El Sol de Sinaloa

REY DE REDONDA

El repentino fallecimie­nto del escritor Javier Marías fue recibido como una lamentable pérdida para la literatura contemporá­nea

- JUAN VELEDÍAZ

Pocas horas después de que la noticia del fallecimie­nto del escritor Javier Marías cimbrara el domingo 11 de septiembre al mundo literario hispanoame­ricano, el escritor y ex reportero de guerra Arturo Pérezrever­te escribió en su cuenta de Twitter: “Que Javier Marías haya muerto sin el premio Nobel le quita mucha categoría al premio Nobel”. Más tarde también en esa red social su colega y paisano Manuel Vilas posteó: “Ha muerto uno de los más grandes escritores en español. Es verdad que se va sin el Nobel, pero el problema es del Nobel y no de la Literatura con mayúsculas”.

La trascenden­cia de la obra literaria de Marías no estaba a discusión, cada otoño desde hace más de una década, su nombre solía aparecer en la baraja de candidatos a recibir el máximo galardón literario mundial. Marías vio la luz en Madrid un 20 de septiembre hace 70 años, estaba por cumplir 71, hijo del filósofo Julián Marías y la maestra Dolores Franco. Dos hechos definieron su perfil en sus inicios, primero su precocidad literaria que lo llevó a los 19 años de edad a publicar su primera novela Los Dominios del Lobo; y segundo, como una deferencia para distinguir­lo de su progenitor, su amigo y maestro Juan Benet lo llamó “el joven Marías”.

El filósofo Fernando Savater, otro de sus grandes amigos y quien retrató su amistad en una breve y espléndida viñeta tras la noticia de su muerte, rememoraba que desde temprana edad “el joven Marías” había leído todo. El largo exilio académico de su padre que lo llevó en aquellos años a dar clases en Estados Unidos, convirtió al “joven Marías” en un maravillos­o lector y a la postre traductor. Sus versiones de Robert Louis Stevenson, William Butler Yeats, W. H. Auden, William Faulkner, Lawrence Sterne (recomendab­le su espléndida versión del Tristram Shandy) y la joya oculta que toda lectora o lector con inclinació­n por el mar debería leer, El Espejo del Mar, de Joseph Conrad con prólogo de Juan Benet, son ejemplos que perdurarán. Sus primeras novelas las reseñaron como obras experiment­ales por su querencia anglosajon­a y desapego a la tradición española que a la larga, lo convertirí­an en la voz contemporá­nea “más sofisticad­a, compleja y estimulant­e” del panorama literario en su país.

Marías para principian­tes puede tener varios inicios. El Hombre Sentimenta­l, podría ser uno, si se tiene la suficiente curiosidad y ánimo de lectura Todas las almas, Corazón tan blanco y Mañana en la batalla piensa en mí, hacen que busquemos pluma para subrayar frases, detenerse en la lectura y pensar en aquello otro que hemos sido, en lo que hemos perdido, y en lo que nunca seremos.

“Pienso que las preguntas clave de los libros de Javier Marías son cómo las personas nos convertimo­s en quienes somos y qué precio pagamos por ello / Él conocías las respuestas, pero nos permitió descubrirl­as por nosotros mismos, leyéndolo, y no hay mayor generosida­d que esa /”, escribió en su cuenta de Twitter el novelista argentino Patricio Pron, premio Alfaguara por su novela sobre el amor en los tiempos de Tinder.

“A la vida de las personas siempre llegamos tarde”, escribió Marías en Así empieza lo malo. Conocí su obra leyendo sus columnas de futbol a mediados de los años 90, de las que nació Salvajes y Sentimenta­les. Fue gracias a mi entrañable amigo y maestro Sergio González, que me acerqué a su narrativa cuando me contó los avatares de su paso como profesor de lengua española en Oxford, donde tuvo ocasión de conocer personajes vinculados a los servicios secretos británicos. Sus últimas dos obras, Berta Isla y Tomás Nevinson, dan cuenta de esa inquietud por el espionaje, el silencio y el secreto.

De sus años en Oxford nació Todas las Almas donde aparece John Gawsworth, piloto de la RAF en la Segunda Guerra Mundial, un personaje vinculado a una isla desierta perdida en el Caribe entre Antigua y Montserrat a la que se le conoce como el reino de Redonda. Marías recogió en Negra espalda del tiempo algunos pasajes de cómo fue nombrado Rey de Redonda. En tono de broma Xavier I de Redonda instauró un reino no político basado en la nobleza intelectua­l con el lema Ride Si Sapis, que el historiado­r Hilari Reguer tradujo como “Ríete si entiendes”.

Homenajear personalid­ades culturales y hacer asequibles obras remarcable­s, como la de Juan Villoro, duque de Nochevieja, acompañó también la fundación de la editorial Reino de Redonda, donde Marías mostró su exquisita faceta de editor.

ARTURO PÉREZREVER­TE. “Que Javier Marías haya muerto sin el premio Nobel le quita mucha categoría al premio Nobel”.

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