El país de las mil y una corrupciones
En México somos tan únicos que hasta las mediciones globales nos hacen los mandados. Es el caso de la corrupción. A nivel global, el Grupo Banco Mundial considera que los negocios y personas pagan hasta 1.5 billones de dólares al año en mordidas, lo que representa 2% de lo que las economías generan. En el caso de México, no se sabe con precisión a cuánto equivale. Hace unas semanas se detonó una polémica por un texto del colectivo Verificado2018, que llegó a la conclusión de que nadie sabe por qué y de dónde salió que en México el costo de la corrupción es de 9% del PIB.
El Banco Mundial y el Instituto Mexicano para la Competitividad (Imco) tienen sus cálculos respectivos, pero nadie se hace cargo de la cifra de 9%. Según el instituto, el monto actual es de 890 mil millones de pesos, o 5% del PIB, 390 mil millones más de lo que señala Andrés Manuel López Obrador.
El caso es que estamos frente a un problema grave cuyo diagnóstico no está bien presentado y los candidatos a la Presidencia tomarán en cuenta la cifra que más les acomode. El oficialismo se irá por el daño menor, mientras que la oposición se irá por el más alto.
De cualquier forma, el daño por la corrupción es enorme, ya sean las mordidas que ofrecen o se les exigen a las personas, o los enormes moches que se pide a las empresas por operar, porque les perdonen fallas o las dejen participar y ganar licitaciones.
Lo que sí ha avanzado es la conciencia de que la corrupción y el soborno toman formas cada vez más distinguibles y, por ello, atacables.
En un estudio, la consultora PWC, refiere que la tasa general de delitos económicos en México creció de 37%, en 2016, a 58%, en lo que va de este año.
Pero estos no son simples delitos como evadir el fisco o suplantar la identidad de alguien. Lo que PWC dice es que, conforme avanza la adopción de las nuevas tecnologías y se vuelven más sofisticados los modelos de negocios, las prácticas de los delincuentes son también más complejas.
Según los autores del estudio, entre los crímenes que más crecieron están los cibernéticos, que pasaron de una tasa de 11%, en 2016, a 22%, dos años después.
Otros delitos económicos son: fraude contra el consumidor y la conducta empresarial indebida.
Al margen de las altas tasas que reporta PWC en cuanto al avance de los delitos económicos en México, pensar que el soborno y la corrupción, en el panorama que pinta la consultora aterra que dé por sentado que prácticas como la mordida sean algo normal. Estamos normalizando la corrupción y el cohecho. Con todo, hay paliativos. Una buena noticia en el reporte es que sus autores creen que las empresas mexicanas participantes en la encuesta al parecer toman en cuenta el entorno internacional y "han adquirido mayor conocimiento y conciencia sobre el fraude y los demás delitos económicos". Por ello, lo relevante no es que crezca la tasa de delitos económicos, sino que la tasa observada de 58% más bien deriva de que hay cierta confianza interna para reportar los delitos. Por algo se empieza.