El Sol de San Juan del Río

El Jardín Botánico expone el último cuadro terminado de Eduardo Arroyo

La viuda del pintor, Isabel Azcárate, ha recordado que el artista “terminó como él quería, trabajando”

- DPA

El buque fantasma, nombre del último cuadro terminado por el pintor Eduardo Arroyo antes de morir, es la pieza estrella de la exposición del mismo nombre comisariad­a por Fabienne Di Rocco y que estará hasta el próximo 17 de marzo en el Pabellón Villanueva del Real Jardín Botánico. La viuda del pintor, Isabel Azcárate, ha recordado que el artista “terminó como él quería, trabajando”.

Este cuadro --inspirado en la música de Richard Wagner-- no fue el único en el que estuvo trabajando Arroyo durante sus últimos meses de vida. Tal y como ha explicado Di Rocco, hay otros dos cuadros inconcluso­s, uno que empezó en su estudio de Madrid como suerte de homenaje a los Diez negritos de Agatha Christie y otro en el que solo aparece un retrato de Lenin.

El primero iba a llevar de título ‘Tres visitadora­s en la cocina de Agatha Christie’ e incluye un bellísimo retrato de la escritora británica en la parte izquierda del lienzo. Por su parte, el retrato de Lenin era parte de una obra más grande que iba a incluir retratos de Mao Tse Tung, Marx y Stalin, además de un león en el centro, bajo el título de La bella y la bestia.

Para Azcárate, el futuro de estas obras es incierto, aunque reconoce que en el caso de La bella y la bestia, pese a contar con el busto de Lenin ya pintado, “no tiene sentido completo”. “¿Qué vamos a hacer con eso? En el caso de Agatha sí, yo creo que igual ahí se puede hacer algo, pero es algo que se tendrá que hablar”, ha señalado.

LA BIBLIOTECA Y EL

RESTO DE LA OBRA

Estos cuadros no son las únicas decisiones que la familia tendrá que tomar respecto al legado de Arroyo. Por el momento, Azcárate ha adelantado que el primer objetivo será el de terminar la biblioteca que ya empezó el pasado mes de julio y se va a hacer todo lo posible por mantener los dos estudios del pintor, tanto el de Madrid como el de Robles de Laciana en León.

Sobre el resto de la obra, la viuda del artista ha recordado que también habrá que hablar con el hijo de Arroyo --”lo único que pidió es que se guardaran sus cuadros y que nunca le fallemos”--, mientras que Di Rocco --”no queremos que se pierda nada de su obra”-- ha añadido que casi todo está a la venta. “Eduardo vivía de su trabajo y supongo que si los herederos quieren, se seguirá por esa línea”, ha indicado.

También ha sobrevolad­o en las preguntas la posibilida­d de crear una fundación para salvaguard­ar su obra, algo que los presentes han descartado porque no concuerda con la idea del propio artista. “Si una comunidad autónoma hiciera un museo de Arroyo, creo que se levantaría de su tumba”, ha comentado con humor el director de La Fábrica, Alberto Arnaut. “YA NO TENÍA FUERZAS”

Arroyo empezó a pintar El buque fantasma en el mes de julio. “Ya se sentía mal y solo cuando se recuperaba un poco bajaba y continuaba pintando. Pero yo me daba cuenta de que no tenía fuerzas”, ha añadido Azcárate, quien ha reiterado que el pintor siempre quiso seguir viviendo.

“Es tan difícil acomodarse a que no esté...Pero él siempre tuvo la satisfacci­ón de hacer lo que quiso, de hecho decía que no debía nada a nadie y por eso decía lo que quería”, ha remarcado su viuda, quien también ha insistido en que su ilusión para esta exposición era la de estar en el Jardín Botánico. “De hecho, hasta decía que si se la pedían para el Reina Sofía, no iría: tenía que ser aquí”, ha añadido.

El buque fantasma --una composició­n en la que aparece un submarino con ruedas en el centro, rodeado de caballitos de mar rojos y también por máscaras de Fantomas y colores vivos-- no estará solo en una muestra coproducid­a junto a la Fundación Enaire que reúne 38 obras entre escultura y pintura.

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El buque fantasma.

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