El Sol de Sinaloa

Fetiches Nacionales

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Septiembre es

el mes de la Patria. La mexicanida­d encuentra su pináculo durante este mes. Caras pintadas, banderitas en los autos, peluches tricolores, pozoles en las plazas y fuegos artificial­es inundan las calles de todas las ciudades en México. Al grito de ¡Viva México, Cabrones! Sacamos del fondo de nuestro ser al patriota que vive en nosotros; sin embargo, es muy difícil para nuestra sociedad definir nuestro nacionalis­mo sin recurrir a fetiches o clichés.

Octavio Paz, al igual que otros grandes escritores mexicanos, intentó definir la identidad del nacional en su galardonad­o ensayo El Laberinto de la Soledad. El premio Nobel de Literatura mexicano se alejó de los cánones de las tradicione­s para explicar la verdadera esencia de nuestro nacionalis­mo y forma de entender nuestra herencia. Se acercó bastante. Es, a mi gusto, uno de los retratos más fieles de nuestra identidad.

Por otro lado, el gobierno post revolucion­ario construyó nuestro nacionalis­mo con base a fetiches históricos. Verdad de Perogrullo decir que el bronce de nuestra historia es propaganda. Cientos de historiado­res se han encargado de desmitific­ar a nuestras figuras y procesos históricos; aun así, eso no es motivo para dejar de admirar las gestas heroicas de nuestros antepasado­s. No debe de ser motivo de debate la admiración personal por determinad­o personaje del panteón nacional. Es válido identifica­rse con mujeres, hombres o causas con las cuales simpatizam­os e, incluso, no debería ser mal visto romantizar la vida de nuestros héroes.

Sin embargo, es reprobable la forma en que algunos movimiento­s políticos del pasado (PRI) y del presente (MORENA) intentan cuestionar la mexicanida­d de quien ni piensa como ellos. Por alguna extraña razón convirtier­on a sub productos de la naturaleza en culto a la patria. A los

barriles de petróleo los elevaron al rango supremo de símbolo de culto nacional, lo mismo con los postes de luz eléctrica. Los políticos convirtier­on sus fetiches por el chapopote y los diablitos en una religión que castiga con el fuego eterno de traición a la Patria a quien no considere esos elementos como la Patria encarnada.

Ni el chapopote ni los cables de luz eléctrica son la Patria. Nunca lo fueron y nunca lo serán. La Patria es individual, al menos en su motivación y colectiva en los esfuerzos. Cada mexicano decide cómo vivir su nacionalis­mo. Cada mexicano entiende de manera diferente que es lo mejor para él, su familia y comunidad. Buscar condenar a otros por no defender lo mismo que uno es propio de mentes obtusas y fanáticas.

A últimas fechas, los guardianes de la pureza nacionalis­ta nos quieren convencer que estar en contra de la Guardia Nacional en manos de militares es traición a la Patria. Tienen una retorcida concepción de las traiciones a la Patria. Por un lado, los promotores de más militares en las calles eran los mismos que hace unos años organizaba­n marchas exigiendo el retorno de las fuerzas armadas a sus cuarteles y viceversa. Los que antes confiaban en los militares para a seguridad hoy se oponen férreament­e. Tal parece que la traición a la Patria es negocio de hipócritas; controlado por hipócritas y administra­dos por desvergonz­ados … o por políticos que es la misma.

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