Romance de Navidad
Luis Amigot Tarazona
Diciembre 1948
LOS OJOS claros del niño, inocencia y esperanza, ante el cristal luminoso que el escaparate encuadra, redondos como monedas y fijos como de estatua, miran con mudo estupor la escena de luz bañada, donde mil figuritas de cartón y hoja de lata, entre follajes de cintas bailan una zarabanda.
Un romano Centrurión atraviesa con la espada un Chaplin menudo y triste, mueca de bondad grabada, mientras cuatro cochinitos de barrigas sonrosadas hociquean en tropel una rorra de tez blanca. Un tren asesino corre sobre la arena nevada arrastrando diez cañones con dotación de granadas. Derribando en su carrera, un crucifijo de pasta.
Los pastores de Belén, al hombro borregas blancas, se encaminan reverentes al cobertizo de paja donde San José y la Virgen bajo una estrella de plata, arrodillados contemplan con casta sonrisa blanca, un bebé que agita al aire sus piernitas nacaradas.
Madre, yo quiero un avión con las alas plateadas para subir a la luna en una noche estrellada. Escribe una carta madre al viejito de las barbas para ver si me concede este sueño de mis ansias. ¡Hay hijo de mis entrañas! Yo no sé escribir inglés y ese anciano por la traza que viste gorro de pelo y camisa colorada, es seguro que no entiende mi letra deshilvanada.
El niño escucha en silencio de la madre la andanada al tiempo que los Tres Reyes- Charros de capa encarnadasaludan tirando al aire sus coronas recamadas.