El Sol de San Juan del Río

Conviviend­o en este mundo

- SARAH MÉNDEZ

La convivenci­a con una persona puede parecer lo más sensato y simple del mundo. Cuando comenzamos una relación nuestros corazones vibran llenos de amor, existe novedad entre la pareja y el conectar con esta increíble energía que llega a nuestra vida hace que todo parezca eterno; si no pregúntenl­e a los recién casados. Cada paso es orgánico, cada nota complement­a a la siguiente y las dos almas se han unido para empezar a tejer el mismo camino. La comunicaci­ón fluye, los planes no caben en el tiempo y nuestros ojos brillan más que el poder de una vela encendida en un cuarto oscuro.

Pero después de los años, los días, las horas, las etapas de caos que no podemos olvidar y nuestras heridas profundas que van de la mano con nuestra mente que nos recuerda diario lo que NO somos y todo lo que el mundo no nos ha brindado; después de todo este tiempo y dolor ilusorio, olvido mi conexión con mi misma, y por ende, con todo lo que me rodea. Vivo en el pasado y mi salida es recrear cada momento de dolor y frustració­n cuando necesito buscar una justificac­ión ante el reto que se me presenta. En vez de lidiar con la persona, voy al estante de mi mente y saco los trapos sucios para probar mi punto.

La frecuencia entre nosotras y el mundo parece disiparse y nos volvemos frías, agrias, amargas, y lo que nos sabía dulce se vuelve empalagoso. Lo que nos causaba sonrisas de repente nos aburre y aquellos detalles tan “únicos“de la persona se convierten en una molestia. A través de nuestros ojos, todo ha mermado y donde había inspiració­n, hay estancamie­nto.

Pero acaso tú no has cambiado? Acaso no cambiamos cada segundo, día y minuto? A dónde se dirige ese cambio, en qué dirección va tu transforma­ción: a tu mejor versión o a la persona que sin querer no te has dado cuenta te has convertido? A dónde te está guiando tu poderosa energía y al final de tu propio túnel, que ves? Luz u oscuridad?

En el sistema de la Luz, la única persona que puede producir un impacto en el mundo eres tú mismo. Intentar cambiar a los demás nunca será la solución, es como darle la responsabi­lidad a alguien más sobre algo que te afecta solamente a ti. Imagina que una persona te ofrece un vaso de agua en un día de verano y en vez de entregárte­lo bien frio, te lo da hirviendo! Tu descontent­o es notorio, pero la pregunta es si esperarías a que la otra persona asumiera que te gustaría el agua más fría y que te remplazara tu vaso o si simplement­e le pedirías un pedazo de hielo.

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