Santo Evangelio según San Lucas: 1, 39-48
Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre
En aquellos días, María se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea y, entrando en la casa de Zacarías, saludó a Isabel. En cuanto ésta oyó el saludo de María, la criatura saltó en su seno. Entonces Isabel quedó llena del Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamó: “¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno. Dichosa tú, que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor”. Entonces dijo María: “Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se llena de júbilo en Dios, mi salvador, porque puso sus ojos en la humildad de su esclava”. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
UNA SEÑAL PARA NOSOTROS
Dios jamás les ha solicitado a sus hijos que manifiesten una fe ciega ni una entrega irracional a sus exigencias. Dios prefiere el diálogo y la comunicación abierta. Se comunica a través de obras y palabras intrínsecamente ligadas. Cuando el reino de Judá atravesaba la amenaza de una invasión asiria, envió a Isaías para dar un mensaje de consuelo y para comunicar una señal: la doncella estaba encinta, la descendencia de Acaz estaría segura. Con esa certidumbre, el rey y sus soldados deberían luchar para defenderla seguridad de Jerusalén y sus habitantes. Cuando el pueblo náhuatl padeció la dolorosa destrucción de su civilización, marcada por excesos y aciertos como lo han estado todas las civilizaciones, Dios no se desentendió de nosotros. Nos envió señales. Entre todas aprendimos a apreciar de manera única la maternal presencia de Santa Maria de Guadalupe. Desde entonces sabemos que ella está al pendiente de sus hijos predilectos, los más pequeños
ORACIÓN COLECTA
Dios, Padre de misericordia, que has puesto a este pueblo tuyo bajo la especial protección de la siempre Virgen María de Guadalupe, Madre de tu hijo concédenos por su intercesión, profundizar en nuestra fe y buscar el progreso de nuestra patria por caminos de justicia y de paz.
Del libro del profeta Isaías: 7, 10-14
En aquellos tiempos, el Señor le hablo a Ajaz diciendo: “Pide al Señor. Tu Dios. Una señal de abajo en lo profundo o de arriba, en lo alto”. Contesto Ajaz “No la pediré No tentare al Señor”. Entonces dijo Isaías. ” Oye, pues, casa de David: ¿No satisfechos con cansar a los hombres, quieren cansar también a mi Dios? Pues bien, el Señor mismo les dará por eso una señal: He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá el nombre de Emmanuel que quiere decir Dios-con-nosotros “. Palabra de Dios Te alabamos, Señor.
Yo soy la madre del amor. Vengan a mí los que me aman
Del libro del Sirácide (Eclesiástico): 24,23-31
Yo soy como una vid de fragantes hojas y mis flores son producto de gloria y de riqueza. Yo soy la madre del amor, del temor, del conocimiento y de la santa esperanza. En mí está toda la gracia del camino y de la verdad toda esperanza de vida y de virtud. Vengan a mí, ustedes, los que me aman y aliméntense de mis frutos. Porque mis palabras son más dulces que la miel y mi heredad, mejor que los panales. Los que me coman seguirán teniendo hambre de mí, los que me beban seguirán teniendo sed de mí; los que me escuchan no tendrán de qué avergonzarse y los que se dejan guiar por mí no pecarán. Los que me honran tendrán una vida eterna. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.