Intervención de EU: Juárez hubiera dicho que sí
El canciller Ebrard se ha manifestado en contra de que los militares norteamericanos actúen en suelo mexicano, pero curiosamente uno de nuestros más grandes “héroes” quizá hubiera aceptado esto con gusto.
Recientemente fueron asesinados dos estadounidenses en territorio nacional, situación que desató muchas reacciones, una de ellas fue en el sentido de considerar a los cárteles mexicanos como organizaciones terroristas, con lo cual se legitimaría el uso de la fuerza armada norteamericana para combatirlos. Antes de caer en falsos nacionalismos hay que definir algunas cosas.
En primer lugar, hay que señalar que los dos fallecidos contaban con antecedentes penales por posesión de drogas y distribución de cocaína, lo cual indica algún tipo de relación con la delincuencia organizada. Desde luego que quienes privaron de la vida a estas personas son culpables al 100% del hecho, pero comerciar con substancias prohibidas pone en posición de víctima a quien sea, esto lo sabe cualquier criminólogo medianamente competente. Esto nos debe indicar que no hay que considerar como alguien ejemplar o héroe a todo el que asesinan, desde luego que es lamentable y se debe evitar, pero no caer en idealismos que llevan a absurdos como el querer defender a violadores y asesinos mexicanos, sólo porque los juzga una autoridad extranjera.
También hay que indicar la diferencia entre un cártel y una organización terrorista. El primero busca el mero lucro, así de simple, lo que mueve es el dinero y el poder que se logra con él, sin que medie convicción o ideal; a diferencia de un terrorista, quien se guía por un objetivo político y es fiel a sus convicciones, inclusive sin que haya dinero de por medio, para prueba tenemos a los fundamentalistas islámicos, quienes no tienen reparo en suicidarse mediante explosivos que también matan a sus enemigos. Eso no lo haría ningún delincuente organizado. Obviamente los métodos y la intimidación a la población son semejantes, además de que causan daños muy grandes, pero esencialmente son dos grupos distintos.
En alusión al próximo 21 de marzo, donde se ponen grandes ofrendas y se recuerda con gran admiración a Benito Juárez, tengo las siguientes consideraciones: indudablemente su papel durante la Cuarta República es sobresaliente, además del impulso dado a las Leyes de Reforma, pero también fue alguien que quiso perpetuarse en el poder y duró 15 años. Si no hubiese sido por su muerte y la idealización que se hizo de él en el Porfiriato, quizá sería considerado como Santa Anna y Díaz.
En ese sentido recordemos la firma del tratado Mclane-ocampo, bajo el consentimiento del Benemérito de las Américas, el cual daba el control de los estados fronterizos, además de paso libre por el Istmo de Tehuantepec a los estadounidenses, acuerdo que no se consolidó por el propio rechazo de los legisladores de EU. Esto demuestra que Juárez no se hubiese opuesto como hoy sucede, entonces habría que reflexionar acerca del festejo que se dará en el también inicio de la primavera.
El problema de la posible intervención militar de los marines es muy complejo: desde luego que se trata de una violación a nuestra soberanía, pero habría que preguntarles a los que pagan derecho de piso, quienes han sufrido la violencia o visto a sus familiares asesinados, si este concepto jurídico los va a librar de su existencia calamitosa.