A tan solo 32 años…
¿México sería distinto sin el INE? Sin duda. No habría confianza en los resultados electorales y, en consecuencia, la transición a la democracia jamás habría ocurrido. La falta de equidad entre las y los contendientes en los procesos electorales sería una constante, al no existir una autoridad que vigile el uso imparcial de los recursos públicos en las elecciones. Tampoco habría garantías de que el voto se haya ejercido una sola ocasión, ni mucho menos que la persona que expresa su voluntad en la urna sea la persona que tiene derecho para ello.
Para quienes niegan lo anterior, es importante señalar que esas eran unas de las condiciones que existían en México antes de la creación del IFEINE. Basta hojear libros de historia del país para advertir que las elecciones organizadas y conducidas por el gobierno nunca fueron ajenas a la desconfianza y al reclamo social.
Para quienes dicen que hoy todo es distinto, dado que el pueblo es bueno y sabio, basta analizar objetivamente los recientes ejercicios de participación ciudadana que han sido organizados por el gobierno (aeropuerto en Texcoco, tren maya, cervecera en Baja California, refinería Dos Bocas). La constante ha sido la falta de certeza, pues hay ausencia de mecanismos que permitan concluir que los resultados son producto de la voluntad ciudadana. No existen listados nominales, ni controles respecto al cumplimiento del principio una persona un voto. Mucho menos existe el debido cuidado a los datos personales de las personas que participaron. Un verdadero desorden.
Es por lo anterior que debemos sentirnos orgullosos de que hace 32 años haya llegado a la vida institucional de México el IFE, hoy INE. Una autoridad especializada, profesional y autónoma (desde 1996) que es resultado de la lucha de muchas mexicanas y mexicanos que buscaron el avance de la democracia en el país, a través del diseño y construcción de confianza en las elecciones en México.
Sin duda, los objetivos se han cumplido y de manera incomprensible, desde el poder, se busca constantemente su descrédito y hasta su desaparición. Hay que reconocer que la confianza no se creó de un día para otro. De hecho, es producto de una actuación permanente de apego a la ley, de imparcialidad frente a los partidos políticos y de un ejercicio responsable de su autonomía.
Previo al
nacimiento de la autoridad electoral (IFE/INE) había la seguridad de que el triunfo electoral iba a recaer en una fuerza política. Hoy eso no ocurre. No hay ganadores ni perdedores predefinidos. Al final de eso se trata la democracia. Que la ciudadanía elija libremente y que sea ella quien determine a sus gobernantes. primer paso para poder exigirles cuentas, en cada elección y durante el periodo de gobierno. Desde hace 32 años, esto es, desde el 11 de octubre de 1990 existe una autoridad que ha trabajado para que ello ocurra.
Seamos claros, desde hace 32 años las actuaciones del entonces IFE y del INE han sido incómodas para gobiernos y fuerzas políticas mayoritarias. Desde importantes sanciones en materia de fiscalización (Pemexgate y Amigos de Fox), pasando por vigilar que los recursos públicos no afecten la equidad de los procesos y determine victorias electorales. Dicha vigilancia implica llamar a la responsabilidad de los servidores públicos y ordenar la suspensión de algunas conductas por la vulneración al marco constitucional.
Incluso, el ejercicio de la autonomía ha implicado negar la entrega de los datos personales que la ciudadanía otorgó al IFE/INE (para emitir su credencial para votar), frente a los diversos intentos de la Secretaría de Gobernación de hacerse del Padrón Electoral. Resulta curioso, por decir lo menos, que la iniciativa de reforma electoral del presidente de la República le quita a la autoridad electoral la atribución de generar y administrar el Padrón Electoral.
Hay muchos datos y decisiones que comprueban que el objetivo planteado desde hace 32 años se ha cumplido: confianza en las elecciones. Las alternancias en el poder son una realidad. De las 330 elecciones que el INE ha organizado en 8 años, el porcentaje de alternancia supera el 60%. Ello significa que existen condiciones generadas por la autoridad electoral para garantizar que la ciudadanía exprese libremente su voluntad en las urnas y que su voto será correctamente contado.
También existe un importante respaldo de la ciudadanía al INE en actividades electorales. El acompañamiento e interés de la ciudadanía en el trabajo de la autoridad electoral es evidente. Desde hace 8 años, las mexicanas y mexicanos que manifestaron interés de colaborar con el INE como funcionarios de casilla han superado en promedio el 200% de los requeridos por ley.
Previo al nacimiento de la autoridad electoral (IFE/INE) había la seguridad de que el triunfo electoral iba a recaer en una fuerza política. Hoy eso no ocurre. No hay ganadores ni perdedores predefinidos. Al final de eso se trata la democracia. Que la ciudadanía elija libremente y que sea ella quien determine a sus gobernantes, primer paso para poder exigirles cuentas, en cada elección y durante el periodo de gobierno. Desde hace 32 años, esto es, desde el 11 de octubre de 1990 existe una autoridad que ha trabajado para que ello ocurra. El retroceso nunca debe ser opción y menos en democracia. De todas y todos depende detener cualquier regresión a lo conquistado.