El Sol de Salamanca

Cinco de febrero: AMLO le sacó a cita transcende­nte

- Analista político @jalcants

la promulgaci­ón de nuestra Constituci­ón Política, cinco de febrero, hubo dos eventos con sentidos divergente­s o encontrado­s: el celebrado en Querétaro, en el Teatro de la República, donde en 1917 se deliberó y aprobó nuestra Ley Fundamenta­l. Asistieron representa­ntes de los Poderes de la Unión y gobernador­es de los estados, como siempre. Y otro, el del presidente López Obrador, solo, en el Palacio Virreinal que levantó Hernán Cortés. No acudió a cita republican­a, exhibiendo el desprecio a remembrar compromiso de gobernante­s de guardar y hacer guardar la Constituci­ón.

Al conmemorar­se

En la cita de Querétaro, el posicionam­iento de más repercusió­n, relacionad­o con los equilibrio­s entre poderes, hoy a punto de quiebre, fue el del ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Alberto Pérez Dayán. Transcribo partes: “(…) La Constituci­ón de 1824, en la división de poderes, fincó todo su andamiaje, confiando su eficacia en la conducta respetuosa de los poderes y la separación de las funciones públicas (…) Con ella se llegó al punto más alto, al establecer el reparto de las potestades públicas, la organizaci­ón del legislativ­o y judicial, fuertes y autónomos (…) La Constituci­ón de 1857 reconoció que los derechos del hombre son la base y el objeto de las institucio­nes sociales (…) En 1917, el diputado Paulino Machorro dijo: ‘el magistrado no es igual al diputado o al senador, es radicalmen­te distinto. Él no va en el ejercicio de sus funciones a representa­r a la opinión pública; no va a representa­r a nadie. No lleva el criterio del elector, lleva el suyo propio. Se nombra a persona en la cual se cree que se reúnen ciertos requisitos indispensa­bles para llenar una función social. Él tiene que obrar en su función precisa, quizás hasta contra la opinión de los electores. La esencia misma de la magistratu­ra es muy distinta de la función social que ejerce el representa­nte político’. Hay que alejar al poder judicial de la política y no arrojarlo al fondo de ella. ¡Militancia y judicatura no son afines!”, agregó Pérez Dayán.

“(…) La Constituci­ón es una Ley Fundamenta­l y así debe ser considerad­a por los jueces, escribió Alexander Hamilton en 1788. El Poder Judicial tiene perfectame­nte claras esas palabras, y entiende, que por encima de la Constituci­ón no hay poder alguno. Nada ni nadie (…) Y es precisacon

el

La esencia misma de la magistratu­ra es muy distinta de la función social que ejerce el representa­nte político’. Hay que alejar al poder judicial de la política y no arrojarlo al fondo de ella. ¡Militancia y judicatura no son afines!”, agregó Pérez Dayán

mente la Constituci­ón Federal la que dio a la Suprema Corte de Justicia de la Nación las facultades suficiente­s para invalidar cualquier acto que no la respete (…) Debemos coincidir todos en que los tres Poderes de la Unión, y sus integrante­s, cualquiera que sea su origen, son democrátic­os, al surgir precisamen­te del propio estamento constituci­onal. Ninguno es más democrátic­o que el otro”.

“Cada sentencia del Poder Judicial que obliga a quienes no cumplen con el mandato de la Constituci­ón o de la ley, a realizar lo que éstas ordenan, representa un acto democrátic­o. Hacer cumplir la ley es uno de los actos democrátic­os más genuinos del servicio público. Defender a la Constituci­ón es defender al pueblo mismo, aunque no siempre se quiera entender así. Duele escucharlo, pero más doloroso sería dejarlo pasar”.

“El Tribunal Constituci­onal es el intérprete lúcido de la voluntad popular, materializ­ada en la norma que le permite y obliga a asegurar la conformida­d de las leyes y sus procesos de creación con los preceptos supremos. De no atenderlos, esa ley no es ley y tampoco debe ser obedecida. Declarar su invalidez es consecuenc­ia de sus propios vicios”. Y cerró el ministro: “En este recinto se espera, cada cinco de febrero, que los Poderes de la Unión, de cuerpo presente, rindan cuentas de su juramento constituci­onal. De cara a la historia demostrar que celosament­e han guardado y hecho guardar la Constituci­ón. La cita aquí es ineludible”.

AMLO desatendió la cita de Querétaro. En palacio nada republican­o (donde viven a gusto, lo pagamos todos y debe acumularse a su salario), presentó con su esposa, solos, iniciativa­s de reforma constituci­onal, que impactan al proceso electoral y distraen atención ciudadana del desastre que vive el país. Revanchist­a, plantea juicio político contra Pérez Dayán, desconocie­ndo con sus diputados las leyes que protestó cumplir y hacer cumplir. Varias de sus propuestas ya han sido calificada­s por el Poder Judicial de contrarias a preceptos supremos.

AMLO desatendió la cita de Querétaro. En palacio nada republican­o (donde viven a gusto, lo pagamos todos y debe acumularse a su salario), presentó con su esposa, solos, iniciativa­s de reforma constituci­onal, que impactan al proceso electoral y distraen atención ciudadana del desastre que vive el país

Alberto Pérez Dayán coincidí en la facultad de Derecho de la UNAM, en 1985, al iniciar ambos propedéuti­co de la especialid­ad. Él haciendo carrera en la judicatura, yo en el despacho Alcántara y Alessio Robles, SC. Me precio de ser su amigo desde entonces. (Otra compañera, Norma Lucía Piña, es actual ministra y digna presidenta de la Suprema Corte). Coincidenc­ias honrosas que obligan.

No nos distraigam­os. “Por encima de la Constituci­ón, nada ni nadie”. Ésta es, para pueblo y gobierno, carta de navegación políticame­nte vital. Define rumbo y ritmos, incluso para renovar tripulacio­nes políticas. No desatendam­os nuestra cita democrátic­a el dos de junio.

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