¡Y tiene suerte! Hasta en
eso le va bien al tlatoani. La sentencia condenatoria a Genaro García Luna, en un tribunal de Estados Unidos, en efecto le vino -como diría con su sonrisita burlona-, como ¡anillo al dedo!
La ayuda de los gringos, porque así pareciera a primera vista, nos va a traer mareados de aquí al fin de este espeluznante sexenio. Ya tiene cantaleta sobre la corrupción del pasado, hasta el infinito. Lo indeseable es que muy pocos le exijan cuentas del presente, cuando la realidad debería devorar todos los triunfalismos de su discurso. El país no puede ir a peor: el sistema de salud está destruido, la escasez de medicinas, en especial las del cáncer, matan a cientos de personas -incluidos niños-, la educación es un desastre en manos de individuos radicales adoctrinadores y obsoletos, la economía cruje por todos lados y la inflación carcome los raquíticos ingresos; se incrementa en más de dos millones el número de pobres, hay mucha más violencia y homicidios que en las tres últimas administraciones y el crimen organizado se apodera de más regiones de la República. Se pierden libertades a pasos agigantados y se atenta contra la democracia, entre otras muchas arbitrariedades, incompetencias y espíritu destructivo de este régimen.
Sin embargo, el emperadorzuelo de palacio no se mueve un ápice de la trayectoria que se fijó y que se limita a ganar cuanta elección haya, a fin de controlar a un país que considera de su propiedad. Para cerrar ese círculo sólo le falta la reforma electorera y el liquidar al Instituto Nacional Electoral, hasta ahora garantía de comicios libres y limpios.
De la culpabilidad de García Luna poco se podría decir, tras su condena sin prueba alguna y sólo sostenida por las declaraciones de una serie de mafiosos, a la búsqueda de reducciones en sus condenas. Lo que López no vio y queda claro, es que el juicio fue en contra de México y que la mala fama e imagen de nuestro terruño se incrementa a los ojos del mundo. Sólo en las peores épocas de los colombianos Escobar y Gaviria, el enclave sudamericano se veía como esa tierra salvaje y violenta, tal cual ahora nos califican.
No cabe duda que el narcotráfico se metió como la hiedra y que, desde hace años, ha contado con la sociedad de miembros de toda la jerarquía de la casta divina. Han sido pilas de denuncias que jamás prosperaron ni tuvieron consecuencias punibles para los involucrados. Lo grave es que, a partir de la llegada de AMLO a la presidencia, ha aumentado su poder y, con todo cinismo se permite que individuos que han estado bajo estas acusaciones, como el actual gobernador de San Luis Potosí -Gallardo-, accedan incluso a gubernaturas.
El tabasqueño se ha dedicado a hacer cosas que según él son buenas -como los saludos a la mamá del Chapo o el liberar a Ovidio-, pero que el refrán diría que parecen malas y no deben hacerse. Echa en saco roto lo de que el tiempo vuela y más le valdría pensar que como se vio ahora a García Luna, así podría verse…y con más pruebas.
Aprovecha la lotería que le cayó para denostar la concentración del próximo domingo en el zócalo. Insulta, con un odio que se le rezuma hasta las orejas, al exministro José Ramón Cossío, eminente jurista, intachable en todos sentidos, por su participación como orador. Juega con fuego, porque aumenta el número de ciudadanos que abren los ojos y se concientizan de que, la 4T ha sido el peor chahuistle que nos pudo caer.
López no vio y queda claro, es que el juicio fue en contra de México y que la mala fama e imagen de nuestro terruño se incrementa a los ojos del mundo. No cabe duda que el narcotráfico se metió como la hiedra y que, desde hace años, ha contado con la sociedad de miembros de toda la jerarquía de la casta divina. Lo grave es que, a partir de la llegada de AMLO a la presidencia, ha aumentado su poder y, con todo cinismo se permite que individuos que han estado bajo estas acusaciones, accedan incluso a gubernaturas.
El año 2001 marcó el inicio de este periplo angustioso con la caída de las Torres Gemelas, haya sido un ataque del exterior o perpetrado desde adentro. Siguió la invasión de Afganistán en busca de un mítico líder guerrillero Bin Laden. Un poco después, a la vuelta de la esquina, en marzo de 2003 se inició la invasión de Irak hasta no dejar piedra sobre piedra y acabar de una vez con todas con un gobierno que “lastimaba los intereses de los Estados Unidos porque han producido armas químicas para la destrucción masiva”.
Gabriel Kolko (1932-2014), quien fuera profesor de Historia en la York University de Toronto, fue autor de varios libros, entre ellos “¿Otro siglo de guerras?” Allí menciona que aparentemente la guerra de Afganistán acabó con una victoria militar definitiva. Se preguntaba si se podía hablar de un fracaso político. Kolko, cuyas extraordinarias investigaciones sobre los conflictos armados fueron clave para el estudio de la guerra moderna y sus consecuencias, analizó la crisis actual y sugirió que podría dar lugar a un futuro poco halagüeño
Biden parece ser de mano suave y delicada, aunque posiblemente su vicepresidenta sea la actuante, sobre todo en este último año en el cual Vladimir Putin no se ha tocado el corazón para enviar andanadas de misiles contra la indefensa Ucrania. Estados Unidos se ha vuelto aún más ambicioso en sus aventuras internacionales y, como demuestran los recientes acontecimientos, también menos seguro.
para todo el mundo. Decía que las raíces del conflicto se encuentran en la propia política estadounidense, cargada de cinismo: medio siglo de realpolitik consistente en cruzadas en busca de un acceso fácil al petróleo y contra el comunismo. Estados Unidos se ha vuelto aún más ambicioso en sus aventuras internacionales y, como demuestran los recientes acontecimientos, también menos seguro.
En las aulas de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, nos enseñaron que la guerra es el estado natural de la humanidad. Ya sea por el espacio vital, por la obtención de recursos alimentarios o energéticos, o por el resarcimiento y represalia de un ataque sufrido. Lo cierto es que la naturaleza humana se mueve más hacia la beligerancia en lugar de hacerlo por la conveniencia, por la concordia.
Carl Von Clausevitz, nacido en Prusia en 1780, historiador y teórico de la ciencia militar, decía que la guerra es la continuación de la política por otros medios.
En otra época, tres siglos antes de Cristo, el general chino Sun Tzu, gritaba a sus tropas que la guerra hay que ganarla antes de declararla.
En los últimos cinco años hemos estado pendientes del conflicto entre Rusia y Ucrania, y de otro tipo de guerra que se ha estado gestando en el mar al oriente de África donde una flota de barcos piratas, perfectamente pertrechados con las más avanzadas tecnologías, asaltan como plaga de langostas la cosecha de buques mercantes y petroleros que circulan por la principal vía marítima del planeta.
Hoy agobia al mundo entero una crisis económica, que en su dimensión es peor que una lucha armada porque destruye conciencias, capitales, bolsillos y esperanzas.
Lo que
El presidente