Revelaciones sobre el Santo Grial
El historiador Carlos Taranilla, uno de los principales estudiosos de la copa utilizada por Jesucristo en la Última Cena, desvela algunos de los aspectos más sorprendentes
Con el nombre de Santo Grial se ha venido denominando desde el siglo XII, al cáliz en el que, según la religión cristiana, Jesús instauró el sacramento de la Eucaristía durante la Última Cena. El historiador Taranilla es autor de ‘El Santo Grial’ una obra de referencia en el sobre el mito y la historia de la reliquia por excelencia del cristianismo, en la que arroja luz sobre los orígenes, el contexto histórico en que se forjó la leyenda y la posibilidad de que el cáliz de la Última Cena se conserve en la actualidad.
Este cáliz “es el mismo en el que José de Arimatea recogió la Sangre del Redentor que brotaba en la herida abierta en su costado durante la crucifixión por la lanza del centurión Longino”, señala Taranilla.
El autor falleció dejando inacabada la obra y otros trovadores la continuaron, entre ellos Robert de Boron, realizando una ‘traslatio’ (traslación) hacia los tiempos evangélicos al emparentar la narración con el evangelio apócrifo de Nicodemo para relacionar dicho recipiente con el cáliz de Jesucristo.
“El Santo Grial no puede ser un hecho histórico, puesto que su única fuente de documentación son los textos sagrados que no tienen valor probatorio. Nace en la leyenda y ésta le ha transformado en un mito que ha perdurado a través de los siglos entre los buscadores de lo imposible”, enfatiza.
Añade que hasta finales del siglo IV (año 301 a 400 de nuestra era) no se produjo ninguna noticia sobre el cáliz. En esa época varios peregrinos venidos de Tierra Santa mencionaron haber visto la reliquia, pero “sin que exista ninguna prueba que nos permita concluir que se tratara del auténtico recipiente que para los creyentes tuvo en sus manos Jesucristo, Evangelios en mano”, según este autor. Taranilla destaca que, en su libro sobre el Santo Grial, publicado en 2018 ha aportado por primera vez documentación fehaciente para los creyentes sobre dos aspectos concretos sobre este tema.
Señala que en primer lugar, aporta la constatación de una ‘authenticae’ que se conserva en el Departamento de Manuscritos de la Biblioteca Apostólica Vaticana. Por lo tanto, si la reliquia que se conserva del cáliz del Señor es de madera, “el cáliz de la Última Cena también estaba labrado en este material”, puntualiza Taranilla.
En segundo término, este historiador ha documentado el traslado del objeto que era venerado por los antiguos cristianos de la Ciudad Santa como el auténtico Cáliz de la Última Cena desde la basílica del Santo Sepulcro de Jerusalén hacia Roma, entre los años 800-900 de nuestra era.