El Sol de San Luis Potosi

Conmemorac­ión de todos los fieles difuntos

- ANGÉLICA MALDONADO MORALES

La Iglesia Católica, después de su solicitud en celebrar con las debidas alabanzas la dicha de todos sus hijos bienaventu­rados en el cielo, se interesa ante el Señor en favor de las almas de cuantos nos precediero­n con el signo de la fe y duermen en la esperanza de la resurrecci­ón, y por todos los difuntos desde el principio del mundo, cuya fe sólo Dios conoce, para que, purificado­s de toda mancha del pecado y asociados a los ciudadanos celestes, puedan gozar de la visión de la felicidad eterna.

La tradición de rezar por los muertos se remonta a los primeros tiempos del cristianis­mo, en donde ya se honraba su recuerdo y se ofrecían oraciones y sacrificio­s por ellos.

Cuando una persona muere ya no es capaz de hacer nada para ganar el cielo; sin embargo, los vivos sí podemos ofrecer nuestras obras para que el difunto alcance la salvación.

Con las buenas obras y la oración se puede ayudar a los seres queridos a conseguir el perdón y la purificaci­ón de sus pecados para poder participar de la gloria de Dios.

A estas oraciones se les llama sufragios. El mejor sufragio es ofrecer la misa por los difuntos.

Debido a las numerosas actividade­s de la vida diaria, las personas muchas veces no tienen tiempo ni de atender a los que viven con ellos, y es muy fácil que se olviden de lo provechoso que puede ser la oración por los fieles difuntos. Debido a esto, la Iglesia ha querido instituir un día, el 2 de noviembre, que se dedique especialme­nte a la oración por aquellas almas que han dejado la tierra y aún no llegan al cielo.

La Iglesia recomienda la oración en favor de los difuntos y también las limosnas, las indulgenci­as y las obras de penitencia para ayudarlos a hacer más corto el periodo de purificaci­ón y puedan llegar a ver a Dios. “No dudemos, pues, en socorrer a los que han partido y en ofrecer nuestras plegarias por ellos”.

La oración por los muertos puede no solamente ayudarles, sino también hacer eficaz su intercesió­n a nuestro favor. Los que ya están en el cielo interceden por los que están en la tierra para que tengan la gracia de ser fieles a Dios y alcanzar la vida eterna.

Para aumentar las ventajas de esta fiesta litúrgica, la Iglesia ha establecid­o que si nos confesamos, comulgamos y rezamos el Credo por las intencione­s del Papa entre el 1 y el 8 de noviembre, “podemos ayudarles obteniendo para ellos indulgenci­as, de manera que se vean libres de las penas temporales debidas por sus pecados”.

Costumbres y tradicione­s

El Altar de muertos

Es una costumbre mexicana relacionad­a con el ciclo agrícola tradiciona­l. Los indígenas hacían una gran fiesta en la primera luna llena del mes de noviembre, para celebrar la terminació­n de la cosecha del maíz. Ellos creían que ese día los difuntos tenían autorizaci­ón para regresar a la tierra, a celebrar y compartir con sus parientes vivos, los frutos de la madre tierra.

Para los aztecas la muerte no era el final de la vida, sino simplement­e una transforma­ción. Creían que las personas muertas se convertirí­an en colibríes, para volar acompañand­o al Sol, cuando los dioses decidieran que habían alcanzado cierto grado de perfección.

Mientras esto sucedía, los dioses se llevaban a los muertos a un lugar al que llamaban Mictlán, que significa “lugar de la muerte” o “residencia de los muertos” para purificars­e y seguir su camino.

Los aztecas no enterraban a los muertos sino que los incineraba­n

La viuda, la hermana o la madre, preparaba tortillas, frijoles y bebidas. Un sacerdote debía comprobar que no faltara nada y al fin prendían fuego y mientras las llamas ardían, los familiares sentados aguardaban el fin, llorando y entonando tristes canciones. Las cenizas eran puestas en una urna junto con un jade que simbolizab­a su corazón.

Cada año, en la primera noche de luna llena en noviembre, los familiares visitaban la urna donde estaban las cenizas del difunto y ponían alrededor el tipo de comida que le gustaba en vida para atraerlo, pues ese día tenían permiso los difuntos para visitar a sus parientes que habían quedado en la tierra.

El difunto ese día se convertía en el “huésped ilustre” a quien había de festejarse y agasajarse de la forma más atenta. Ponían también flores de cempasúchi­l, que son de color anaranjado brillante, y las deshojaban formando con los pétalos un camino hasta el templo para guiar al difunto en su camino de regreso a Mictlán.

Los misioneros españoles al llegar a México aprovechar­on esta costumbre, para comenzar la tarea de la evangeliza­ción a través de la oración por los difuntos.

La costumbre azteca la dejaron prácticame­nte intacta, pero le dieron un sentido cristiano: El día 2 de noviembre, se dedica a la oración por las almas de los difuntos. Se visita el cementerio y junto a la tumba se pone un altar en memoria del difunto, sobre el cual se ponen objetos que le pertenecía­n, con el objetivo de recordar al difunto con todas sus virtudes y defectos y hacer mejor la oración.

El altar se adorna con papel de colores picado con motivos alusivos a la muerte, con el sentido religioso de ver la muerte sin tristeza, pues es sólo el paso a una nueva vida.

Cada uno de los familiares lleva una ofrenda al difunto que se pone también sobre el altar. Estas ofrendas consisten en alimentos o cosas que le gustaban al difunto: dulce de calabaza, dulces de leche, pan, flores. Estas ofrendas simbolizan las oraciones y sacrificio­s que los parientes ofrecerán por la salvación del difunto.

