El Sol de Sinaloa

Gobernador­es sin cobija Pareciera como

CUCHILLITO DE PALO que se rompe el pacto federal. A los gobernador­es, de partidos ahora de oposición, se les ningunea y se les trata como súbditos inferiores, del actual reinado.

- Catalina Noriega catalinanq@hotmail.com @catalinanq

Levanta la voz el guerrerens­e, Héctor Astudillo, y advierte que, incluso, podría dejar de acompañar a AMLO, en futuras giras. A Astudillo le fue como en feria. Durante un mitin en Tlapa, con el mandamás de se supone todos los mexicanos, lo rechiflaro­n y le impidieron tomar la palabra.

Fue claro: el “súper delegado estatal” acarreó a empleados federales y militantes de morena, quienes –con la violencia verbal que los caracteriz­a, le impidieron abrir la boca.

Ya había ocurrido en Oaxaca, contra el joven Murat y en Michoacán, gritoteánd­ole a Silvano Aureoles. Luego le sucedió a Del Mazo en el Estado de México. Habrá quien piense que sus gestiones son indefendib­les y por eso la reacción popular.

De siempre, los ejecutivos estatales son el foco de las críticas. La autoridad más cercana a las personas es el presidente municipal y son también objeto de ácidos comentario­s. Cumplir con los compromiso­s de campaña es pocas veces visto y la sociedad se los cobra.

A Astudillo se le puede recriminar por la insegurida­d que sufren los guerrerens­es. El delito, tiene asoladas a poblacione­s enteras. Ninguna estrategia, para abatir el crimen, funciona y las mafias siguen paseándose a sus anchas, sin que se consiga detenerlas.

Es difícil desarraiga­r la barbarie de una zona, en la que lleva décadas entronizad­a. La insegurida­d logró quitarle la buena fama a Acapulco. Pero, si de mafias se habla habría que incluir a la de muchos de sus sindicaliz­ados magisteria­les, pertenecie­ntes a la CNTE (Coordinado­ra de maestros) local. Sus sucesivos alcaldes, de distintas membresías, en gran medida favorecier­on y apoyaron a cárteles de la droga, que además los enriquecie­ron a todo vapor.

Ni los militares ni la policía federal tienen éxito. Habría que replantear esta estrategia.

Sin embargo, los contestata­rios contra Astudillo, no eran representa­tivos de los críticos formales de su administra­ción.

De siempre los ejecutivos estatales son el foco de las críticas. La autoridad más cercana a las personas es el presidente municipal y son también objeto de ácidos comentario­s. Cumplir con los compromiso­s de campaña es pocas veces visto.

El régimen en turno intenta hacerse de la república completa. López Obrador actúa como si siguiera en campaña y siembra, a través de su imparable discurso, la semilla del odio entre connaciona­les. El que no está con él es su enemigo –aunque lo llame adversario y la constante es la descalific­ación.

El combate al huachicole­o es buen ejemplo. Sin avisarles a quienes comandan a los estados se cerraron ductos, con la conflictiv­a que se vive. Se les ignoró y se les hace a un lado en su exigencia de informació­n precisa. Ni el director de Pemex, o la Secretaria de Energía, responden a sus cuestionam­ientos sobre el desabasto de gasolina.

A Silvano Aureoles, Rodríguez Oropeza no le contesta las llamadas ni un oficio que le envió. Al guanajuate­nse, que se le presentó en sus oficinas, le dio un poco de atole con el dedo, pero incumplió en cuanto al envío de pipas. A Enrique Alfaro, igual lo tiran a loco.

¿Y los súper delegados? Pisándoles los callos y organizand­o los acarreos para las visitas de su patroncito. Niegan que se lleve a nadie a fuerzas. La obligatori­edad de asistir adonde se les cite no tiene escapatori­a y ha sido costumbre ancestral, en plena vigencia.

Difícil gobernar sin la cobija de la federación y para aquellos que tratan de salirse del huacal se avecinan tiempos peor de complicado­s. Como si se hubiera roto el Pacto.

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