¿Sirve fomentar las lenguas indígenas?
Como lingüista consideraré siempre valioso el preservar cualquier idioma, no obstante, eso es diferente a la idealización, victimización y uso electoral que se hace los pueblos originarios en nuestro país por lo cual hay que analizar qué es lo que beneficiará efectivamente a este sector.
El comercial gubernamental reciente, el cual señala el hecho que no se cobrarán derechos por el registro de obras realizadas en lenguas prehispánicas, creo que es algo positivo, pero considero que esto se publicita como si fuera un gran logro y que ayudará a resolver efectivamente los grandes problemas nacionales, lo cual es falso. Como a millones de mexicanos, a mí me preocupa la delincuencia, más cuando un ex funcionario de primer nivel, como García Luna, fue condenado por su complicidad con el crimen organizado, quien precisamente laboró en una administración que tomó la guerra contra el narco como una de sus banderas. Eso sí es para preocuparse, porque evidentemente para que ocurriera esto debieron haber más responsables, además de que esas prácticas se siguen realizando, lo cual pone en peligro al estado mexicano.
Volviendo al tema, empecemos por ratificar la importancia de la conservación de las lenguas, pero esto debe redundar en un mayor desarrollo económico y una inclusión en las actividades sociales. La barrera idiomática crea la mayor de las marginaciones, es por eso que, aparte del fomento a las lenguas originarias, debe haber una alfabetización respecto al español, promoviendo así un bilingüismo siempre útil, como es el caso de Islandia, donde todos hablan la lengua nativa, pero aparte deben estudiar inglés en la escuela de un modo efectivo, con lo cual conservan su cultura y se abren al mundo.
El gran problema de nuestro país es pensar que las civilizaciones indígenas, especialmente la azteca, eran una especie de ciudades perfectas, sin corrupción y dignas de ser tomadas como modelos a seguir, cuando en realidad eso es equivocado, tomo las palabras de Enrique Serna cuando señala que los mexicas fueron tan crueles y rapaces como los españoles y pocos son los que critican los ríos de sangre tlaxcalteca y de otros pueblos que corrieron sobre el Tempo Mayor.
Como lo señalé al principio, también se victimiza y se habla de deudas históricas, cuando en realidad la mayoría de la población no quiere ser indígena por el manifiesto racismo y clasismo que vivimos en México, así que la medida señalada se torna en una mera simulación, mientras que las comunidades originarias siguen viviendo en la pobreza y marginación.
Otro aspecto que hay que mencionar es que los idiomas prehispánicos son ágrafos, es decir, no tienen escritura. Basta ver los libros en náhuatl u otra lengua: están escritos con el alfabeto de las lenguas romances, es decir, no hay un alfabeto propio, con lo cual existe una pobreza lingüística que reduce algunas capacidades de entendimiento. Octavio Paz señalaba que los prehispánicos no tenían algunas categorías mentales para entender dichos fenómenos, eso explica, en parte, la gran superstición en la que vivían.
Hoy en día vemos muchas expresiones en la red donde se da importancia al símbolo y no al signo lingüístico como tal, es decir, una carita feliz, una imagen de un meme y hasta un pictograma azteca pueden evocar muchas cosas, pero le falta la precisión de una oración escrita, la cual es sujeta a un proceso de codificación y decodificación esencial para la comunicación.
La situación es muy compleja, pero debemos entender que los pueblos deben evolucionar, de poco sirve que se conserve una cultura o lengua indígena si eso significa vivir en condiciones lamentables, ser objeto de un uso electorero y como parte de un ideal que solo crea resentimientos profundos, lo cual provoca absurdos como el pretender que España pida perdón por la Conquista. Hasta la próxima.