Luis Miguel: ¿Una compensación emocional carísima?
Ante la próxima gira de este extraordinario cantante, los boletos se han agotado en horas, pese a los altos precios y las dificultades para adquirirlos, resultando en acciones exageradas para conseguir un ticket, lo cual hay que analizarlo para comprender mejor fenómenos como el fanatismo o la idealización que hace el mexicano promedio.
Quiero empezar afirmando que cada quien se gasta su dinero en lo que quiera, además de muchos irán a los conciertos mencionados por mero entretenimiento, pero otros más podrían caer en el supuesto que hoy expongo.
Es indudable que Luis Miguel Gallego Basteri ha sido el cantante más importante, en cuanto a hits, fama y éxito internacional, todo basado en una voz indudablemente notable y fue bien conducida, dando como resultado todo un fenómeno que difícilmente volveremos a ver.
Recordemos esas grandes interpretaciones que tuvo el hijo de Luisito Rey desde que era niño, no nombraré los diversos temas, pero desde sus albores fue creando una imagen que hoy luce insuperable. Después de los años fue cambiando su físico y su voz, logrando consolidarse de forma absoluta. Considero que el pináculo de la carrera de Luismi fue cuando salió al mercado el primer disco Romance, el cual recogió diversos temas que fueron un boom total, prácticamente todo el LP, CD o casete (formatos de ese entonces) era escuchado en su totalidad. Después de ahí el “Sol” jamás volvió a tener una producción verdaderamente exitosa, no obstante, la fama adquirida, en conjunción con todo el capital musical adquirido, ha sido suficiente para poder presentarse y llenar cualquier escenario, es más, ha dado lugar para que temas, sumamente mediocres, se vendan simplemente por ser cantados por el padre de los hijos de Aracely Arámbula.
Ahora bien, ¿Por qué ahora vemos un gran fanatismo sobre Luis Miguel? Recordemos que muchos de los que hoy anhelan un boleto crecieron en una época donde no había diversidad musical, pocos canales de televisión y poco acceso a la información, por lo que los temas tocados en la radio y lo que se vendía en las fonotecas era lo único que había. Es por eso que forzosamente el “Sol” fue oído por todo México, Latinoamérica y otras partes del mundo.
Hablando en términos psicológicos, Freud dice que el objeto de deseo es un objeto perdido que el sujeto buscará eternamente reencontrar, aquel que lo remita a esa satisfacción primaria o experiencia mítica que será imposible de recrear. El objeto de deseo será el depositario de nuestros anhelos, sustituirá aquello que nos hace falta y eso es precisamente lo que ven algunos de los que fervientemente buscan un boleto para ver a Luismi, lo cual quizá sirva para querer compensar algunos de los grandes problemas que poseemos todos los mexicanos, inclusive también como algo aspiracional que permite sentir a alguien pertenecer a un estrato social por acudir a un concierto, esto es semejante respecto a quienes hacen filas por la madrugada para poder comprar la última versión del iphone, aun debiendo la renta.
Ir a ver a Luis Miguel también puede evocar la música que escuchábamos los que rondamos las 4 y 5 décadas, cuando no teníamos obligaciones y sí muchas ilusiones, es más, cuando el país era menos malo, más en esa época de los 90’s, cuando el TLC nos dio el espejismo de pertenecer al primer mundo, esto constituye un gran recuerdo para alguien que hoy vive bajo la amenaza de la delincuencia, la pobreza, el desempleo y algunos problemas emocionales.