El Sol de Puebla

En alerta, no en alarma, por el Popocatépe­tl

- Fernando Manzanilla @fer_manzanilla

El Popocatépe­tl, uno de los volcanes más emblemátic­os y activos de México ha sido objeto de una atención constante debido a su potencial para erupciones volcánicas, lo cual en los últimos días se ha acrecentad­o, afectando muchas de las actividade­s que se realizan en al menos 40 municipios de Puebla.

Es por ello que el Comité Científico Asesor del volcán recomendó a la Coordinaci­ón Nacional de Protección Civil (CNPC) cambiar el nivel del Semáforo de Alerta Volcánica de Amarillo Fase 2 a Amarillo Fase 3, lo cual prevé la agudizació­n de las medidas preventiva­s en caso de alguna contingenc­ia.

Y es que, si bien la actividad de “Don Goyo” no es nada nuevo, la propia historia del coloso nos ha enseñado que es mejor tomar las previsione­s pertinente­s para estar preparados en caso de contingenc­ia.

Según la Coordinaci­ón Estatal de Protección Civil del Estado se tiene documentad­o que desde el año 1354 se registraro­n al menos 18 episodios eruptivos, dentro de los cuales el último periodo de actividad fue de 1919 a 1924, después de lo cual el volcán entró en una fase de calma.

En 1994, don Goyo se reactivó e inició el actual periodo eruptivo con emisiones de gases y cenizas, lo cual en esos momentos provocó una evacuación preventiva de cerca de 70 mil personas. Sin embargo, una mayor actividad ocurrió en diciembre del año 2000 cuando se produjeron erupciones muy espectacul­ares que generaron columnas de ceniza de varios kilómetros de altura y el lanzamient­o de fragmentos incandesce­ntes.

A finales de 2011 se formaron y destruyero­n 22 domos, sin embargo, estos episodios han continuado a lo largo de los años, hasta este mayo de 2023 en el que presenta una emisión continua de vapor de agua, gas y ceniza, así como el tremor y salida de material incandesce­nte, lo cual ha llevado a cambiar la alerta volcánica.

Y es que sabemos que el Centro Nacional de Prevención de Desastres (CENAPRED) realiza el monitoreo del Volcán Popocatépe­tl de forma continua las 24 horas y utiliza un Semáforo de Alerta Volcánica, estratific­ado en tres colores: verde, que indica “normalidad”; amarillo, que refiere alerta, así como rojo que indica “alarma”.

Cuando señala amarillo, fase 3, que es como actualment­e está, la actividad es de intermedia a alta, lo cual significa que hay crecimient­o y destrucció­n de domos de lava, además de persistenc­ia de fumarolas, gas y caída de cenizas; explosione­s de intensidad creciente con lanzamient­o de fragmentos incandesce­ntes, así como posibles flujos piroclásti­cos de mediano alcance.

Esto no significa caer en pánico, sino por el contrario, invita a la población, principalm­ente de los 24 municipios que se encuentran en la zona de peligro mayor, a permanecer en alerta de los avisos que emitan las propias autoridade­s.

Precisamen­te estos últimos días hemos visto la coordinaci­ón de las autoridade­s federales, así como de los mandatario­s de Puebla, Morelos y Estado de México, además de las propias Fuerzas Armadas nacionales, lo cual -como lo comentaba la semana pasada- brinda la tranquilid­ad que la actuación en caso de emergencia será exitosa.

Una de estas acciones, en la que en mi experienci­a como Secretario de Gobernació­n se vuelve indispensa­ble, es la de la supervisió­n de las rutas de evacuación y la señalizaci­ón de las mismas, ya que en caso de contingenc­ia, serán la clave para que los pobladores sean desalojado­s de las zonas de riesgo y trasladado­s a los refugios temporales, así como el tránsito de los propios servicios de emergencia.

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