El Sol de San Luis Potosi

DIA DE LOS MUERTOS

- CORTESÍA

Esta es una historia verídica que me contó mi padre Faustino Palacios Rangel, a quien sus nietos cariñosame­nte llamaban “Papá Tino”. Era originario del estado de Guanajuato. Nació en Santa Rosa de Lima, en la esplendoro­sa Sierra de Guanajuato Como dice la canción de José Alfredo Jiménez en Caminos de Guanajuato … Camino de Santa de Santa Rosa, la Sierra de Guanajuato, allí nomas tras lomita se ve Dolores Hidalgo, allí me quedo paisanos allí es mi pueblo adorado…

Esta canción era la favorita de mi padre. Sin olvidar que formó parte de Banda Infantil de Acámbaro, cuando era Presidente de la República Mexicana, el general Álvaro Obregón, quien los llevó en su tren presidenci­al a recorrer el estado de Guanajuato y otros estados, dejando en Acámbaro a su Banda presidenci­al para que no se quedaran sin conciertos, los guanajuate­nses son un pueblo de artistas y entre las artes cultivan la música, en cada casa tienen un instrument­o musical y lo estudian para armonizar sus fiestas familiares, por eso a mi padre tenía el amor por la música y dentro de las melodías le gustaba escuchar la Viuda Alegre, La princesa del Dólar, la Traviata de Verdí y otras melodías del folklore Mexicano y clásicas, Guanajuato es cuna de grandes compositor­es.

Su papá era Don Tereso Palacios y su madre se llamaba Melquiades Rangel, el señor era minero y trabajaba en la mina la Valenciana. La familia era feliz, a pesar de que era numerosa con diez hijos, pues el salario en la mina era bueno; pero la felicidad no es eterna y sucedió que un mal día, el padre regresó muy enfermo del trabajo, con un dolor muy intenso en la espalda y en el pecho, era una asesina pulmonía que le hacía retorcerse de dolor, en la mina los trabajador­es andan casi desnudos con la ropa necesaria, pues el calor en las profundida­des de la tierra es muy intenso y al salir a la boca de la mina el frío es mu fuerte. Doña Melquiades y la familia

le dieron toda clase de infusiones de las yerbas que crecen en el campo, entonces no existían los milagrosos antibiótic­os, ni la mágica penicilina descubiert­a por Luis Pasteur.

Aquella nefasta y trágica noche que marcaba el destino de aquella familia, se convirtió en un calvario y una pesadilla, pues el enfermo cada vez respiraba con más dificultad y empezaba a tocar los umbrales de la muerte.

Hijos míos, esposa querida, siento que los tengo que abandonar, allí en la puerta está una señora vestida de negro y me dice que ya es hora que tengo que irme.

Papá Tino con los ojos saliéndose de las orbitas, escudriñab­a en la oscuridad y se esforzaba por explorar por fuera de la habitación para encontrar a la misteriosa dama que apresuraba la partida de Tereso, Melquiades no podía sentirse celosa porque una dama llamaba a su marido, comprendía que la susodicha no era de este mundo sino que venía del más allá a llevarse el alma de su esposo, al lugar donde regresa.

Aquella noche terrible de dolor y tristeza y al empezar el amanecer Don Tereso falleció no sin antes de reunir a su familia y a su esposa a su alrededor y después de despedirse y darles el último beso y recomendar­les que se mantuviera­n unidos con amor y estimación junto a su madre.

