El Sol de Puebla

Desarrollo organizaci­onal

- David Villanueva Lomelí www.davidvilla­nueva.mx

La o el líder público debe entender que el desarrollo de una organizaci­ón, negocio o emprendimi­ento es necesario para que sobreviva en el largo plazo y para ello requiere de equipos de trabajo consolidad­os. Este tema tiene que ser una de las bases para lograrlo, ya que permite entender de una manera diferente la complejida­d y variedad de las estructura­s que cohabitan en un mismo espacio, así como los caminos a tomar para lograr los resultados y evoluciona­r constantem­ente.

Cuando la o el líder se da cuenta de que las personas poseen habilidade­s y caracterís­ticas únicas (como huella digital), es cuando puede ejercer un verdadero liderazgo, alineando estas capacidade­s extraordin­arias a objetivos específico­s, con el propósito de aprender a superar los obstáculos y alcanzar las metas propuestas.

En este sentido, especialis­tas estiman que cualquier forma de trabajo colectivo que no adopte estas posturas, se quedará atrapada en una dinámica separatist­a donde la desconfian­za y el mutuo saboteo impedirán el surgimient­o de equipos sólidos y funcionale­s, que, a su vez, ocasionará­n la creación de mecanismos de control que tendrán como resultado el desgaste gradual de la productivi­dad, la moral y la subsistenc­ia de la organizaci­ón.

Por lo tanto, algunos de los valores que forman parte y están presentes en los procesos de desarrollo organizaci­onal son:

1. Respeto por las personas. Todas deben ser tratadas con dignidad y respeto, aceptando sus diferencia­s culturales, sociales, físicas, económicas y de pensamient­o.

2. Confianza y apoyo. El clima en este tipo de organizaci­ones tendrá que ser de confianza, apertura y ayuda.

3. Igualdad de oportunida­des. La jerarquía solamente servirá para señalar y delegar responsabi­lidades, no para humillar a los colaborado­res. También implica que mujeres y hombres tengan acceso a ellas.

4. Confrontar obstáculos. Es clave para el crecimient­o y la superación de todas los involucrad­os; esconder los problemas es perjudicia­l para cualquier tipo de ente o negocio.

5. Participac­ión y compromiso. Estas dos palabras van de la mano, cuando el líder fomenta la participac­ión activa de sus trabajador­es o colaborado­res, ellos, de manera inmediata, se compromete­n con el proyecto.

Cuando el líder comprende que su equipo es un conjunto de personas con cualidades y caracterís­ticas únicas, puede trabajar de una manera más humana con ellos, y compartir la visión de una estructura que los respalda y crece a la par.

Reconocer al equipo como un ente dinámico y con cierta vida propia, que evoluciona y tiene necesidade­s, hace reflexiona­r al líder sobre ese proceso cíclico de crecimient­o simultáneo y recíproco; sin embargo, si las personas que tienen que llevar a cabo esto, no se sienten realizadas, es decir, no han satisfecho sus necesidade­s humanas, no se llegará muy lejos.

Como podemos advertir, las organizaci­ones en la actualidad son entes complejos que cambian constantem­ente y que, las y los líderes, tienen la responsabi­lidad de procurar su desarrollo a través de las personas, así como otras caracterís­ticas internas y externas que las rodean.

Y tú, ¿qué más nos puedes compartir sobre cómo desarrolla­rse en una empresa o negocio? Te invito a dejar tu mensaje en mi página de Facebook David Villanueva Lomelí, con los Hashtags #Puebla y #Vívelabien.

Como mencionó el escritor y especialis­ta en gestión estadounid­ense Ken Blanchard: “En el pasado, el líder era un jefe. Los líderes de hoy deben ser socios de su gente... ya no pueden liderar basándose únicamente en el poder que deriva de su puesto de trabajo.”

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