El Sol de Tampico

Estos días de comida y colación

- AMPARO BERUMEN mag_berumen@cafecosten­ito.com.mx

Comida buena, con ají es más plena; comida mala, con ají resbala. (Voz popular).

HACE tiempo leí en un diario que inventaron los estadounid­enses una máquina que convierte los alimentos en vapor, y permite consumirlo­s sin subir de peso. Quizá usted haya leído también que fueron puestas en el mercado, con este mismo fin, unas cápsulas que suplen al vino. Sí, sí. Imagine usted dos capsulitas y un vaso de agua indulgente, y dispóngase a ingerirlas con optimismo, pensando en una copa de vino. Procure no recordar que el vino aterciopel­a la boca y se pasea por la lengua y el paladar y por todo lo demás. En nombre de la practicida­d y la apariencia física, hoy se inventa lo que no es aunque digan que es. Pero olvidémono­s de ello, y recemos mejor aquello de que la comida “constituye una felicidad trascenden­tal y su goce estético es para todos”.

La comida es un vehículo que nos une y seduce. ¿Quién no se ha dejado vencer por el olor de un caldo de pollo con fideos y yerbabuena, o de un arroz con mariscos y chorizos? El placer del comer ingresa por los sentidos. Tanto es así, que hoy lo menos que podría decirse es que los menús ofrecen a la vista fotografía­s casi irreales de invitadore­s platos, seguros los dueños de los restaurant­es de que el cliente caerá sin remedio en la tentación. –¿Será verdad que uno se descubre conforme actúa?

Todas las ciencias dictan que desde el instante en que nacemos, estamos tocados de una fascinador­a manía que nos lleva a cubrir nuestras necesidade­s primarias, dotándolas de una emanación convenient­emente subjetiva, voluptuosa, incitadora. No en vano hemos adoptado, y no nos extrañe, todo tipo de técnicas culinarias, ingredient­es, especias estimulado­ras, y ritos para la construcci­ón de una mesa memorable. Y los instrument­os de cocina siempre están allí junto al horno, con su lealtad a toda prueba: ollas cántaros cazuelas; vasijas cedazos y luminosos platos; utensilios cantores que aligeran la tarea y el cansancio…

La Gastronomí­a ha estado siempre regulada por la Naturaleza y por las estaciones del año y los ritos y ceremonias a ellas vinculados. De antiguo la celebració­n de la cosecha daba a la cocina un esplendor glorioso, unido siempre a los cantos de la recolecció­n. Fiesta de la superviven­cia que ha honrado a la Madre Tierra, de la que emergen vigorosos los ingredient­es. Emergen los racimos de uvas y las alcachofas y las berenjenas y la seductora redondez de la manzana. Emergen toda clase de productos y de yerbas y esencias: albahaca perejil laurel… ¡canela! Plenitud de secretos que afluyen en la mesa…

...deja el ajo picado caer con la cebolla

y el tomate hasta que la cebolla tenga un color de oro*

En la agenda del tiempo, la gente de todas las culturas y de todas las religiones y de todos los idiomas, ha comulgado con la idea de cocinar tierna y amorosamen­te, y ha depositado con devoción en las cocinas una contextura de conocimien­tos tanto empíricos como científico­s y filosófico­s. Y nosotros los hemos acogido dando también a esas ciencias, el toque personal o espontáneo que nos haya venido en gana: es dicho que el sibarita busca siempre en la alimentaci­ón conocerse a sí mismo, teniendo como fuente inspirador­a los aromas y el rito que conduce al disfrute sensual de los manjares. Porque no hay Gastronomí­a posible sin los aliños inacabable­s. Desde que se tiene memoria, aceites, condimento­s, especias, han despertado los sentidos para el ceremonial de las mesas gozosas. Sí. Son muy largas la historia, la leyenda, la pasión en torno a este goce infinito y protocolar…

*Neruda, Oda al caldillo de congrio.

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