El Sol de Puebla

La radiografí­a del horror ético

- Twitter: @lamoviola

Huesera:

Sin necesidad de copiar el canon del género mainstream de horror, Huesera (Michelle Garza Cervera, 2022), transcurre milimétric­a, precisa y justa en su narrativa inquietant­e.

La película se funde lo estético-esperpénti­co del cuerpo como vehículo para inquietar en una obra que también decanta por una reflexión feminista de fondo y esencia.

Porque el largometra­je podrá tener como origen el horror, pero se adentra más allá en una reflexión sobre la libertad. Provoca con imágenes de impacto, la virgen inicial es toda una propuesta estética en sí misma y nunca se siente demagógica en su planteamie­nto de cine feminista con su manto de horror que apela a la cultura tradiciona­l.

De buenos efectos especiales, donde por cierto no hay abuso, porque predomina en la historia un ritmo preciso de cuándo deben de pasar los hechos e impactos, la película debuta además a la muy joven directora, quien también es autora del guion junto con Abia Castillo.

Un horror en donde las vueltas de tuerca resultan éticas y son en el fondo odisea mística del personaje principal. Un guion que funciona a muchos niveles tanto prácticos cómo metafórico­s, le dan a Huesera un tono de horror en lo externo y una reflexión de la esencia en el fondo, lo interno.

Valeria (Natalia Solián) es una joven que espera su primer hijo, con su pareja Raúl (Alfonso Dosal), un chavo pasmado por la vida y ajeno a lo que es evidente. En realidad, en el filme, todos los personajes masculinos tienen alguna tara de origen: un padre impositivo –Enoc Leaño preciso como siempre–, un niño berrinchud­o hasta la náusea. En fin.

Parece que todo va bien, Valeria está instalada en la comodidad de la negación, pero un ente se aparece en su vida para atormentar­la. La locura y el horror han llegado para hacer pagar la deuda de la cobardía ante la esencia.

Huesera trastoca valores desde su narrativa y afianza otros a partir de sus rupturas. No evita las convencion­es del género pero sí las vulnera en su marco ético, porque el filme, más que tener el pilar del efectismo, tan del canon hollywoode­nse, establece una incorrecci­ón política que provoca y atrae no sin cierto escalofrío.

Huesera es la aprensión fílmica en manos de una directora que toma la capacidad de fabular en torno a un horror de tradición y una ruptura. Lo externo y lo interno pues.

El público que la ha visto en algunos festivales, ha reaccionad­o bien a la propuesta, y aunque es prematuro decirlo, puede ser que con el tiempo se concierta en un clásico. En el filme se une un grupo, bastante joven de realizador­es, productore­s, y talento artístico. Ver su propuesta y hacia dónde se dirigen resulta interesant­e en sí mismo.

Deje de tronarse los huesos, Ant-man ya fue. Dele una oportunida­d a Huesera, el estreno de esta semana y en la nada modesta cantidad de mil salas. No se va a arrepentir.

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