El Sol de Sinaloa

¿EXISTEN LOS BURROS HOMOSEXUAL­ES?

En La Noria dos burritos vivieron su idilio; veterinari­o asegura que hay animales que se pueden estimular entre ellos, por instinto

- MARIMAR TOLEDO

En el parque recreativo del restaurant­e La Vaca Lupe, ubicado en La Noria, sucedió una historia que tal vez para muchos puede sonar irreal o incluso la pueden tomar como una broma. Pero no fue así: dos burros se enamoraron y vivieron su idilio, pero al separarlos, uno de ellos murió de tristeza.

Filemón, o “Fili” como lo llaman, forma parte de la granja de burros que inició hace seis años en La Noria, que a la fecha suma ya 20 animales. Su enamorado iba de visita, incluso lo dejaban quedarse en el lugar y en poco tiempo nació entre ellos una relación que no todos creen.

¿Será acaso que entre los burros existe el homosexual­ismo? El veterinari­o Julio Elizalde señala que hay animales que se pueden estimular entre ellos, por instinto, principalm­ente en etapas donde las hembras andan en celo.

Explica que la actividad sexual entre los animales machos se da debido a que la especie tiene la tarea de asegurar la permanenci­a y los animales que se aparean son los más aptos, fuertes e inteligent­es, por lo que hacen lo que sea para llamar la atención de las hembras.

El veterinari­o de segunda generación, egresado de la Universida­d de Guadalajar­a, señala que en el caso de los burros, en la primavera tienen sus etapas hormonales que ocasionan que esas actividade­s se incremente­n; es un ciclo como el de los humanos. Para poder aparearse, tiene que ser entre un macho y una hembra, pero sí se da que practiquen la actividad especies del mismo sexo, algo que se presenta más en la etapa de la pubertad.

“Los caballos, burros, vacas y toros, todos esos animales realizan montas y no importa que haya puros machos, se montan, y eso lo hacen para llamar la atención de las hembras, pero principalm­ente para ser dominantes. El burro que monta es el dominante de la manada, eso es lo que quiere manifestar”.

LA HISTORIA DEL “FILI”

Roberto Osuna Valdez, propietari­o del restaurant campestre en el que también se tiene una gran variedad de animales, comparte que el burro que llegaba a la clásica visita de novios era propiedad de un pariente de él, no tenía nombre, solo iba a ver al “Fili”, pero tiempo después decidieron dejarlo en el corral. Ahí vivieron su historia de amor.

Sin embargo, no todo fue felicidad, ya que al tener sus encuentros sexuales prácticame­nte al aire libre, los tuvieron que separar, ya que el espectácul­o no era apto para los niños que visitan el lugar.

Al estar cada uno por su lado, fue tanta la tristeza del enamorado del “Fili” que ya no quiso comer ni beber agua, por lo que a los pocos días murió.

“Dos burros se enamoraron y uno murió de tristeza, porque los separamos, los animales también pueden morir de amor y tristeza. Se pasó casi dos semanas volteando al corral donde estaba el otro burro encerrado, pero al no verlo más, ya no quiso ni comer ni beber agua y murió a los pocos días”, dice.

De este caso que sucedió, él aprendió que en los animales existe mucho amor y que todos son diferentes, así como los seres humanos.

En el reino animal son muchos los animales que desarrolla­n una gran afectivi

dad por sus compañeros, algo científica­mente comprobado. No solo las personas tienen la capacidad de sentir. Las emociones y los sentimient­os están presentes también en ellos.

Las parejas del mismo sexo no solo son normales en los animales, incluso son comunes. Estudios científico­s sugieren que cerca de mil 500 especies practican el apareamien­to homosexual.

Tal es el caso de las jirafas, perros, ovejas, delfines, leones, bisontes, cisnes, morsas, entre muchas más.

RESERVA DE BURROS

En la comunidad de La Noria, en Mazatlán, se creó la primera reserva de burros en Sinaloa, donde se busca conservar la especie en 60 hectáreas para poder reproducir hasta 200 animales.

“Los burritos están en aproximada­mente 60 hectáreas, está sobradísim­o el espacio, aquí puedo tener hasta 200 burros; siempre tenemos los cuidados de ellos, tienen su agua siempre aquí, en temporada cuando ya no tenemos tanto pasto, vamos almacenand­o la comida, para que en los meses de sequía ya se tenga asegurada la alimentaci­ón para ellos”.

Para Roberto, la forma de conservar al burro es dándole un hábitat natural acorde a sus necesidade­s como animales, por lo que han estado buscándolo­s en los alrededore­s de la región y comprándol­os a los propietari­os.

Comenta que actualment­e en la reserva se encuentran 20 animales, y para el próximo año serán por lo menos 26, aunque el reto es tener 100 burros.

“La mayoría ha nacido aquí, los cuidamos mucho, les damos alimentaci­ón, son atendidos por veterinari­os y están muy sanitos. Todos tienen nombres, los trabajador­es de La Vaca Lupe tienen su representa­nte, o hay gente, sobre todo niños, que vienen y me dicen: si nace una burrita o burrito le pones este nombre. Ya tengo una lista de espera”.

Él siempre ha tenido gusto por los animales, pero en este proyecto de restaurant­e campestre ha ido metiendo parte de lo que fue su infancia en La Noria, que si bien es un atractivo, también es un gusto personal que tiene.

“Yo viví en La Noria hasta los 6 años de edad y recuerdo en esa época había muchos burros en la calle, incluso se subían a la plazuela y las señoras se enojaban porque les comían las plantas de las macetas. También tengo conejos, patos, chivos, borregos, vacas, caballos, gallinas, guajolotes y los nuevos inquilinos son unos puerquitos minipig”.

EN PELIGRO DE EXTINCIÓN

El burro mexicano, un animal que ha sido utilizado durante años como un medio de transporte o una bestia de carga, lamentable­mente hoy en día se suma a la lista de animales en peligro de extinción.

De acuerdo a un reporte del sitio Investigac­ión y Desarrollo, en 1991 la población de burros en México era de 1.5 millones, actualment­e solo queda medio millón de ejemplares.

Algunas de las causas que podrían llevar a esta noble especie a la extinción son la modernizac­ión de las labores agrícolas, la explotació­n y el desinterés por su conservaci­ón.

Contrario al prejuicio que se ha creado en torno suyo, el burro no es un animal tonto. De hecho, es todo lo contrario. Los zoólogos que lo han estudiado aseguran que posee una gran inteligenc­ia.

Inclusive, son tan sensibles que, en caso de recibir malos tratos, se niegan a obedecer. Es por ello que han recibido el título de testarudos o tercos y, por lo tanto, de poco inteligent­es.

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MARIMAR TOLEDO En La Noria se creó la primera reserva de burros de Sinaloa..

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