Doña Melquiades sufrió una tragedia más, un día encontránd­ose en el mercado Hidalgo de la ciudad de Guanajuato, perdió a su pequeña hijita Leónides, cuando al pagar las tortillas, se descuidó y soltó momentánea­mente a su hija, cuando la buscó no la encontró por ningún lugar, se la habían robado. La madre desesperad­a muere en poco tiempo de tristeza por tan grandes pérdidas de su hija y de su esposo, no sin antes buscar una solución para la

Aquella noche terrible de dolor y tristeza y al empezar el amanecer Don Tereso falleció no sin antes de reunir a su familia y a su esposa a su alrededor y después de despedirse y darles el último beso y recomendar­les que se mantuviera­n unidos con amor y estimación junto a su madre.

sobreviven­cia de su familia en aquella época tan crítica de penuria y de hambre, desolación y muerte, la Revolución Mexicana iniciaba a principios del siglo pasado, en 1910 y toda la nación se encontraba agitada por un lucha fratricida que iba a traer muerte y destrucció­n. Los ideales de la lucha “sufragio efectivo y no reelección”, “tierra y libertad” eran la ruta del progreso de una nación, eran buenos.

La solución que encontró para la sobreviven­cia de sus hijos fue repartirlo­s con sus tíos, a Papá Tino, le tocó irse con su tía Apolinar en la ciudad de Acámbaro Guanajuato, donde sus tíos tenían un comercio de frutas y verduras en el mercado y Faustino, que era un chiquillo de escasos 8 años era el responsabl­e a tan corta edad de un puesto de fruta y verdura.

Los tíos de papá Tino al terminar la jornada se iban a dormir cómodament­e a su casa, dejando en cargado del negocio a Tino, quien se dormía en un viejo colchón y algunas mantas que le cubrían escasament­e el frío, pero la suerte no se olvida de los desamparad­os y los perros callejeros que habitaban el mercado, se iban a dormir al puesto y le servían de compañía, rodeándolo y dándole calor en su desamparo, había una perrita greñuda que se enrollaba a manera de bufanda en su cuello y le calentaba con calor maternal con su panza y cubriéndol­e amorosamen­te con sus ubres.

En una de aquellas noches Tino despertó, al escuchar las campanadas de una iglesia cercana llamando a los feligreses a misa, se levantó presuroso, sacudiéndo­se la cobija de perros, soñoliento se levantó, se cubrió con su sombrero y una cobija rala.

Caminó por las calles oscuras que comunican al Mercado Hidalgo y siguió por la calle hoy avenida Hidalgo que desemboca en una plaza con jardín y llegó al atrio de la iglesia de la Parroquia de San Francisco, donde se venera la imagen Sagrada de Nuestra Madre Santísima del Refugio de los Pecadores, quien es la Patrona de la ciudad de Acámbaro, Guanajuato, esta parroquia es muy antigua construida a principios del siglo XVI tiene una serie de túneles y pasadizos misterioso­s de fantasmas y aparecidos, de tesoros escondidos y de criptas, túneles que comunicaba­n al Pedregal un lugar distante con salida al campo, algo parecido a los túneles de San Luis Potosí como el que comunicaba al templo del Carmen con Pozas del Carmen un lugar distante de la ciudad. Vio que la gente entraba apresurada al templo, se encaminó a la puerta para entrar se codeaba con la gente y observó que al contacto con aquellos taciturnos personajes, sentía que al tocarse con sus cuerpos, sus brazos eran como troncos de madera, duros y fríos como témpanos de hielo, se sentó en una banca para persignars­e, la misa comenzó y tres padres salieron para iniciar con las palabras latinas Dominus vobiscum y contestar et cum spíritu tuo, porque anteriorme­nte la misa se celebraba en latín.

Los sacerdotes paseaban el incensario alrededor de una caja de muerto, al mismo tiempo que le rociaban con agua bendita, los sacerdotes dirigían sus oraciones a los feligreses y estos contestaba­n con voces lúgubres y cavernosas, que surgían de gargantas con sonidos de ultratumba, de aquellos personajes cubiertos con capuchas y sin poder ver sus rostros tapados por las sombras.

Papá Tino se siente incómodo y reflexiona: - lo que está sucediendo me parece muy extraño y siento miedo de estar aquí.

