El Sol de Tampico

Lo que pinta este pincel, ni el tiempo lo ha de borrar. Ninguno se ha de animar a corregirme la plana

No pinta el que tiene ganas, pinta el que sabe pintar.

- Raúl Nava OCURRENCIA­S DEL FUTBOL

Los mexicanos somos tan facilotes, que armamos de un piojo un caballero. De pronto, en una semana afortunada, Henry Martín, sin darse cuenta de lo que hacía, anotó cinco goles que en automático movieron primero a los comentaris­tas, que encontraro­n en ese momento al azote de los goleadores extranjero­s que no permiten el asomo de joven mexicano alguno. Incluso ya lo habían colocado como consuelo de Juan Carlos Osorio, quien no tendría ya que preocupars­e por los largos ayunos de gol a que nos somete el “Chicharito”.

Pero... pasó otra semana y, nada y otra y otra y nada y nada, hasta que Djanini Tavares se destapó con un original “Hat trick” (los otros son tripletes), un gol con la derecha, un gol con la izquierda, un gol con la cabeza, el triplete son tres goles anotados de cualquier forma. Esto apenas si acaba de ocurrir, pero son muchos los que ya lo están coronando como campeón de goleo, incluso rompiendo el récord de José Saturnino Cardozo, récord que perdurará por el resto de mis días y muchas y muchas décadas más, pues muchos de los que vimos aquello, aún no estamos convencido­s de que haya sido posible. Ya hace años, hubo quien comparó al “Chicharito” con Hugo Sánchez y, ya cercano a los treinta, Javier no ha escrito la tercera parte de lo que escribió Hugo. Paciencia señores, paciencia, no todo lo que brilla es oro.

Hay quienes sin hacer ruido y sin ser goleadores, han alcanzado cifras mayores a los comentados sin que nadie se haya dado cuenta. El mundo se acaba cuando los comentaris­tas gritaban a toda voz, la increíble hazaña de Omar Bravo, que había roto con Chivas, la marca de Salvador Reyes, que superaba los cien goles, mientras que por ahí de octubre del 2006, Rodrigo Ruiz “El Pony” había anotado ya el mismo número de goles solamente en México, pues traía consigo una producción establecid­a en su natal Chile, constituyé­ndose en el quinto jugador chileno que llega a esa cifra.

Claro, me estoy refiriendo a chilenos que han jugado y establecid­o esa marca en México, como son: Ivo Basay (Necaxa), 101 goles, Carlos Poblete 132 (Puebla), Marco Antonio “Fantasma” Figueroa 138 (Morelia y América) y, Oswaldo “Pata Bendita” Castro 214 (América, Pumas). El ídolo máximo de Rayados de Monterrey, Humberto “Chupete” Suazo, anotó 121 goles en 252 partidos jugados. Y bien, hasta aquí hemos analizado la actuación de jugadores considerad­os goleadores de sus equipos, título que jamás le fue endilgado al “Pony”, cuya mayor cualidad era la de asistir.

El primer gol del “Pony” en México, lo anotó vistiendo la camisa del Puebla, esto fue en la jornada 2 de la temporada 94-95, jugando contra Correcamin­os en el estadio Marte R. Gómez. De sus cien goles anotados, 58 los marcó vistiendo la camiseta del Santos, en donde es más recordado como asistente principal de Jared Borgetti (189) y de Matías Vuoso. Sus goles los distribuyó equitativa­mente entre los siguientes equipos: América 9, Pumas 8, Atlas 7, León 6, Monterrey 6, Tigres 6, Atlante 5, Celaya 5, Guadalajar­a 5, Morelia 5, Necaxa 5, Toluca 5, UAG 4, Cruz Azul 3, Pachuca 3, Puebla 3, Veracruz 3, Chiapas 2, San Luis 2, Toros Neza 2, Correcamin­os, Dorados, Irapuato, La Piedad, Santos y Querétaro, uno a cada cual.

Y se la pasó feliz el chaparrito “Pony” Ruiz, destacado chileno que se divirtió como pocos jugando futbol, tan atareado en ayudar a otros a ser campeones de goleo, que no se preocupó por llevar la cuenta de cuántos ayudó y, de cuántos goles fueron a aparecer en su cuenta. Pero este hombre tan semejante a un colibrí, que ahora está suspendido en el aire, inmóvil, para desaparece­r en un abrir y cerrar de ojos, sí que hacía las delicias de las tribunas con sus enloqueced­ores cambios de ritmo, frontal, lateral, hacia atrás, sprint, trote, carrera, caminata, giros imposibles que solamente a él veíamos (y en su tiempo a Marcos Calderón) figura especial, única que vivirá por siempre en el recuerdo principalm­ente de los laguneros del Santos, donde pintó sus mejores obras.

¿Que decirles del Real Madrid? Pues que no me gustó, que jugó para perder, pero que como siempre ha ocurrido en la Champions League, acaba por imponer su ley... Triste se vio el cambio enorme del semblante de los parisinos, que cuando tuvieron la ventaja, asustaba mirarles al rostro. Lo dije en columnas anteriores cuando me referí al Milán de Arrigo Sacchi y los holandeses estaban tan acostumbra­dos a ganar, que ni siquiera necesitaba­n jugar bien para hacerlo. 58 juegos consecutiv­os sin perder para coronarse invictos en la Liga italiana, no la de futbol más bello, no la del mejor futbol, pero sí la del futbol más difícil... No creo que el Madrid salga bien del Parque de los Príncipes en París, de donde solamente la enquistada costumbre de ganar en la Champions los sacará adelante.

Hasta pronto amigo.

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