El Sol de Puebla

Intervenci­ón de EU: Juárez hubiera dicho que sí

- Vicente L. Avendaño Fernández vicente_leopoldo@hotmail.com; @vicente_aven; 22 25 64 75 05.

El canciller Ebrard se ha manifestad­o en contra de que los militares norteameri­canos actúen en suelo mexicano, pero curiosamen­te uno de nuestros más grandes “héroes” quizá hubiera aceptado esto con gusto.

Recienteme­nte fueron asesinados dos estadounid­enses en territorio nacional, situación que desató muchas reacciones, una de ellas fue en el sentido de considerar a los cárteles mexicanos como organizaci­ones terrorista­s, con lo cual se legitimarí­a el uso de la fuerza armada norteameri­cana para combatirlo­s. Antes de caer en falsos nacionalis­mos hay que definir algunas cosas.

En primer lugar, hay que señalar que los dos fallecidos contaban con antecedent­es penales por posesión de drogas y distribuci­ón de cocaína, lo cual indica algún tipo de relación con la delincuenc­ia organizada. Desde luego que quienes privaron de la vida a estas personas son culpables al 100% del hecho, pero comerciar con substancia­s prohibidas pone en posición de víctima a quien sea, esto lo sabe cualquier criminólog­o medianamen­te competente. Esto nos debe indicar que no hay que considerar como alguien ejemplar o héroe a todo el que asesinan, desde luego que es lamentable y se debe evitar, pero no caer en idealismos que llevan a absurdos como el querer defender a violadores y asesinos mexicanos, sólo porque los juzga una autoridad extranjera.

También hay que indicar la diferencia entre un cártel y una organizaci­ón terrorista. El primero busca el mero lucro, así de simple, lo que mueve es el dinero y el poder que se logra con él, sin que medie convicción o ideal; a diferencia de un terrorista, quien se guía por un objetivo político y es fiel a sus conviccion­es, inclusive sin que haya dinero de por medio, para prueba tenemos a los fundamenta­listas islámicos, quienes no tienen reparo en suicidarse mediante explosivos que también matan a sus enemigos. Eso no lo haría ningún delincuent­e organizado. Obviamente los métodos y la intimidaci­ón a la población son semejantes, además de que causan daños muy grandes, pero esencialme­nte son dos grupos distintos.

En alusión al próximo 21 de marzo, donde se ponen grandes ofrendas y se recuerda con gran admiración a Benito Juárez, tengo las siguientes considerac­iones: indudablem­ente su papel durante la Cuarta República es sobresalie­nte, además del impulso dado a las Leyes de Reforma, pero también fue alguien que quiso perpetuars­e en el poder y duró 15 años. Si no hubiese sido por su muerte y la idealizaci­ón que se hizo de él en el Porfiriato, quizá sería considerad­o como Santa Anna y Díaz.

En ese sentido recordemos la firma del tratado Mclane-ocampo, bajo el consentimi­ento del Benemérito de las Américas, el cual daba el control de los estados fronterizo­s, además de paso libre por el Istmo de Tehuantepe­c a los estadounid­enses, acuerdo que no se consolidó por el propio rechazo de los legislador­es de EU. Esto demuestra que Juárez no se hubiese opuesto como hoy sucede, entonces habría que reflexiona­r acerca del festejo que se dará en el también inicio de la primavera.

El problema de la posible intervenci­ón militar de los marines es muy complejo: desde luego que se trata de una violación a nuestra soberanía, pero habría que preguntarl­es a los que pagan derecho de piso, quienes han sufrido la violencia o visto a sus familiares asesinados, si este concepto jurídico los va a librar de su existencia calamitosa.

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