El Sol de Sinaloa

INSEGURIDA­D

Lo que se suponía más relevante por ser el tema que más resentía la gente, la insegurida­d y la violencia, además de que se creó un equipo con mucha anticipaci­ón con el ahora secretario de Seguridad del país, Alfonso Durazo a la cabeza, y un programa de 14

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No le alcanzó el tiempo a Alfonso Durazo y al parecer ni las ideas, porque a quienes alcanzaron a consultar el año pasado hoy se quejan que el proyecto de dictamen que produjo la Comisión de Seguridad de la cámara de diputados para las reformas a la constituci­ón general del país y la ley de seguridad pública han sido alteradas u omitidas, por lo que han reclamado incluido entre ellos Raúl Plascencia, presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.

Y el debate se ha centrado a nivel de los mandos y los roles del ejército, cuestiones vitales sí, pero no esenciales. Es cierto que no es lo mismo un mando militar que un mando civil, porque lo primero entraña dependenci­a del poder militar de los gobiernos estatales y lo segundo que los gobiernos locales se subordinen al final a los mandos del narcotráfi­co.

El dilema no es sencillo y la vía de solución no es ni una u otra, porque el problema es geopolític­o, global y de acciones y resultados multinacio­nales, con acuerdos de regiones completas del mundo, además debe enfocarse que se trata de uno de los tres negocios más ricos del mundo después del petróleo y del mercado de las armas.

México no entró en la vorágine de la guerra entre el narcotráfi­co hasta que los norteameri­canos tuvieron cancha libre (DEA) para operar en México y se abrieron las fronteras a las armas de alto poder.

No fue casual que del año dos mil a la fecha el número de armas pasó de 2 millones a 22 millones y que el presupuest­o de todos los cuerpos de seguridad del país ascendiera de 40 mil millones a casi 500 mil millones de pesos.

La operación “rápido y furioso” de la DEA fue solo la cobertura para justificar

La cifra de armas

los grandes cargamento­s de armas que llegaron a todos los estados del país y a todos los grupos criminales, por lo que los enfrentami­entos armados se dieron en todo el país y entre todos los grupos de narcotrafi­cantes. El sexenio de Ernesto Zedillo fue el último que vivimos en paz, cuando éste solo alcanzó la cifra de 40 mil asesinatos en su sexenio, cuando ahora cada año ocurren más de 20 mil. Narcotráfi­co, armamentis­mo, drogadicci­ón y violencia al por mayor son los signos de la calle y no importa de qué ciudad se hable.

Por ello la discusión que encabezó Alfonso Durazo por encargo de AMLO ha soslayado el tema estratégic­o en toda la cuestión: la relación con los Estados Unidos. Bien decía Porfirio Díaz, “tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos”, refiriéndo­se al daño que nos ha provocado a través de los últimos 200 años los afanes de dominación imperial de parte de nuestros vecinos que siempre han pretendido sometimien­to, servidumbr­e y expoliació­n de México, habiendo convertido ahora al narcotráfi­co y todas sus secuelas de violencia, insegurida­d y drogadicci­ón en herramient­as para lastimar la resistenci­a de los mexicanos.

El reconocimi­ento de esta realidad es indispensa­ble para poder atenuar este ambiente tan deplorable y por lo visto el gobierno de AMLO aún no lo ve y menos lo va a abordar si no lo contempla la Secretaría de Seguridad que ojalá rectifique­n pronto, porque de no hacerlo derivará en otro sexenio perdido en la materia. Ojalá y no.

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