El reconocimiento del control humano en leyes nacionales
Una de las características de los derechos humanos es la progresividad. Este principio de acuerdo a la SCJN, ordena ampliar el alcance y la protección de los derechos humanos en la mayor medida posible hasta lograr su plena efectividad.
Y, en ese sentido los derechos humanos tienen innumerables desafíos, sin embargo, en esta ocasión nos centraremos en la apuesta que tienen en cuanto a la protección de los bienes jurídicos, tales como: la igualdad, la libertad de expresión, el derecho de información, entre otros; en los escenarios que propicia la inteligencia artificial.
Según Iberdrola, la Inteligencia Artificial (IA), es la combinación de algoritmos planteados con el propósito de crear máquinas que presenten las mismas capacidades que el ser humano.
Stuart Russell y Peter Norvig hacen una clasificación entre los tipos de Inteligencia Artificial, a saber, son:
• Sistemas que piensan como humanos: Automatizan actividades como la toma de decisiones, la resolución de problemas y el aprendizaje. Un ejemplo son las redes neuronales artificiales.
• Sistemas que actúan como humanos: Se trata de computadoras que realizan tareas de forma similar a como lo hacen las personas. Es el caso de los robots.
• Sistemas que piensan racionalmente: Intentan emular el pensamiento lógico racional de los humanos, es decir, se investiga cómo lograr que las máquinas puedan percibir, razonar y actuar en consecuencia. Los sistemas expertos se engloban en este grupo.
• Sistemas que actúan racionalmente: Idealmente, son aquellos que tratan de imitar de manera racional el comportamiento humano, como los agentes inteligentes.
Esta herramienta tecnológica ya es parte de nuestra vida diaria: en los negocios, las relaciones interpersonales, la medicina, la educación, el deporte, incluso en las actividades diarias del hogar, que se han visto impactadas, ya sea de manera positiva o negativa. Asimismo, la inteligencia artificial implica un reto para las artes, las ciencias exactas y también para las ciencias sociales de las que forma parte el derecho y, como área específica de este, los derechos humanos; es así que surge la necesidad de reconocer nuevos derechos que tutelen los bienes jurídicos que pueden ser transgredido por la inteligencia artificial, a manera de ejemplo de los riesgos que el big data plantea respecto a los derechos a la privacidad y a la protección de datos personales; se puede citar el caso de la cadena de tiendas Target muy populares en Estados Unidos de Norteamérica, que ha invertido muchos recursos económicos en la analítica de datos y que esta le permitió inferir, a partir de los datos de compras de sus clientes, el embarazo de una estudiante de secundaria, incluso antes de que sus padres lo supieran. https://gc.scalahed.com/recursos/files/r161r/ w25274w/m1cdn111b_caso_s1.pdf
Casos como el antes citado son cada vez más frecuentes, ya que diariamente se entrega información personal a las plataformas digitales, por lo que es necesario que se protejan los derechos en esos espacios, y es justamente allí, donde nace la necesidad de reconocer derechos como el llamado “control humano”, que se refiere a la capacidad de que intervengan seres humanos durante el ciclo de diseño del sistema y en el seguimiento de su funcionamiento. Así, se habla de control humano como la capacidad que tienen las personas para supervisar la actividad global de un sistema de inteligencia artificial desde el tratamiento de los datos y algoritmos, hasta su uso, y de decidir cómo y cuándo utilizar el sistema en una situación determinada, lo que puede incluir la decisión de no utilizar un sistema de inteligencia artificial en una situación particular, establecer niveles de confidencialidad humana durante el uso del sistema o garantizar la posibilidad de ignorar una decisión adoptada por un sistema (Comisión Europea).
El derecho de control humano aún sigue en construcción, pero debido al desarrollo acelerado de la inteligencia artificial es indispensable someterlo a discusión de los sistemas de protección internacional y regionales de derechos humanos, para incorporarlo a los tratados y convenciones, así como crear iniciativas de ley en los órganos legislativos nacionales con el fin de regular a la inteligencia artificial y no violentar los derechos humanos.