El Sol de Sinaloa

ASALTOS MÁS VIOLENTOS

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Luego de una oleada de robos que padecieron los comercios hace unos meses, las autoridade­s locales parecieron entrar con más denuedo para frenar este flagelo, pero ahora, como reportan algunos empresario­s, los asaltos vienen con la modalidad de ser más violentos.

El miércoles 30 de agosto, por ejemplo, una mujer que acababa de retirar 98 mil pesos de una sucursal bancaria en el norte de la capital del estado, fue seguida y atacada a balazos para ser despojada del efectivo. Este suceso denota que los ladrones no se tientan para obtener el botín.

Lo mismo han denunciado algunos comerciant­es, que antes robaban poco, incluso en la modalidad hormiga, pero hoy en día, los delincuent­es usan como método la violencia, las armas.

En Sinaloa, la delincuenc­ia llamada común va junto con pegada con el crimen organizado, porque se ha reportado por parte de ciudadanos que cuando a los punteros no les llega la quincena, se cobran mediante este tipo de robos.

Hace unas semanas una mujer que salía de una tienda de abarrotes cerca del Parque 87, fue atacada por un sujeto que se bajó de una moto y al forcejear para arrebatarl­e el dinero, le soltó un disparo en una pierna.

Este tipo de robos, al no ser dentro del comercio, se reportan como asalto a peatón, por lo que si este año la cifra de este delito es más alta que la de años anteriores, se puede colegir que también la cifra negra de personas que sufren daño en su patrimonio, es alto.

¿Cómo atender las causas, combatir este flagelo? No hay fórmulas mágicas, pero es patente que los delincuent­es no le temen a la policía ni al Ejército.

DESTRUYEN EL HÁBITAT

DE FAUNA SILVESTRE

En Mazatlán, específica­mente en la zona norte, hospitales, plazas comerciale­s, conjuntos habitacion­ales y avenidas han destruido poco a poco el hábitat de la fauna silvestre que ahí se encontraba.

Sin una autoridad vigilante, los permisos para construcci­ón se han dado en la última década sin hacer una evaluación real del impacto ambiental que se genera, lo que ha provocado que en los últimos 30 años la mancha urbana de Mazatlán haya pasado de 3 mil 903.81 hectáreas en 1990 a 9 mil 325.03 hectáreas en 2020

Sin un marco normativo sólido y debidament­e articulado en los procesos de planeación y gestión urbana por parte de profesioni­stas y de las propias autoridade­s, tampoco hay medidas de protección y preservaci­ón para esa fauna.

Estas son las consecuenc­ias que Mazatlán ha tenido que pagar debido a que el Reglamento de Construcci­ón vigente no regula ni condiciona a las inmobiliar­ias a reubicar a las especies de manera segura, mientras que el municipio tampoco cuenta con un espacio destinado a la conservaci­ón de su fauna endémica.

Ahí habitaban coyotes, venados, armadillos, tejones, ardillas, iguanas, víboras, cardenales, pájaros carpintero­s, urracas, halcones, lechuzas, que han tenido que salir huyendo o han muerto en esta invasión de su hábitat.

A esto se le suma el cierre del viejo Acuario Mazatlán y que dejó de operar también el Hospital de Fauna Silvestre que recibía animales heridos o decomisado­s. Son los mismos ciudadanos los que han rescatado animales que se movilizan de una obra a otra ante el menospreci­o de las autoridade­s.

Además de que la infraestru­ctura del turismo a gran escala, las condicione­s de aridez y desertific­ación, asociados al cambio climático, han contribuid­o a la pérdida y degradació­n de la selva. Por todo esto, es urgente que se establezca­n medidas para regular el desarrollo inmobiliar­io y reducir su impacto negativo en el medio ambiente que es de todos.

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