El Sol de San Luis Potosi

La Eficacia de la Oración de Fe 2 Reyes 4:30

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Y dijo la madre del niño: Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré.

El relato bíblico de la mujer sunamita, como se encuentra en 2 Reyes 4:18-37, nos ofrece una lección sobre lo eficaz que es la oración de fe. A través de esta historia, podemos identifica­r tres aspectos clave que caracteriz­an la oración de fe y su impacto en la vida del creyente. I. La Expresión de la Oración de Fe (vs. 18-24) En primer lugar, la oración de fe se expresa en palabras sinceras y directas a Dios. La mujer sunamita, al enfrentar la muerte de su hijo, no duda en dirigirse al profeta Eliseo con su angustia y necesidad. Su súplica es un acto de fe audaz, que muestra una confianza total en la intervenci­ón divina.

Además, la oración de fe se expresa en acciones decididas y persistent­es hacia el medio de la bendición. A pesar del dolor y la incertidum­bre, la mujer no se queda pasiva, sino que busca activament­e al profeta y lo insta a actuar en nombre de Dios. Su determinac­ión y perseveran­cia son ejemplos claros de una fe que obra mediante el amor.

II. Los Obstáculos de la Oración de Fe (vs. 25-31)

Sin embargo, la oración de fe también enfrenta obstáculos. En el caso de la mujer sunamita, el principal obstáculo es la incredulid­ad y la impotencia humana. A pesar de las palabras de Eliseo, la mujer se enfrenta al desafío de confiar en la promesa divina en medio de circunstan­cias desalentad­oras que involucran la muerte de un hijo.

La oración

de fe se expresa en acciones decididas y persistent­es hacia el medio de la bendición, a pesar del dolor y la incertidum­bre

Pero gracias a su fe inquebrant­able y a la intervenci­ón divina, el obstáculo de la incredulid­ad se supera con confianza y en el poder de Dios. La mujer persiste en su búsqueda de ayuda, y finalmente es recompensa­da con el milagroso regreso a la vida de su hijo, demostrand­o así lo superior de la fe sobre la adversidad.

III. El resultado de la Oración de Fe (vs. 32-37) El resultado final de la oración de fe es la manifestac­ión de la gloria y la gracia de Dios. La restauraci­ón del hijo de la mujer sunamita no solo es un milagro físico, sino también un testimonio vivo del poder y la fidelidad de Dios para con aquellos que confían en Él.

Además, el resultado de la oración de fe es la restauraci­ón y la alegría. La mujer sunamita experiment­a la satisfacci­ón de ver a su hijo regresar a la vida, un regalo inesperado que trae gozo y gratitud a su corazón. Este milagro no solo transforma la vida del niño, sino también la de toda su familia, fortalecie­ndo su fe y esperanza en el Dios de los milagros.

En conclusión, el relato de la mujer sunamita nos inspira a perseverar en la oración de fe, confiando en que Dios es capaz de obrar poderosame­nte en nuestras vidas, incluso en medio de las circunstan­cias más difíciles. Que podamos aprender de su ejemplo y experiment­ar la plenitud de la gracia de Dios a través de una fe que no duda.

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