El Sol de San Juan del Río

Adiós al s ímbolo sexual de Hol lywood

Raquel Welch mur ió este miércoles a los 82 años tras una breve enfermedad, dej ando de luto a un a industria que aún la vener a

- EDUARDO BAUTISTA

Aunque p articipó en más de una treinten a de pelíc ulas y decenas de programas de televisión, Raquel Welch se coló al imag inario c olectivo del mundo por el erotismo que derramó en Un millón de años A.C. 1966),( una de las cintas más taquillera­s de aquella década.

De ascendenci­a boliviana y piel br onceada, la actriz falleció ayer a los 82 años tras luchar contra una breve enfermedad, informó su agente, Stephen Lamanna, dejando en luto a la industria hollywoode­nse que la mantiene como uno de sus grandes hitos del siglo XX.

Ella emergió de la pantalla grande para introducir­se en lo que el marketin g suele llamar una pin up girl, es decir, una imagen femenina que puede adquirir forma de playera, de póster o de c ualquier otro afiche. Sin embargo, su significado trasciende los conceptos mercadológ­icos. Raquel Welch formó parte de la époc a dorada de Hollywood al convertirs­e en un símbolo de la liberación sexual de la época sesentera, tan convulsa por los mov imientos contracult­urales y las rebeliones juveniles.

“Raquel Welch es uno de los casos, quizá pocos, en los que la se xualidad estalla con un innegable imán interpreta­tivo. Trabajó c on gr andes figur as c omo De Sic a, Mastroiani y Sinatra”, asegura Gerardo Gil Ballestero­s, crítico de esta casa editorial.

Y es que varias generacion­es crecieron viendo la belleza inconfundi­ble de Raquel Welch, quien en Un millón de años A.C. (1966) vistió un bik ini que no f ue menos atractivo que la hist oria de aventur as prehistóri­cas que se estaba contando.

En alguna ocasión, la actriz reveló que no tenía mucha esperanza de que aquella película trascendie­ra más allá del momento. “Yo pensé que era una película boba de dinosaurio­s que íbamos a dej ar olvidada debajo del tapete algún día. ¡Error! Resultó que yo era la Bo Derek de la temporada. La chica en el ve stido de piel de la que t odos decían ‘¡por dios, qué cuerpo!', y que esperaban que desapareci­era de un día al otro''.

Su c arrera en la Mec a del c ine c ontinuó, aunque no con la misma f ama que había adquirido. En 1970, la revista Playboy la declar ó “la mujer más deseada de la década”.

“En los se senta R aquel Welch port ó el bik ini c on gracia y talento, mucho antes de que la corrección política permeara. Es una figura innegable de la evolución hacia una libertad sexual que venía en mucho por figuras del cine y la televisión. No necesitaba decirlo: era un símbolo, el símbolo de un a época que pugnaba por el gozo y la liber

El ascenso artístico de la actr iz coincidió con una época de diversidad sexual enmarcada dentro de la contracult­ura estadounid­ense

tad”, señala Gil Ballestero­s.

Aunque Raquel Welch nació en Chicago y creció en San Diego, su padre era boliviano: el in geniero aeronáutic­o Armando Carlos Tejada Urquizo. De hecho, el nombre real de Welch es Jo Raquel Tejada y era pariente de Lydia Gueiler Tejada, la primera presidenta de Bolivia durante un bre ve per ido (de 1979 a1980).

El ascenso artístico de la actriz c oincidió c on un a época de diversidad sexual enmarcada dentr o de la contracult­ura e stadounide­nse, que encontró en laliberaci­ón erótica, las filosofías or ientales y la músic a rock algunos vehículos para expresarse y llegar a millones de jóvenes.

“Fue una figura emblemátic­a del cine y lo que pueden lograr sus figuras por medio de su trabajo más allá del disc urso”, concluye Ballestero­s.

“Raquel Welch es uno de los casos, quizá pocos, en los que la sexualidad estalla con un innegable imán interpreta­tivo”

CRÍTICO DE CINE

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VINCE BUCCI /AFP Su sensualida­d seducía a l a cámara

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