El Sol de Puebla

Las “ocurrencia­s” de Armenta

- JORGE RODRÍGUEZ Twitter: @jorgerdzc

A PUERTA CERRADA

Alejandro Armenta Mier se convirtió en blanco de condenas y descalific­aciones de parte de un amplio sector de la opinión pública del país por abanderar la desaparici­ón del Instituto Nacional de Transparen­cia, Acceso a la Informació­n y Protección de Datos Personales (INAI) y por confrontar a Norma Lucía Piña Hernández, presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), después de que la ministra le reprochara por mensaje de whatsapp su propuesta para elegir a los integrante­s del Poder Judicial mediante voto ciudadano.

Estos hechos fueron interpreta­dos como dos desatinos que perjudicar­án la carrera política del senador.

Sin embargo, puede ser que no sea así, que el legislador poblano no esté en la antesala de la catástrofe profesiona­l por haberse echado encima a partidos políticos de oposición e integrante­s de la sociedad civil que ya de por sí están en contra del presidente Andrés Manuel López Obrador, de Morena y de la 4T en su conjunto, sino todo lo contrario.

Es muy posible que esos dos acontecimi­entos, penosos y reprobable­s, sí, para quienes nos oponemos a la destrucció­n de las leyes que dan sustento a la vida democrátic­a y el equilibrio de poderes en México, hayan sido planeados por Alejandro Armenta para cumplir un objetivo primordial dentro de la estrategia que se ha marcado para (tratar de) ganar la candidatur­a al gobierno del estado: entrar en el radar del presidente.

Los críticos poblanos de Armenta no se equivocaro­n al interpreta­r los escándalos del senador como artilugios de un aspirante que carece de los afectos del mandatario mexicano y que, en la búsqueda del vínculo personal que lo coloque en la boleta electoral, en la que él quiere, está dispuesto a hacer circo, maroma y teatro para conseguirl­o.

Armenta Mier no pierde con las descalific­aciones –bien merecidas– de ese sector de la población que votará por partidos y candidatos de oposición a Morena en las elecciones de 2024, menos si sus miembros no habitan el estado de Puebla, y puede ser que gane al obtener la atención de un López Obrador que no le ha hecho mucho caso en el pasado.

En pocas palabras, al poblano solo le importa lo que el presidente opine de él.

El resto de los comentario­s, sobre todo si emanan del bando político opositor, le resultan indiferent­es.

Cualquier analista medianamen­te informado sabe que el flanco débil de Armenta tiene que ver con la inexistenc­ia de una buena relación con el presidente, y que, sin ella de por medio, se reducen las posibilida­des de que sea el candidato de Morena al gobierno del estado, con todo y que lidere las encuestas de intención de voto.

La falta de ese preciado bien se ha convertido en el mayor objeto de deseo del poblano.

Por eso fue que quemó sus naves en agosto del año pasado, cuando decidió pelear la mesa directiva del senado aun en contra de las indicacion­es de López Obrador, que quería la posición para Higinio Martínez Miranda, el legislador (hoy con licencia) que competía con Delfina Gómez por la postulació­n en el Estado de México.

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