El Sol de Tampico

Oficios que ya se fueron

Lo recuerdo con una gran nostalgia. Era un hombre de mediana edad, con su bigotito recortado, su cara de bonachón y llevaba siempre cargando su enorme bolsa de cuero que parecía formar parte de él.

- Ricardo Espinosa ¿CÓMO DIJO?

Tal vez alguna ocasión me lo crucé en la calle, pero sin su gorra y sin su bolsa llena de cartas, periódicos y revistas, hubiera sido incapaz de reconocerl­o. Era el cartero del barrio que se aparecía dos veces por semana tocando su silbato con vigor y entregando los diversos envíos postales que casi todos esperábamo­s con ansia.

¿Y dónde está el cartero, ese del bigotito recortado o el que lo habría de sustituir? Pues desde que llegó la posibilida­d de enviar correo electrónic­o, el oficio de cartero se redujo a su mínima expresión. Las causas son los avances tecnológic­os o la simple evolución natural de nuestros sistemas de vida. Había un globero que pasaba con frecuencia por mi casa, haciendo sonar un horrible silbato que parecía el grito de un perico asmático. Producía un horrible sonido pero a todos los chamacos nos alborotaba y nos poníamos a rogarle a mamá con insistenci­a para que nos comprara uno de aquellos globos de vistosos colores y divertidos dibujos.

De vez en cuando, en un atardecer tranquilo de pronto empezaban a escucharse tuuut, tuut, tuut, tuuuuuut… las notas de un organillo tocando el vals “Sobre las Olas” y salíamos todos en tropel a ver aquel maravillos­o aparato que tenía una manivela, accionada por un señor vestido como de indígena y hasta había alguna niña inhibida que se ponía a bailar ahí mismo en la banqueta. Terminaba aquella pieza y para que no se fuera ahora sí que “con su música a otra parte” había que depositar unas monedas en el botecito que traía ahí para el efecto.

Así como esos, han ido esfumándos­e muchos otros oficios como el peluquero que sabía todos los chismes del vecindario y además podía sostener cualquier plática sobre política. Enfrente de mi casa había un letrerito: “Hospital de medias”. Una señora viuda y sus dos hijas se dedicaban a reparar las medias nylon que eran una novedad y por lo mismo eran carísimas, por lo que, cuando a una media se le iba un hilo valía la pena repararla. En los tiempos actuales ya quedan muy pocos zapateros de los que nos ponían medias suelas y tacones, afiladores que pasaban haciendo sonar su silbatito que recorría de ida y vuelta la escala musical, el ropavejero que compraba “ropa vieja y de pasadita también papel periódico, botellas y fierro viejo que vendaaaan”.

A todos ellos los extraño, como al señor que nos entregaba el hielo, al que nos vendía ricos dulces de calabaza, de coco y de camote, al verdulero que nos traía hasta la puerta, frutas y legumbres y a tantos más que se van yendo y de los cuales solo nos queda el recuerdo. CONSULTORI­O VERBAL PREGUNTA DEL PÚBLICO: ¿Por qué le llaman a Monterrey la Sultana del Norte? Pregunta de José María Solís.

RESPUESTA: Entre sus fundadores había varias familias árabes y para ellos la máxima autoridad son el Sultán y la Sultana, por eso le pusieron “La Sultana del Norte”.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico