La encrucijada
El edil Eduardo Rivera Pérez se coloca en una encrucijada cada vez que un integrante de la burbuja que le acompaña en el ayuntamiento le recomienda incrementar sus salidas a municipios del interior del estado con el fin de mejorar su presencia fuera del municipio de Puebla.
Siempre que escucha una recomendación de esa naturaleza se enfrenta a la obligación que lo ciñe a permanecer en la ciudad que gobierna y la necesidad de salir de ella para no dejar que los principales aspirantes de Morena al gobierno del estado, Ignacio Mier Velazco y Alejandro Armenta Mier, le saquen una ventaja irreversible.
Aun así, el edil ha decidido darse tiempo para efectuar salidas rápidas y tener encuentros quirúrgicos con liderazgos y operadores políticos de otras regiones del estado, principalmente del PAN.
El ejemplo de esto ya ocurrió el fin de semana, cuando Rivera Pérez, aspirante casi único del partido blanquiazul al gobierno poblano, visitó las regiones de Cholula y Libres.
El sábado, en encuentros organizados a través del Comité Directivo Estatal y su secretario general, Marcos Castro Martínez, el alcalde de Puebla tuvo encuentros, unos públicos y otros privados, con miembros de las estructuras municipales del panismo, quienes pedían verlo y hablar con él, en persona, para tener certeza sobre el proyecto para el que habrán de trabajar –con toda intensidad– este año.
Dentro de la agenda siguen reuniones de trabajo político con estructuras partidistas de Zacatlán y Teziutlán, las que habrán de confirmarse esta misma semana.
En esa burbuja hay voces que alertan a Eduardo Rivera acerca de las desventajas que conlleva ser precandidato único en el PAN y la obligación de estar permanentemente metido en el municipio de Puebla. Tienen razón.
La disputa interna en el partido del presidente López Obrador, donde existen tres bloques en competencia: el de Mier, el de Armenta y el del gobernador Sergio Salomón Céspedes Peregrina, que parece ir con Julio Miguel Huerta como ‘delfín’, ha ganado la agenda mediática y muestra un instituto político en continua efervescencia. El PAN, en cambio, no exhibe vida.
Fuera de los conflictos internos no se sabe nada del partido blanquiazul.
Eso pone en desventaja al instituto y a todos sus eventuales candidatos, entre quienes destaca el principal aspirante a gobernador, Eduardo Rivera.
Pese a ello, el panista solicita a sus colaboradores no apresurarse.
Rivera Pérez les ha dicho que no son tiempos para salir de manera desbocada a pedir el apoyo de los actores que pueden apuntalar la hipotética candidatura y que prefiere trabajar desde la capital.
Según la estrategia del edil, su futuro político depende, más que de los acuerdos celebrados al interior del estado y de la promoción personal, de los resultados que consiga en la ciudad.
Por eso ha insistido en que, incluso con rivales en el otro bando metidos de lleno en precampañas, él solo saldrá a los encuentros que le solicitan en fines de semana. También tiene razón.
Eduardo Rivera ha trazado una estrategia y quiere seguir por ahí.
Que funcione o no, en medio de una avalancha propagandística a favor de Morena y en contra de la oposición (véase caso Genaro García Luna), será otra historia.