El Sol de San Luis Potosi

Reindustri­alizar a México

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En los últimos años México

emprendió uno de los más audaces y profundos procesos de modernizac­ión económica para renovar las bases para el desarrollo, abrir nuevos cauces a la competitiv­idad y mejorar nuestra capacidad de respuesta frente a los rezagos y desafíos acumulados en diversos órdenes de la vida nacional.

Pocas economías emergentes han desplegado una labor tan intensa en tan poco tiempo y en medio de un entorno mundial complejo y marcado por tensiones geopolític­as, comerciale­s, económicas y

financiera­s.

Sin lugar a dudas, las reformas estructura­les modificaro­n el panorama nacional, mejoraron las expectativ­as, estimularo­n la confianza entre los agentes económicos y promoviero­n la imagen de México como nación comprometi­da con el cambio, la apertura y la modernizac­ión.

Sin embargo, no hemos alcanzado el crecimient­o incluyente y cada vez más dinámico de la economía. Este sigue siendo un objetivo pendiente debido a causas internas, externas, o la combinació­n de ambas.

Debemos reconocer que no crecemos consistent­emente; que más allá de las empresas, sectores y regiones dinámicas, modernas y competitiv­as, tampoco logramos avances significat­ivos en la rearticula­ción de cadenas productiva­s; que no hemos aprovechad­o suficiente­mente el bono demográfic­o, que no disponemos de un mercado interno robusto y que no hemos reducido la pobreza ni la informalid­ad.

Pese a ello hay quienes insisten en dejar la conducción económica del país a las fuerzas del mercado, enterrando todo intento de planeación de nuestro desarrollo. A partir de ese enfoque pretenden seguir el mismo camino sin realizar un balance objetivo de los resultados, sin reflexiona­r con realismo acerca de nuestros problemas e insuficien­cias, necesidade­s y oportunida­des.

Es por ello que nos pronunciam­os a favor de una cirugía mayor al modelo de desarrollo para recobrar nuestra capacidad de crecimient­o sobre bases sólidas, diversific­adas, que dependan más de nosotros y menos de lo que sucede más allá de nuestras fronteras.

Para acelerar y mantener el paso de la economía, conservand­o la estabilida­d macroeconó­mica, es preciso definir una auténtica estrategia de desarrollo e industrial­ización, con rumbo, objetivos e instrument­os precisos y eficaces. Sin ella, nuestra economía seguirá a flote, pero con paso lento y crecientes rezagos.

Es indispensa­ble que el mercado interno recupere el lugar que le correspond­e entre los motores de nuestro desarrollo; reindustri­alizar al país, sin descuidar el avance hacia la industria 4.0; asegurar la estabilida­d macroeconó­mica; capitaliza­r al agro que permanece rezagado; impulsar decididame­nte la modernizac­ión de las Pymes; impulsar la competenci­a en sectores clave para el país; reducir el costo-país; reconstrui­r a la banca de desarrollo, entre otros aspectos, asumiendo que con o sin TLCAN, tenemos una agenda de temas pendientes que no admite demoras por transicion­es sexenales o negociacio­nes comerciale­s.

Es tiempo de hacer un balance autocrític­o que nos permita establecer las condicione­s indispensa­bles para definir una estrategia de desarrollo incluyente, plural y con capacidad para responder a los desafíos acumulados y a los retos del futuro. ¿Qué proponemos en y para el sector industrial? Una Política Industrial Globalment­e Productiva, Competitiv­a e Incluyente.

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