La misa terminó y el órgano con sonidos lúgubres cerraba la ceremonia y las extrañas personas salían apresurada­s como entraron y se deslizaban como sombras que se untaban a las paredes, desapareci­endo como hechas de humo, lo que sorprendió a Tino, quien salió rápido y cual no fue su sorpresa, que al voltear hacia la puerta, ya estaba cerrada, quiso regresar porque al salir olvido su sombrero en una banca.

Tino se regresó a su puesto en el mercado y en el camino se encontró a un guardián antes llamados serenos. _Disculpe señor, donde está toda la gente que acaba de salir de misa.

yo no he visto salir a nadie de la iglesia.

-Yo acabo salir de misa de la iglesia y mucha gente estuvo allí.

- Yo creo que tú estás borracho, a ver sóplame para olerte.

- No he tomado ni una copa, créame que lo que le digo es verdad.

Al día siguiente le comento el extraño suceso a su tía Pola.

-Lo que te sucedió es que asististe a una Misa de Difuntos, a una misa de muertos.

-No puedo creerlo y no encuentro ninguna explicació­n a lo que me sucedió.

-Olvidé mi sombrero en la iglesia. A temprana hora antes de que abrieran la iglesia, se apresuró para recoger su sombrero y cual no fue su sorpresa al encontrarl­o donde lo había olvidado.

-Allí está mi sombrero,

Mayor fue su confusión y no encontró una respuesta satisfacto­ria, surgieron muchas preguntas y pocas respuestas.

La única respuesta satisfacto­ria era que en esa fecha 2 de noviembre se celebraba el día de muertos y es cuando los espíritus de ultratumba, del inframundo vienen a visitar a sus seres queridos, quienes les preparan un altar de muertos con ofrendas, adornado con flores amarillas de cempasúchi­l y ponen un camino con estas flores para guiarlos en su camino hacia un arco al fondo del altar, se ponen las bebidas y comidas preferidas por los seres queridos que han muerto para que los degusten en esa noche, se adorna con calaveras de dulce y se ponen las fotografía­s de los familiares y amigos fallecidos, se ponen velas de cera por cada una de las almas.

Recuerdo a mi bisabuela Micaela Mexicano, a la manera de Gabriel García Márquez, cuando habla de Mamá Grande con esa majestuosi­dad y cariño, recuerdo cuando ponía su altar de muertos encendía dos velas de cera, pero una era más grande que la otra y yo le preguntaba porque eran de diferente tamaño y me con testaba, la vela más grande es para mi primer esposo Eulogio y era muy trabajador y la vela más chica es para mi segundo esposo Prisco que era muy flojo, había diferencia en los afectos y en el cumplimien­to del deber.

En su canción Caminos de Guanajuato de José Alfredo Jiménez , expresa: “la vida no vale nada, comienza siempre llorando y así llorando se acaba: por eso que en este mundo la vida no vale nada…bonito León Guanajuato, allí se apuesta la vida y se respeta al que gana”…en forma bravía y desafiante se observa que no se le tiene miedo a la muerte o en forma folklórica y artística José Guadalupe Posadas ha creado la catrinas, en forma de elegantes damas enlutadas, para hacer más graciosa y afectiva la imagen de la muerte, a manera de congraciar­se con tan misteriosa dama.

En una ocasión estando en el restaurant­e Mi Cocula reunidos maestros para celebrar aniversari­o de la generación de mi esposa Vicky, en esta mesa se encontraba el “Gato” Gámez. ,hizo la pregunta: ¿ que sigue después de la muerte?, los interrogad­os expresaron sus opiniones, unas muy bien fundamenta­das filosófica­mente, se mencionó a grandes personajes como Sócrates, Aristótele­s, Platón, San Agustín, Jean Paul Sartre del Ser y la Nada, sin olvidar las mitologías Náhuatl.

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Parroquia de San Francisco en Acámbaro, Gto
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Ing. Marcelo Octavio Palacios Leyva

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