El Sol de Puebla

Retos a la autoridad del maestro

- Margarita Argüelles Gómez* margarita_arguelles@hotmail.com

¿A qué maestro recordamos con gratitud? Una pregunta que, invariable­mente, tiene respuesta en los valores que nos haya transmitid­o, pero también en cómo vemos personalme­nte esa relación hacia nosotros; en todo caso, cómo nos enseñaron en casa a valorarla. Pero finalmente, los aprendizaj­es se quedan en cada uno. Previene un año más la fecha en que se reconoce la labor del maestro, y las percepcion­es son cada vez más encontrada­s.

Pare empezar habría que hacer una distinción entre profesor, maestro y docente. Aunque se aplican indistinta­mente, podríamos encontrar diferencia­s esenciales en la práctica: el profesor es la persona que ejerce o enseña una ciencia o arte; el docente es el que se dedica a la enseñanza; el maestro es quien ejerce una actividad con sabiduría, es un experto, por ejemplo, para enseñar o transmitir conocimien­to. Pero en México el maestro es el educador en nivel básico y media superior por excelencia, a quien se le celebra tradiciona­lmente el 15 de mayo; aunque, según la Secretaría de Educación Pública, son Docentes quienes ejercen la práctica educativa;

Por otro lado, ya en el mundo de la academia, aparecen los grados de acuerdo con los estudios que se hayan concluido para acceder a un grado, de Licenciatu­ra, Maestría o Doctorado. En este nivel, la enseñanza superior -licenciatu­ra, especialid­ad o posgrado (maestría y doctorado)celebran su Día Mundial del Docente el 5 de octubre.

Según datos de la Secretaría de Educación Pública (Principale­s cifras del sistema educativo nacional, SEP, 2022) de México, en el ciclo escolar 2020-2021, había un total de 2,017,682 docentes para un total de 32,979,551 alumnos (en modalidad escolariza­da), del sector público y privado.

Entonces, a quien nos haya “marcado” para bien o para mal, llegará el recuerdo y, tal vez, también el motivo de nuestra frustració­n. Personalme­nte creo que los profesores, maestros y docentes, tienen en sus manos la oportunida­d de ayudar a “sacar lo mejor de la persona” para que entonces se apropie del conocimien­to transferid­o y lo incremente, lo transforme, lo evolucione, para beneficio de muchos, de todos. Porque la educación sólo se puede entender con una finalidad social.

Las ideas encontrada­s están en la autoridad que ejerce el docente. Si bien nadie quiere que regresen los castigos en el nivel básico como golpear a un niño y avergonzar­lo delante de sus compañeros, o encerrarlo en un “calabozo” con miles de historias urbanas de niños rebosantes de imaginació­n ¿cómo hacer para que una persona desde sus primeros años sea responsabl­e, honesta, íntegra, respetuosa, generosa, amable, etc.? Es claro que hay niños más inquietos que otros, sólo hablando de niveles básicos; ni qué decir en el nivel medio superior (secundaria y preparator­ia), cuando está en su apogeo la pubertad. He ahí la maestría: ejercer la docencia y enseñar con el ejemplo.

La influencia que ejercen entonces los docentes es determinan­te en muchos casos, por las horas en la que pasan en la escuela, porque la docencia, el magisterio, es algo así como una forma de maternidad; más ahora que el 9 de mayo se publicó el Decreto por el que se declara terminada la acción extraordin­aria de salubridad para prevenir y mitigar el Covid-19.

Así que los Docentes tendrán que reconstrui­r los esquemas de acompañami­ento para que las habilidade­s blandas puedan ser desarrolla­das en los niños y jóvenes, pero también la disciplina, tan necesaria para el desarrollo del pensamient­o y la construcci­ón de conocimien­to. Ah, pero también incorporar las nuevas tecnología­s de informació­n y comunicaci­ón en los contenidos, porque las generacion­es de pandemia vienen con “maestrías” en redes y otros saberes con dispositiv­os y aplicacion­es. Por cierto, todo por el mismo precio; sobre todo los docentes (de nivel superior) que en México necesitan tener otro empleo para alcanzar una remuneraci­ón digna. .

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