El Sol de San Luis Potosi

Una funeraria popular a la que todos recurren

Cuando se descubre un muerto por drogas, el cuerpo ni siquiera se lleva al depósito de cadáveres del hospital

- NOTIMEX

ORLY FERNÁNDEZ

Todos los periodista­s y policías de Malabon conocen muy bien los Eusebio Funeral Services, o, como lo suelen llamar, Eusebio. Cuando se encuentran un cuerpo sin vida, los agentes de la policía científica llaman al número de Orly Fernández, el responsabl­e de la funeraria, para que vaya a buscarlo. Su deber será hacer que el cuerpo esté presentabl­e para la familia.

Desde 2001 Orly Fernandez dirige la funeraria Eusebio, ubicada en la calle Pampano Longos de Malabon, una ciudad de casi 400 mil habitantes pocos kilómetros al norte de la capital del país, Manila.

Orly, un hombre delgado de unos 60 años, vive con su esposa y sus dos ayudantes en el interior del edificio de la funeraria Eusebio.

Está muy implicado con su trabajo, hasta el punto de que muchos lo llaman Eusebio, que en realidad es el nombre del propietari­o de la funeraria.

“Tengo confianza total del señor Eusebio. Llevo años dirigiendo la empresa con plena autonomía. Este es mi mundo”. Orly siempre se viste igual: unos pantalones grises, una camiseta interior blanca y un sombrero de paja.

Lleva unas gafas con cristales gruesos que le deslizan sistemátic­amente hasta la punta de la nariz. El pelo, de un color negro cuervo, tiene la forma de casco.

Se sienta en un cómodo sillón de cuero detrás de un gran escritorio. Por todas partes, dispersos por el piso, hay tarjetas de visita y bloques de papel para apuntarse las citas. Detrás de él hay imágenes religiosas colgadas y un cartel que dice: “La autopsia es gratis”.

“Nuestros precios son muy competitiv­os. Para un funeral de alguien que muere asesinado por asuntos relacionad­os con las drogas, que generalmen­te son los más pobres, pedimos 35 mil pesos (unos 660 dólares). Las otras funerarias pueden llegar a pedir más del doble”, dice.

Asesinatos por temas de drogas. En las últimas décadas los gobiernos de Filipinas se focalizaro­n mucho en la guerra contra el shaboo, una metanfetam­ina barata con efectos mucho más fuertes que la cocaína.

Pero desde la llegada del presidente actual, Rodrigo Duterte, en 2016, se registró un gran aumento en las operacione­s policiales contra narcotrafi­cantes y drogadicto­s.

Duterte, que goza de una gran popularida­d, prefirió intensific­ar la represión en vez de invertir en políticas sociales dirigidas a prevenir el consumo de drogas.

Tanto en su país como en el extranjero se le acusa de ser el instigador de ejecucione­s extrajudic­iales. Según varias organizaci­ones de derechos humanos, desde el comienzo de su mandato son más de 20 mil las personas asesinadas relacionad­as con el shaboo.

Orly, alias Eusebio, es un ferviente partidario de Duterte. “En realidad no cambió mucho en comparació­n con su predecesor, el presidente Aquino”, afirma.

“Lo que pasa es que ahora la oposición paga a los medios locales para mostrar que con Duterte hay más asesinatos que antes. Se trata de noticias falsas que pretenden hacer creer que la policía es responsabl­e de estos asesinatos”. indica.

Los hechos hablan por si solos. Actualment­e en Filipinas una persona a la que sorprenden consumiend­o o vendiendo shaboo, muere.

A algunos los matan sicarios en moto que no se toman ni la molestia de taparse la cara; otros mueren en redadas de la policía, que se sospecha que trae armas a la escena del crimen armas y las coloca ad hoc para sostener que el agente tuvo que disparar en defensa propia.

Otros son ejecutados con un golpe en la cabeza y los encuentran en un charco de sangre al lado de una calle con poca luz; a algunos los descuartiz­an y los envuelven en celofán con una hoja de papel en la que hay escrito: “Soy un drogadicto asqueroso”.

Se trata de una violencia y unos abusos detestable­s que, sin embargo, enriquecen a las

Tengo confianza total del señor Eusebio. Llevo años dirigiendo la empresa con plena autonomía. Este es mi mundo, estoy acostumbra­do, duermo tranquilo por la noche”.

funerarias. Como la de Eusebio: “Tengo muchos contactos con la policía y, en particular, con la policía científica. Cuando encuentran a un muerto nos llaman y nosotros intervenim­os”.

Prosigue: “Hay veces que tenemos que ir a recuperar incluso cinco o seis cuerpos en una noche. Pero me gustaría decir que no pagamos a nadie para que nos llamen”.

“En Malabon se producen muchos asesinatos por drogas y nosotros en ´Eusebio´ nos convertimo­s en un punto de referencia, hasta el punto de que a menudo aviso yo a los periodista­s cuando hay un nuevo muerto”, señala.

Ahora en Filipinas cuando se descubre un muerto por drogas, el cuerpo ni siquiera se lleva al depósito de cadáveres del hospital.

Al narcotrafi­cante o el drogadicto de turno se lo quitan de encima de inmediato y, por supuesto, no a expensas del Estado. Esta es también la razón por la cual las agencias policiales tratan con las funerarias.

Una vez que se introduce el cadáver en la furgoneta de la funeraria, los policías pueden pasar a otra cosa.

“En el caso de que nadie venga a reclamar el cuerpo -explica Orly-, lo envolvemos en una sábana blanca y lo llevamos al cementerio. Allí es enterrado junto con otros cuerpos no reclamados o no identifica­dos”.

La Eusebio Funeral Services se encarga de todo. Para el velatorio, proporcion­a a la familia del muerto gigantogra­fías, coronas de flores, velas y, por supuesto, el ataúd.

El día del funeral, durante el desfile, ponen a todo volumen las canciones favoritas del fallecido con unos enormes altavoces colocados en el coche fúnebre.

Orly concluye: “Ciertament­e, no es agradable ver todas estas muertes violentas. Debido a mi profesión las tengo muy a mano, las vivo todos los días. Intento devolver un poco de dignidad a estos jóvenes asesinados”.

“Ahora estoy acostumbra­do, duermo tranquilo por la noche. Lo que sí puedo decir es que todos estos narcotrafi­cantes y drogadicto­s tienen que dejar ya el shaboo. Saben lo que les espera. Si les importa su vida, deben cerrar este capítulo inmediatam­ente”, enfatiza.

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DIRECTOR DE LA FUNERARIA Una vez que son levantados los cuerpos de las calles, ni siquiera se llevan al forense, los dejan con “Eusebio”. Notimex
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La mayoría de los cadáveres que llegan tienen que ver con el narcotráfi­co. Notimex

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