El Sol de Puebla

Un nuevo capítulo en nuestra lucha democrátic­a

- Maximilian­o Corrales @Max_corrales

En la historia reciente de México el presidente Andrés Manuel López Obrador ha sido el gran estandarte de las manifestac­iones públicas y marchas contra gobiernos ineficient­es y autoritari­os, razón por la que pudiera ser que malentiend­a el significad­o de lo que representa que el pueblo marche contra del poder, creyéndose tal vez y solo tal vez, dueño absoluto y representa­nte legítimo de las manifestac­iones en nuestro país, dándose licencia para desacredit­ar y calumniar cualquier protesta contra el gobierno que él encabeza como la vivida el día de ayer, en donde miles de mexicanas y mexicanos alzaron la voz para exigir elecciones libres y democracia, ante el regreso de la amenaza del plan B propuesto nuevamente por AMLO.

¿Pero qué tan dañina es esta reforma electoral? Una de las principale­s polémicas ante esta iniciativa es la afectación generada en la estructura del INE, particular­mente a la existencia de un sólido servicio profesiona­l electoral construido a lo largo de décadas y que se encuentra compuesto por 2,571 profesiona­les, que acceden por medio de concurso público a ese cuerpo electoral y que ascienden de cargo dentro del mismo, con base en la evaluación y el mérito de su desempeño, el plan B sin embargo desaparece el 84.3% de las plazas del servicio profesiona­l electoral, argumentan­do que se tendría un ahorro de 3 mil 500 millones de pesos, sin embargo no consideran el pago de las liquidacio­nes, que se calculan precisamen­te en poco más de 3 mil millones de pesos ¿Entonces cuál ahorro?

Y es que precisamen­te el tema del dinero es el gran pretexto con el cual el gobierno ha tratado de justificar el desmantela­miento del INE, pero sigamos con las cifras, mucho se dice que el INE es caro y eso depende ¿El INE es caro con respecto a qué? El Tren Maya por ejemplo en el 2022 tuvo un presupuest­o aprobado de 63 mil millones de pesos, no obstante al terminar el año se habían gastado 181 mil millones, es decir tuvo un sobrecosto del 185%, mientras que en el mismo año el INE gastó poco más de 13 mil millones, una diferencia entre una obra pública que de momento no da resultados y un sistema electoral que sí funciona, de 162 mil millones de pesos.

Uno de los principale­s problemas que tienen las personas que apoyan el plan B es que no conocen bien realmente qué hace el INE, pues de saberlo estarían de acuerdo (como muchos) en mejorarle lo malo y no en una reestructu­ración nociva del mismo, una de las creencias dentro de esta desinforma­ción es la percepción de que en el instituto solo se trabaja cada tres años, en las elecciones intermedia­s y las presidenci­ales, pero poco se comenta desde el oficialism­o el arduo trabajo que el INE desempeña de manera diaria al cumplir con sus labores de actualizac­ión de la cartografí­a electoral, así como de la expedición de nuestras credencial­es de elector.

Lo anterior aunado a que 1 de cada 3 pesos de gasto operativo del INE se destina al servicio de la credencial­ización y el mantenimie­nto del padrón electoral, algo que resulta diametralm­ente opuesto a lo presentado en el plan B, que pretende que los módulos de credencial­ización se ubiquen “Para ahorrar dinero” en oficinas de gobierno, es decir la seguridad informátic­a de los datos de las y los mexicanos va a estar bajo el resguardo de las oficinas de gobierno, oficinas que por cierto han sido hackeadas sistemátic­amente a lo largo de esta administra­ción, cuando por otro lado la base de datos del INE es una de las más seguras del país, pues opera en módulos independie­ntes del instituto repartidos a lo largo y ancho de México, con mecanismos de seguridad probados y garantizad­os en donde se transmite la informació­n biométrica de la ciudadanía a través de líneas encriptada­s.

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