La democracia, ¿en manos de un solo hombre?
Prácticamente el debilitamiento de nuestro país empezó a darse a partir del año 1995, el país empezó a tener entradas de recursos externos que ascendían al año 2000 en aproximadamente 100 mil millones de dólares anuales.
Y con base en datos del FMI se señalaba que la economía mexicana perdía terreno frente a otras economías emergentes; de estar ubicada entre las 10 más grandes del mundo en 1994, al cierre del 2005, nuestra economía descendió al lugar 14. Situación que a la fecha este deterioro ha continuado.
Es decir, “en 1994 la economía mexicana era prácticamente de la magnitud de la Española y superior en 50% a la Hindú. Y para la siguiente década, la economía Hindú superó a la nuestra y la española era mayor en 50%; China triplicaba en tamaño a la mexicana y además fue rebasada por Corea del Sur”.
Así, el dinamismo de nuestra economía ha disminuido en cada administración, muy a pesar de las oportunidades que se daban y que a la fecha se han seguido presentado debido a las reformas económicas y a la apertura de los mercados.
A ello se debió que la mayoría de la sociedad en México votara a favor de Andrés Manuel López Obrador; quien lamentablemente, en su actual mandato, la situación del país se torna cada vez más complicada, representando un riesgo a la democracia.
Sin embargo y a pesar de no atender las grandes carencias y altas demandas sociales, se sigue en la ruta de su vocación reformadora, con su autonombrada 4t y por las expectativas de los diversos sectores de cara a las elecciones del 2024, cuya carrera fue arrancada prematuramente.
Lamentablemente AMLO en sus mañaneras, repite constantemente las mismas mentiras o medias verdades ante una realidad totalmente diferente a la que vivimos de manera cotidiana los mexicanos, donde no hay avances significativos como el que se pregona y donde se somete a todos los miembros de su gabinete; lo sorprendente es que esta postura antidemocrática le da una alta probabilidad de ganar las próximas elecciones.
Ahora sume Ud. que esta situación política interna, la inseguridad en diversas regiones de nuestro país, debido al incremento de bandas criminales, se suman las tensiones con nuestro principal socio comercial y vecino, derivado de las sugerencias de un sector de la clase política estadounidense, para con su fuerza militar combatir a los cárteles de la droga mexicanos.
Lo cual ha dado pie a que, desde el pulpito mañanero, la estridencia se apodere del discurso. Y que decir de los escándalos que se suscitan en diversas áreas de la administración federal que, en medio de la confrontación interna, las demandas sociales crecen, abonando al descontento social.
Que se entienda que los mexicanos no votamos por un presidente que, desde el inicio de su mandato, se fue en contra de las mujeres, los periodistas, científicos, académicos, cineastas, personal médico, deportistas, e intelectuales y de quienes osan no pensar como él o que se atreven a cuestionarlo, a criticar sus malas decisiones, que no se someten a su poder, que no son sumisos a su voluntad.
Se ríe de las masacres, o señalando que como “no secuestran a los pobres”. Y por su actuar cotidiano el presidente Obrador al parecer no va a cambiar o a rectificar y lamentablemente aun los datos oficiales, muestran signos negativos.
Las historias que cuenta todos los días parecen ser sacadas de una realidad alterna y que, sumado al cinismo con el que actúan un gran número de servidores públicos que, en vez de ejercer un buen gobierno, viven en campaña electoral permanente, solo es superado por su propia irresponsabilidad e incapacidad.