Desarrollo organizacional
La o el líder público debe entender que el desarrollo de una organización, negocio o emprendimiento es necesario para que sobreviva en el largo plazo y para ello requiere de equipos de trabajo consolidados. Este tema tiene que ser una de las bases para lograrlo, ya que permite entender de una manera diferente la complejidad y variedad de las estructuras que cohabitan en un mismo espacio, así como los caminos a tomar para lograr los resultados y evolucionar constantemente.
Cuando la o el líder se da cuenta de que las personas poseen habilidades y características únicas (como huella digital), es cuando puede ejercer un verdadero liderazgo, alineando estas capacidades extraordinarias a objetivos específicos, con el propósito de aprender a superar los obstáculos y alcanzar las metas propuestas.
En este sentido, especialistas estiman que cualquier forma de trabajo colectivo que no adopte estas posturas, se quedará atrapada en una dinámica separatista donde la desconfianza y el mutuo saboteo impedirán el surgimiento de equipos sólidos y funcionales, que, a su vez, ocasionarán la creación de mecanismos de control que tendrán como resultado el desgaste gradual de la productividad, la moral y la subsistencia de la organización.
Por lo tanto, algunos de los valores que forman parte y están presentes en los procesos de desarrollo organizacional son:
1. Respeto por las personas. Todas deben ser tratadas con dignidad y respeto, aceptando sus diferencias culturales, sociales, físicas, económicas y de pensamiento.
2. Confianza y apoyo. El clima en este tipo de organizaciones tendrá que ser de confianza, apertura y ayuda.
3. Igualdad de oportunidades. La jerarquía solamente servirá para señalar y delegar responsabilidades, no para humillar a los colaboradores. También implica que mujeres y hombres tengan acceso a ellas.
4. Confrontar obstáculos. Es clave para el crecimiento y la superación de todas los involucrados; esconder los problemas es perjudicial para cualquier tipo de ente o negocio.
5. Participación y compromiso. Estas dos palabras van de la mano, cuando el líder fomenta la participación activa de sus trabajadores o colaboradores, ellos, de manera inmediata, se comprometen con el proyecto.
Cuando el líder comprende que su equipo es un conjunto de personas con cualidades y características únicas, puede trabajar de una manera más humana con ellos, y compartir la visión de una estructura que los respalda y crece a la par.
Reconocer al equipo como un ente dinámico y con cierta vida propia, que evoluciona y tiene necesidades, hace reflexionar al líder sobre ese proceso cíclico de crecimiento simultáneo y recíproco; sin embargo, si las personas que tienen que llevar a cabo esto, no se sienten realizadas, es decir, no han satisfecho sus necesidades humanas, no se llegará muy lejos.
Como podemos advertir, las organizaciones en la actualidad son entes complejos que cambian constantemente y que, las y los líderes, tienen la responsabilidad de procurar su desarrollo a través de las personas, así como otras características internas y externas que las rodean.
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Como mencionó el escritor y especialista en gestión estadounidense Ken Blanchard: “En el pasado, el líder era un jefe. Los líderes de hoy deben ser socios de su gente... ya no pueden liderar basándose únicamente en el poder que deriva de su puesto de trabajo.”