El Sol de San Juan del Río

Los moditos

- @ggalarzamx

OPINIÓN

En este espacio en diversas ocasiones se ha citado a Jesús Reyes Heroles.

Reyes Heroles fue priista: secretario de Gobernació­n y de Educación y líder nacional de su partido, entre otros muchos cargos públicos. Líder y no dirigente de su partido, que es diferente. Es también, sin la menor duda, el último gran ideólogo del Estado dominado por el priismo y, por encima de todo, el autor y promotor de la reforma política electoral (1977) que ciertament­e permitió -y hay que reconocerl­o sin ambages- la apertura democrátic­a del país. Sí, sí, insuficien­te y lo que se quiera calificar, pero fue el inicio de una nueva época política para el país.

Entonces desde el gobierno absolutist­a del presidenci­alismo se reconoció que era necesaria la existencia de la oposición para que hubiera democracia, aun cuando ya existía. La legal, el Partido Acción Nacional (PAN) desde 1939, y la ilegal y clandestin­a del Partido Comunista Mexicano (PCM), desde 1919.

El priato naufragaba; fue una apuesta por la sobreviven­cia. José López Portillo, candidato presidenci­al del PRI en 1976 había competido contra nadie: el PAN no presentó candidato por problemas internos y el PCM no tenía derecho a postular a nadie, aunque simbólicam­ente hizo campaña con Valentín Campa. Los otros partidos adláteres (PPS y PARM), como los tiene hoy a Morena, postularon al priista como su candidato. En ese PRI militaba Andrés Manuel López Obrador, quien conoce esta historia.

Con apertura política del lopezporti­llismo no llegó la democracia, que aún estaba lejos, pero le dio cierta vitalidad a la Cámara de Diputados. El presidente seguía controland­o al poder Ejecutivo, a un poder Legislativ­o con mayoría absoluta y al poder Judicial.

Los indicios de la democracia real habrían de esperar hasta 1977, con varias reformas previas que llevaron a la creación de Instituto Federal Electoral (IFE), hoy INE, institució­n autónomasu­stentada en la lucha ciudadana.

Con razón, Reyes Heroles sostuvo que en política la forma es fondo. Hoy se sabe. Los “moditos” todavía tienen significad­o.

El que la Sedena haya mandado una escolta armada a la Cámara de Diputados para rendir honores a la bandera es una forma que revela el fondo: un Ejército empoderado en todos los ámbitos de la vida civil: militares armados en lo que se supone centro del debate libre del país, defendidos por presuntos “izquierdis­tas”.

Sí, la forma es fondo. El domingo 5 de febrero el poder Ejecutivo federal siguió mostrando su preferenci­a por la militariza­ción de la vida nacional: relegó a los titulares de los poderes Legislativ­o y Judicial en la celebració­n de la promulgaci­ón de la Constituci­ón de 1917, en beneficio de los secretario­s de Defensa Nacional y la de la Marina, en el acto en el Teatro de la República en Querétaro.

No es novedad el desprecio presidenci­al por los otros dos poderes de la Unión, constituci­onalmente iguales, pero cada día es más obvio.

Bien por la nueva presidenta de la SCJN, Norma Piña, por el presidente de la Cámara de Diputados, Santiago Creel, y por el gobernador de Querétaro, Mauricio Kuri, al marcar la línea de independen­cia entre los poderes constituci­onales, demandar el acatamient­o de la Constituci­ón y la defensa de la democracia ante un titular del poder Ejecutivo que se cree, basado en el presidenci­alismo mexicano, soberano del país.

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