Los aztecas fabricaban calaveras de barro o piedra y las ponían cerca del altar de muertos para tranquiliz­ar al dios de la muerte. Los misioneros, en vez de prohibirle­s esta costumbre pagana, les enseñaron a fabricar calaveras de azúcar como símbolo de la dulzura de la muerte para el que ha sido fiel a Dios.

El camino de flores de cempasúchi­l, ahora se dirige hacia una imagen de la Virgen María o de Jesucristo, con la finalidad de señalar al difunto el único camino para llegar al cielo.

El agua que se pone sobre el altar simboliza las oraciones que pueden calmar la sed de las ánimas del purgatorio y representa la fuente de la vida; la sal simboliza la resurrecci­ón de los cuerpos por ser un elemento que se utiliza para la conservaci­ón; el incienso tiene la función de alejar al demonio; las veladoras representa­n la fe, la esperanza y el amor eterno; el fuego simboliza la purificaci­ón.

Los primeros misioneros pedían a los indígenas que escribiera­n oraciones por los muertos en los que señalaran con claridad el tipo de gracias que ellos pedían para el muerto de acuerdo a los defectos o virtudes que hubiera demostrado a lo largo de su vida.

Estas oraciones se recitaban frente al altar y después se ponían encima de él. Con el tiempo esta costumbre fue cambiando y ahora se escriben versos llamados “calaveras” en los que, con ironía, picardía y gracia, hablan de la muerte.

La ofrenda de muertos contiene símbolos que representa­n los tres “estadios” de la Iglesia:

1) La Iglesia Purgante, conformada por todas las almas que se encuentran en el purgatorio, es decir aquéllas personas que no murieron en pecado mortal, pero que están purgando penas por las faltas cometidas hasta que puedan llegar al cielo. Se representa con las fotos de los difuntos, a los que se acostumbra colocar las diferentes bebidas y comidas que disfrutaba­n en vida.

2) La Iglesia Triunfante, que son todas las almas que ya gozan de la presencia de Dios en el Cielo, representa­da por estampas y figuras de santos.

3) La Iglesia Militante, que somos todos los que aún estamos en la tierra, y somos los que ponemos la ofrenda.

En algunos lugares de México, la celebració­n de los fieles difuntos consta de tres días: el primer día para los niños y las niñas; el segundo para los adultos; y el tercero lo dedican a quitar el altar y comer todo lo que hay en éste. A los adultos y a los niños se les pone diferente tipo de comida.

Cuida tu fe

Halloween o la noche de brujas: Halloween significa “Víspera santa” y se celebra el 31 de octubre. Esta costumbre proviene de los celtas que vivieron en Francia, España y las Islas Británicas.

Ellos prendían hogueras la primera Luna Llena de noviembre para ahuyentar a los espíritus, e incluso algunos se disfrazaba­n de fantasmas o duendes para espantarlo­s haciéndole­s creer que ellos también eran espíritus.

Podría distraerno­s de la oración del Día de Todos los Santos y de los Difuntos. Se ha convertido en una fiesta muy atractiva con disfraces, dulces, trucos, diversione­s que nos llaman mucho la atención.

Puede llegar a pasar que se olvide lo realmente importante, es decir, el sentido espiritual de estos días.

Si quieres participar en el halloween y pedir dulces, disfrazart­e y divertirte, Cuídate de no caer en las prácticas anticristi­anas que esta tradición promueve y no se te olvide antes rezar por los muertos y a los santos.

Debemos vivir el verdadero sentido de la fiesta y no sólo quedarnos en la parte exterior. Aprovechar el festejo para crecer en nuestra vida espiritual.

Algo que no debes olvidar

La Iglesia ha querido instituir un día que se dedique especialme­nte a orar por aquellas almas que han dejado la tierra y aún no llegan al cielo.

Los vivos pueden ofrecer obras de penitencia, oraciones, limosnas e indulgenci­as para que los difuntos alcancen la salvación.

La Iglesia ha establecid­o que si se confiesa, comulga y reza el Credo entre el 1 y el 8 de noviembre, se puede abreviar el estado de purificaci­ón en el purgatorio.

Oración

Que las almas de los difuntos, por la misericord­ia de Dios, descansen en paz. Así sea.

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 ??  ?? 031. La oración por los muertos puede no solamente ayudarles, sino también hacer eficaz su intercesió­n a nuestro favor..2. La Iglesia recomienda la oración en favor de los difuntos y también las limosnas, las indulgenci­as y las obras de penitencia para ayudarlos a hacer más corto el periodo de purificaci­ón y puedan llegar a ver a Dios3. Que las almas de los difuntos, por la misericord­ia de Dios, descansen en paz. Así sea.4. El altar se adorna con papel de colores picado con motivos alusivos a la muerte, con el sentido religioso de ver la muerte sin tristeza, pues es sólo el paso a una nueva vida. Fotos: Angélica Maldonado
031. La oración por los muertos puede no solamente ayudarles, sino también hacer eficaz su intercesió­n a nuestro favor..2. La Iglesia recomienda la oración en favor de los difuntos y también las limosnas, las indulgenci­as y las obras de penitencia para ayudarlos a hacer más corto el periodo de purificaci­ón y puedan llegar a ver a Dios3. Que las almas de los difuntos, por la misericord­ia de Dios, descansen en paz. Así sea.4. El altar se adorna con papel de colores picado con motivos alusivos a la muerte, con el sentido religioso de ver la muerte sin tristeza, pues es sólo el paso a una nueva vida. Fotos: Angélica Maldonado
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