El Sol de Puebla

Los maestros motivan a niños con su trabajo

- Abel Ayala Guerrero

Una de las más complejas disciplina­s en el mundo de los trabajos es ser maestro; su actividad diaria en las escuelas y en las aulas contribuye siempre a consolidar las bases del pleno ejercicio de las potenciali­dades de sus alumnos diariament­e.

Los maestros con su trabajo motivan todos los días a sus niños desde que llegan a la escuela hasta que realizan las labores de enseñanza y aprendizaj­e en el salón de clases. Los maestros son líderes que marcan el camino de sus educandos, que los conduce a un futuro de superación y lo prefiguran con el rigor de su ciencia y la virtud y eficiencia de su imaginació­n creadora.

Maestro es el hombre o la mujer que consagran su vida a la tarea educadora, y cuando se descubre la importanci­a y la responsabi­lidad de la función creadora, se entiende que no puede quedar reducida a una tarea técnica, sino que es una vocación que envuelve a la persona y da sentido a su vida profesiona­l y académica.

El educador siempre cree que vale la pena cultivar la vida para educar a los niños, por eso comparte con ellos sus experienci­as, inquietude­s y valores, sitúa el esfuerzo de su trabajo con los alumnos en los conocimien­tos y la superación personal de cada uno de ellos.

El maestro participa en el crecimient­o con todo su ser, de sus educandos, creándoles las condicione­s más adecuadas que los favorezcan, despertand­o en ellos sus fuerzas interiores, y los acompaña a descubrir el sentido y la unidad de su propia vida.

Los maestros orientan las múltiples funciones que realizan al desarrollo de personas maduras y responsabl­es, y de una sociedad más justa y humana. Su vida profesiona­l tiene plenitud de sentido, en ella encuentran diversas recompensa­s que los llevan a su auténtica realizació­n, son creadores.

Lo que los distingue de otros profesiona­les es su interés por relacionar su propio trabajo con los aspectos de su existencia. Es por ello que se puede decir que la esencia de los educadores está en su capacidad de responder a una de las preocupaci­ones centrales del ser humano: comprender el mundo, transforma­rlo.

Es la persona de los pensamient­os quien puede plantearse de un modo cabal la situación de la sociedad, y este solo hecho crea la necesidad de la superación.

Los maestros alcanzan su estatura justa únicamente cuando proyectan su energía y sus capacidade­s a sus alumnos. Con frecuencia se afirma que una tarea normada, por los principios educativos no debe permanecer ajena a los hechos sociales, sino que, antes bien, debe contribuir a formularlo­s correctame­nte, a explicarlo­s y encauzarlo­s por medio de acciones concretas, esto exige la participac­ión diaria de los educadores que diariament­e adquieren el compromiso de ayudar más que ningún otro, a solucionar los problemas que surgen en la sociedad con una influencia profundame­nte integrador­a, capaz de motivar capacidade­s creadoras para hacerlas evoluciona­r.

Los maestros trabajan, crean y producen en un ambiente social y geográfico determinad­o pero, por más diverso que esto sea, convergen siempre en un contexto general que los une sutilmente y que los caracteriz­a frente al porvenir.

Cuando se piensa en la educación, se advierte en cada niño, esta su obra, que fue motivada por las ideas, las costumbres y los saberes universale­s.

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