El grupo cultural El Marqués se reunió para eventos de noviembre
Nuestro país es producto de un intenso mestizaje, con predominio de raíces indígenas
De pocas cosas tiene el hombre seguridad. La única certeza indiscutible es que algún día tendremos que morir. Es un hecho que no se puede eludir ni predecir. Sin embargo, no sabemos si la muerte es el principio o el fin de la existencia misma, ya que encierra un extraño misterio que ha obligado a la humanidad, en todos los tiempos y en todas las culturas, a plantearse no sólo la reflexión sobre ella, sino también sobre la vida. ¿De dónde venimos y hacia dónde vamos?
Nuestro país es producto de un intenso mestizaje, con predominio de raíces indígenas en sus expresiones de cultura popular, donde las creencias de nuestro pasado prehispánico están presentes y se sincretizan con las costumbres de la cultura hispana. Así nace el Día de Muertos, un espacio para compartir entre los vivos y los muertos. Con esta reflexión la directora del grupo dio la bienvenida a sus compañeros y les invitó a ver la Ofrenda de Muertos, que en ocasión de su XXV Aniversario fue muy especial y emotiva, ya que estuvo dedicada a seis integrantes del grupo que ya fallecieron, así como a la periodista Mireya Ballesteros.
Más tarde invité al grupo a ver una bella colección de catrinas y comenté que en muchos países la palabra muerte jamás se pronuncia y se le tiene gran respeto. El mexicano, en cambio, la festeja. Tal vez tengamos el mismo miedo de los otros, pero nosotros la miramos cara a cara. El Día de Muertos refleja claramente cuál es nuestra actitud ante ella: es la fiesta donde se canta, se come, se ríe, se baila con ella… con la pelona. Surgen así los alfeñiques, las calaveritas de azúcar, las catrinas. Es imposible, por ejemplo, entender la estética mexicana sin la obra del grabador José Guadalupe Posada. Sus esqueletos, como por ejemplo la célebre Catrina, ejercen una especial fascinación en quienes los contemplan, pues al aproximarse a la muerte desde una perspectiva lejana a la religiosidad, nos ofrecen una visión irónica y divertida de la muerte. En la celebración no pudo faltar la gastronomía festiva, con la que disfrutaron de esta reunión en la que el grupo disfrutó de un pan de muerto y chocolate, que complementaron con un rico mousse de mandarina.