ASESINATO, PUNTO DE QUIEBRE Y PARADOJA
De escándalo en escándalo
Puso en juego todo lo que habían ganado los periodistas en términos de libertad de expresión, considera la Doctora en Historia Vanessa Freije, autora del libro
“Los periodistas, como el combatiente sin relevo, vivimos y morimos con el uniforme de campaña puesto y el fusil humeante entre las manos”, escribió alguna vez el destacado periodista Manuel Buendía en un breve documento de su archivo personal, donde explicaba que la razón del oficio periodístico es “ser, aquí y ahora”, publicando y haciéndose oír con su palabra sin importar el medio.
Premonitorias o no, estas palabras de Buendía trascendieron su asesinato, cuya noticia paralizó a varios integrantes del gremio periodístico mexicano, los cuales -según consignaron varios periódicos, como La Prensa- asistieron a la escena del crimen, junto a “círculos políticos, sindicales, diplomáticos e intelectuales”.
LIBERTAD DE EXPRESIÓN EN JUEGO
En entrevista con la historiadora Vanessa Freije, lanza pistas para comprender por qué el asesinato de Manuel Buendía es considerado hoy, 40 años después, un punto de quiebre dentro de la historia del periodismo mexicano, y describe las señas particulares por las que su trabajo se volvió de gran relevancia en su momento.
“La violencia nunca había tocado a un periodista de tan alto perfil como el suyo. Mientras se consideraba que se iban abriendo espacios para la prensa mexicana, este asesinato aparentaba poner en juego todo lo que habían ganado los periodistas en términos de libertad de expresión.
“Fue un momento de asombro total. Para el gremio significaba que nadie estaba exento de la violencia, si habían podido asesinar al periodista más famoso de México, entonces podrían asesinar a cualquier periodista”, afirma Freije, autora del libro De escándalo en escándalo. Cómo las revelaciones periodísticas construyeron la opinión pública en México (2023, Siglo XXI).
SE ACERCÓ A LOS LECTORES
Para entender mejor la repercusión del trabajo de Buendía, como antecedente, la Doctora Freije explica, que para cuando el reportero comenzó su carrera de manera más formal, a mediados del siglo XX, el periodismo tenía dos principales tendencias, la de denuncia de malos manejos gubernamentales y otra formada por una “prensa de capitolio”, que se distinguía por su silencio y su compromiso con el PRI.
confrontar al poder e investigar temas sobre corrupción y a exhortar a la sociedad mexicana la democratización de la vida política del país.
Mientras, el narcotráfico se expandió por el territorio nacional, mismo que en décadas posteriores y en el actual siglo XXI representaría uno de los grandes riesgos de los periodistas. Sobre estos temas, la investigadora, menciona que tal vez Buendía no fue el detonador directo, pero sí uno de los referentes que puso el tema en discusión pública, lo cual continuó, incluso después de su muerte.
En el libro Ejercicio periodístico, cuya primera edición de 1985 fue publicado por su esposa, Dolores Ávalos, se encuentran compilados varios textos que utilizaba en sus numerosas conferencias de divulgación, así como notas de apuntes para sus clases como docente de la Universidad Nacional Autónoma de México y la Escuela de Periodismo Carlos Septién.
En varios de ellos, menciona su preocupación por la profesionalización del periodismo nacional, así como su respuesta ante la implementación de nuevas tecnologías y la aceleración de la información de cara al cierre del siglo XX.
“Manuel Buendía dejó una escuela de estudiantes a los que les interesó hacer un periodismo de investigación. Entre sus continuadores más importantes estaba Miguel Ángel Granados Chapa, entre muchos otros. Para los periodistas actuales, Manuel Buendía simboliza un pionero entre los columnistas mexicanos”, afirma Freije, quien considera que retomar el caso de Buendía nos recuerda la importancia de ver la historia en todos sus claroscuros para tener una visión clara de nuestro presente”, finaliza.
“Buendía era una paradoja, mantenía, una estrecha relación con la temida Dirección Federal de Seguridad, además de la Secretaría de Gobernación que la supervisaba. Éstas eran sus fuentes preferidas y nutrían mucho sus investigaciones. A la vez, buscaba interactuar con su público, dio espacio en sus columnas para las cartas de lectores”