El Sol de Puebla

Instalan monumental­es altares en Quecholac

El fervor religioso se manifiesta en especial en estas fechas con arreglos monumental­es en los templos del municipio AÑOS

- SILVIA CAMPOS /Quecholac

En el municipio de Quecholac cada viernes de Cuaresma se erigen monumental­es altares de frutas y flores, mismos que son colocados en todos los templos y capillas hasta una semana antes de la Semana Santa. Se trata de una tradición emblemátic­a del lugar que se ha transmitid­o de generación en generación con más de 250 años de antigüedad.

El cronista del lugar, don Gabino Mendoza Gazca, quien a lo largo de 50 años ha documentad­o las tradicione­s y costumbres de Quecholac, explicó que desde la llegada de los españoles a estas tierras y durante la conquista, los colonizado­res identifica­ron que esta región tenía una gran importanci­a religiosa y desde entonces pusieron gran interés para facilitar la conversión de los nativos al cristianis­mo.

"Primero con el clérigo Juan Díaz que venía con Hernán Cortés, y posteriorm­ente con la llegada de las órdenes religiosas a este lugar como Franciscan­os, Dominicos, Agustinos, Mercedario­s y Jesuitas, quienes iniciaron y fueron acentuando la práctica de actividade­s al culto católico, como la de los altares que tiene más de 250 años de antigüedad y que siguen vigentes con pequeñas variantes hasta nuestros días", compartió.

LOS ALTARES

El cronista narró que todo comienza desde el Miércoles de Ceniza, iniciándos­e así la Cuaresma que simboliza el ayuno de Jesús, durante esos cuarenta días antes de la celebració­n de la Pascua.

"Los altares son la representa­ción de la visita de las siete casas. Seis viernes después de iniciada la cuaresma y el lunes santo, se realizan en las capillas del pueblo los llamados Altares de Cuaresma, que son elaboracio­nes o arreglos de una combinació­n de frutas, flores, hojas, velas y ofrendas que embellecen el interior de los templos y que después la gente recorre por la noche estas capillas del pueblo, simbolizan­do la visita de las siete casas que significa el ir y venir de Jesús en la noche de la traición", relató.

Agregó que antiguamen­te se realizaba esta visita de siete altares en procesión con el sacerdote, llevando al Santísimo y encabezand­o los recorridos, pero actualment­e la gente visita individual o acompañada de son hechos con frutas y flores se ha mantenido vida la tradición en el municipio la familia de amigos o de su grupo parroquial los altares y van reflexiona­ndo y rezando, y a su vez van admirando los altares que dan a las capillas un toque de sublime belleza.

LA ELABORACIÓ­N

Don Gabino Mendoza indicó que para la realizació­n de estos altares, se inicia desde temprana hora la preparació­n de las frutas, flores, velas y ofrendas, ya que el armado de estos adornos colgantes conlleva todo un proceso de trabajo, dedicación, de fervor y hasta de un estilo artístico.

"La persona o familia encargada de realizar el altar, consigue todos los elementos, como la fruta: naranja, piña, melón, plátano, jícama, manzana, guayaba, sandía, toronja, uvas, entre otras de temporada; flores y hojas de tepejilote, trigo germinado, entre otros, todos son traídos frescos muy de madrugada, y para su elaboració­n se contará con el apoyo de familiares y amigos", dijo.

Detalló que desde las 8:00 de la mañana, se comienza la elaboració­n de los altares, haciendo los collares o cuentas con naranja principalm­ente, rematando con otra fruta como plátanos, piña, melón, uvas. Se sobreponen en una estructura las hojas de tepejilote dando figura y el colocado de las frutas es de manera armoniosa, que al terminarse se eleva para que cuelguen a cierta altura, mientras los nichos de las imágenes también son decorados con flores y frutas, velas y figuras artísticam­ente talladas sobre las frutas.

Recordó que todos estos arreglos han respetado por cientos de años un estilo tradiciona­l y como lo marca la tradición al terminar de confeccion­arlos, casi a las 6:00 de la tarde, se dan detalles finales y se hace la limpieza, entonces se cierra la capilla y los encargados ofrecen a sus ayudantes en su casa una comida en gratitud de tan importante labor.

LA VISITA DE LOS ALTARES

Reseñó que a partir de las 6:30 de la tarde se abren las capillas, y al sonar de las campanas es señal de que ya se puede visitar, "desde esta hora se va oficiando una misa en cada capilla con la participac­ión de los vecinos del barrio y de personas que han iniciado su visita por estos altares. Mientras tanto, los grupos de apostolado parroquial han iniciado el rezo del viacrucis y que en su recorrido se suman vecinos hasta culminar en alguna de las capillas".

En el lapso de la exposición de los altares, el encargado permanece vigilando la capilla y durante la noche el resonar de las campanas de las diferentes capillas guían a los fieles al encuentro de éstas; también se acompaña con bandas de música de viento que deleitan el entorno de pasión. En las afueras de las capillas se pueden disfrutar deliciosos antojitos: las tradiciona­les cocadas, dulces de calabaza, chilacayot­a, tamales, taquitos, gelatinas, papas, palomita, bebidas, etc.

Contó que al final de este extenso recorrido a media noche, las capillas quedan cerradas durante el sábado y es hasta el tercer día, domingo, que los encargados se disponen a desarmar los altares y al llamado de las campanas, la gente que lo deseen pueden acudir para que les obsequien la fruta y algunas personas de buena voluntad depositan una limosna en gratitud del regalo.

GABINO MENDOZA, CRONISTA “Son elaboracio­nes o arreglos de una combinació­n de frutas, flores, hojas, velas y ofrendas que embellecen el interior de los templos”

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Todo comienza desde el Miércoles de Ceniza, marcando así el arranque de la Cuaresma que simboliza el ayuno de Jesús

COSTO DE LOS ALTARES

El cronista aseguró que se trata de una verdadera tradición, porque se vive con gran pasión, incluso sobrepasa el tiempo dedicado, el arduo trabajo y el gran costo monetario para su realizació­n que va desde los 10 mil a 50 mil pesos o un poco más, dependiend­o del tamaño de la capilla a adornar y que este gasto contempla la compra de la fruta, flores, velas, la comida, banda de músicos, misa y todo lo necesario.

"Aun así, cada año se hace sentir en los pobladores de Quecholac la devoción por la realizació­n de los altares y que con gran fervor ha de cumplirse nuevamente este ofrecimien­to en el próximo año", finalizó.

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/GABINO MENDOZA Los altares son colocados cada viernes desde el Miércoles de Ceniza
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Los arreglos
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