DON MARIO MONTIJO • Adiós amigo
Para Doña Consuelo, su señora esposa, para Mario y Javier, sus hijos, un fuerte abrazo refrendando la amistad y el aprecio.
Don Mario Montijo fue un personaje inolvidable de nuestra modesta existencia, nos ayudó a ser, a desarrollarnos y llegar hasta estos tiempos activos con sus enseñanzas y su ejemplo. Él nos dio la oportunidad de abrir brecha para una parte de nuestra generación vedada en la opinión pública, cuando militancia de izquierda, y más el izquierdismo, eran satanizados y reducidos a la prensa clandestina, primero, y luego a una especie de propaganda semiabierta.
Fue así, como en 1988, después de la derrota que infringió el fraude electoral histórico del PRI y el gobierno al movimiento cardenista, cuando se dio aquella irrupción electoral que conmovió al país, fuimos parte de aquel proceso que, junto con muchos otros, estuvimos en la trinchera de la campaña presidencial, primero de Heberto Castillo por el Partido Mexicano Socialista, y de inmediato después de su declinación a favor de Cuauhtémoc Cárdenas en la etapa final de la campaña.
Vivimos tiempos violentos, difíciles y muy controvertidos que configuraron desde entonces e inicio de la transición política del régimen priista en el país, concluyendo la aventura aquel 20 de agosto de 1988 cuando dinamitaron la sede de la cámara de diputados en el Palacio de San Lázaro en el mismo momento en que Cárdenas celebraba su último mitin en el zócalo, para que días después se determinara dar curso al movimiento contra el fraude electoral en la idea de construir un nuevo partido que representó el PRD el 5 de mayo de 1989.
Así culminaba en lo personal un periplo de más de dos años, primero para construir el PMS (Partido Mexicano Socialista) en 1987 y después para formar parte del movimiento cardenista, que tuvo el desenlace que comentamos.
Con todo y mochila regresamos a Culiacán en septiembre de aquel 1988, con un balance de lo que había sido aquella experiencia y que deseamos publicar, buscando dónde y encontrando a Don Mario Montijo en la subdirección de El Debate de Culiacán, que cuando vio aquel mamotreto de 35 páginas sonrió y dijo que no lo podía publicar todo… pero en partes sí, dividiéndolo en siete capítulos que ocuparían siete medias planas del tabloide y nuestra primera experiencia como articulistas.
Así, en aquel medio inhóspito para opiniones de izquierda, en un mundo del poder sordo a escuchar lo que no fuera el sentir del PRI y sus gobiernos, Don Mario Montijo nos abrió esa oportunidad y creo que fue la primera, cuando ni siquiera se publicaban notas periodísticas de las organizaciones de izquierda y sus movimientos.
En 1989 se dio un parteaguas en el periodismo sinaloense cuando se refundó “El Diario de Sinaloa” con el eslogan “un periódico de periodistas” y su director general fue Don Mario Montijo, quien tuvo la virtud de amalgamar prácticamente a todas las corrientes de opinión, incluida la universitaria que con él adquirió un enorme protagonismo en el terreno de las ideas.
Don Mario juntó de todos lados y de todas las edades. Don Mario, Jorge Luis Telles, Alejandro Sicairos, Patricia Garnica, María Elena Murillo, Sergio Inzunza, Francisco Ríos, Marco César Ojeda, los desaparecidos Guillermo Aguilar y Ventura Aguilar, Roberto Ceballos y Humberto Millán, de columnistas a Melchor Inzunza, los famosos “chiribitas” de la UAS, una columna colectiva de maestros universitarios y seguramente omito a muchos otro más, con quienes colaboramos en los siguientes cuatro años, en mi opinión etapa crucial del periodismo sinaloense y que encabezó nuestro querido Don Mario.
Después de aquella etapa brillante y trascendente, empezaron sus problemas de salud y trabajo dedicándose desde entonces a construir una empresa familiar en el ramo de la impresión, donde terminó sus días, pero sin dejar nunca de escribir y publicar sus columnas en “El Sol de Sinaloa” hasta el día de su muerte. Descanse en paz, Don Mario Montijo de la Rocha.