Saludo Pastoral
POR LA PAZ Y LA JUSTICIA
Qué podemos hacer para que disminuya la violencia, la inseguridad y el sufrimiento causado por ellas? ¿Hay que esperar que “alguien” más resuelva todo o que los “culpables” dejen de hacer el mal?
Los cristianos no podemos cruzar los brazos, mirar hacia otro lado o rendirnos a la desesperanza.
¿Qué podemos hacer entonces? Por lo pronto dos cosas: orar y trabajar por la paz.
Orar porque en la comunicación con Dios encontraremos motivación y luz para resolver los conflictos. Porque orando y dejándonos guiar por Dios podemos confiar en que él será nuestra fortaleza y consuelo.
Pero junto con la oración (no sin ella, pues nos desanimaríamos pronto o podemos confundir justicia con venganza) también tenemos que trabajar por la paz.
Pidámosle a Dios por la paz, sólo si estamos dispuestos a vivir en paz. Seamos promotores de la paz en nuestra familia, nuestro grupo de amigos, nuestro ambiente de trabajo, nuestra escuela, nuestro vecindario.
Decía la Madre Teresa: “La paz y la guerra empiezan en el hogar. Si de verdad queremos que haya paz en el mundo, empecemos por amarnos unos a otros en el seno de nuestras propias familias. La paz comienza con una sonrisa”.
Comencemos cada uno de nosotros a trabajar por vivir en paz con quienes nos rodean: en nuestra propia familia, en nuestro lugar de trabajo, en nuestra colonia… Necesitamos ser hombres y mujeres que buscan la paz. Sabemos muy bien que los verdaderos y más profundos cambios en la sociedad no se dan por decreto “desde arriba”, sino que se van construyendo y abriendo paso “desde abajo”. Si cada uno se esfuerza por vivir en paz, por aprender a dialogar, por solucionar los conflictos, seguramente nuestras oraciones por la paz serán escuchadas. Habremos puesto la parte que nos toca para que luego Dios nos dé su fortaleza y nos alcance una paz más profunda y duradera.
Y además, debemos comprometernos a trabajar para que ya no sigan surgiendo nuevas generaciones de niños y adolescentes que se conviertan en breve en los continuadores del crimen y la violencia. Debemos empezar a construir -con esperanza y constancia- hombres y mujeres de bien, con un carácter moral firme, con un corazón sensible a la voz de Dios, con una marca indeleble en su alma de un testimonio de armonía familiar, de solución sana de conflictos, de adecuado manejo de sentimientos como la ira y a moderar la ambición por los bienes materiales. Y esa es responsabilidad de la familia, de la Iglesia, del Estado, de la escuela, de los medios… de todos. Debemos empezar a sembrar lo que queremos cosechar dentro de unos años.
Únete a toda la comunidad católica que se reunirá en la Expo-Tampico para orar por la paz y la justicia, y también para renovar nuestro compromiso como cristianos de trabajar por la paz con actitudes y acciones concretas. La cita es el próximo sábado 24 de febrero de 2:00 pm a 5:30 pm. Súmate a quienes reconocemos el poder de la oración para llenarnos de la gracia divina y poder así ser constructores de justicia y de paz. Digámosle con nuestra participación y compromiso comunitario a Dios: “En tu voluntad Señor encontramos nuestra paz”.