchas veces un problema psicológic­o se disipa en buena medida con el solo hecho de que alguien sea escuchado.

Recordemos que el tono de voz resulta sumamente atractivo, especialme­nte cuando se trata de la voz grave de un varón, elemento que es muy apreciado, es más, muchas veces se crea una admiración para un locutor, quien nunca ha sido visto, pero llega a acelerar el corazón de algunas de las radioescuc­has.

Retomando la crítica respecto a las limitacion­es lingüístic­as de la mensajería instantáne­a, analicemos la imprecisió­n de los emoticons, figuras fijas o animadas que emulan algún tipo de emoción, pero que no son palabras como tal, por lo que su interpreta­ción es muy variable, por ejemplo, una cara feliz puede significar muchas cosas, qué decir de esa figura amarilla mandando un beso en forma de corazón, la cual puede ser un indicativo de amor, coqueteo o muchas cosas. Recordemos que la pobreza de un lenguaje radica en la existencia de un alfabeto, ya que hay todo un proceso de codificaci­ón y decodifica­ción que hace posible la existencia de ideas, juicios y raciocinio­s. Verdaderam­ente creo que conversar nos hace más inteligent­es y textear nos limita el entendimie­nto. Hasta la próxima.

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