El elector, entre la no información y la desinformación
Conforme se han consolidado las redes socio-digitales como los medios que más usan los ciudadanos para informarse y participar en el debate público, la desinformación también ha evolucionado como un fenómeno de estudio. Lo que anteriormente era una categoría general llamada desinformación, donde se ubicada lo mismo a personas que no tenían los datos necesarios, así como aquellos que defendían sus puntos de vista a partir de información falsa o teorías conspirativas.
Deje que le explique la evolución de este asunto en tiempos de la era digital. Para comenzar, hay que hacer una primera distinción, el no estar informado y el estar desinformado. En el primer caso, es la ignorancia de hechos y datos; por ejemplo, muchos de los mexicanos ignoramos cómo funciona el sistema electoral mexicano; no sabemos cómo se eligen los consejeros del INE; cuál es su función; cuál es el papel del tribunal electoral del poder judicial; quiénes y cómo eligen a los funcionarios de casillas; cómo se cuentan los votos; y las regulaciones que rigen a las campañas. No saber los detalles de estos asuntos es estar no informados. Para el segundo caso, estar desinformado consiste en adoptar falsas creencias, como el de pensar que los neoliberales y conservadores están detrás del consejero presidente del INE, o pensar que López Obrador está sometido al presidente de Cuba, Díaz Canel, quien desea hacer de México una reproducción del sistema cubano.
Sin embargo, dentro de la categoría de desinformación se ha hecho necesario distinguir cuatro subcategorías, que a continuación describo:
1. Desinformación no intencionalmente difundida. Cuando como usuarios de medios recibimos y difundimos información de fuentes que creemos que son confiables. Por ejemplo, cuando un usuario difunde a sus amigos y familiares la foto de un supuesto Aluxe, que el presidente López Obrador mostró en vista de las obras del Tren Maya, pero que en realidad es la foto de un supuesto ser sobrenatural tomada en Terán, Nuevo León.
2. Desinformación intencionalmente difundida. Cuando un grupo de personas propagan información falsa con el propósito de imponer agendas ideológicas en vista de metas ya establecidas. Un ejemplo es el “influencer” Joe Rogan, que desde Spotify expone teorías de conspiración en torno a las vacunas del Covid 19 como si fueran hechos objetivos.
3. Leyenda urbana. Es una historia ficticia alrededor de un evento político o social que se toma como real o verdadera, y que muchas veces se hace con el propósito de distracción o entretenimiento.
4. Noticia falsa. Se trata de una noticia que no tiene ninguna relación con la realidad y que se propaga con intenciones políticas y de manipulación, frecuentemente en los entornos político-electorales. Por ejemplo, en la elección de 2018, se difundió un video donde se señalaba que Nicolás Maduro estaba detrás de la campaña de López Obrador, cuando en realidad era un video donde se imitó el gráfico que usa la emisora estatal venezolana VTV, además que se verificó que Maduro nunca respaldó públicamente al candidato de Morena.
El Instituto Reuters ubicó a México en el segundo lugar, a nivel mundial, en exposición a noticias falsas en su estudio de 2018. En 2020 un estudio de la Universidad del Valle de México, ubicó a nuestro país en segundo lugar en recepción de noticias falsas referentes a la pandemia del Covid 19. Lo cual indica la importancia de enfrentar la propagación de información falsa que por lo general busca objetivos políticos e ideológicos pocos claros. Esto implica que la población mexicana tiene un alto índice de no información y de desinformación, y por lo tanto, una sociedad como la mexicana, desinformada, no podrá tomar buenas decisiones sobre los asuntos públicos, como son salud pública, las elecciones y el rumbo que debe de tomar el país.