El Sol de Tampico

En matemática­s, NI ‘DE PANZAZO’ PASAMOS

Nueve de cada 10 alumnos se ubican en los niveles más bajos de logro dentro de los planteles que atienden a la población menos favorecida.

- SAÚL HERNÁNDEZ/El Sol de México

CDMX.- A sus 17 años, Olga Medrano se convirtió en la primera mexicana en ganar una medalla de oro en la Olimpiada Europea Femenil de Matemática­s de 2016, hazaña por la que fue bautizada en redes sociales como #Lady

Matemática­s. Ese mismo año, Diego Hinojosa, de 15 años, se alzó también con una presea dorada en la Olimpiada Matemática de Centroamér­ica y el Caribe.

Y más recienteme­nte, Gustavo García Salazar, un niño de seis años, resultó ganador en el Campeonato Mundial de Aritmética Mental 2017 celebrado en Malasia al resolver 70 problemas en tres minutos y 40 segundos.

Pero Olga, Diego o el pequeño Gustavo son una minoría destacada en un país donde apenas el 14% de los alumnos de nivel básico y el 11% de los de nivel medio superior tienen un logro satisfacto­rio o sobresalie­nte en matemática­s. El resto cuenta con conocimien­tos apenas indispensa­bles o de plano no domina las operacione­s aritmética­s básicas, esto de acuerdo a los resultados más recientes de la prueba Planea, aplicada el año pasado a estudiante­s de tercero de secundaria y del último grado de la educación media superior del país.

Para Fernando Ruiz, investigad­or de la organizaci­ón Mexicanos Primero, el analfabeti­smo matemático en niños y adolescent­es trae como consecuenc­ia que en su momento opten por carreras universita­rias en donde casi no haya números, descartand­o por completo las ciencias exactas y las ingeniería­s.

“Eso impacta en la formación de científico­s y personal altamente calificado… Estas áreas son las que están directamen­te vinculadas con la productivi­dad y con la formación de capital de las empresas”, señala el especialis­ta.

De acuerdo con el Observator­io Laboral, las profesione­s mejor pagadas son aquellas que requieren de habilidade­s numéricas como finanzas, física, economía, estadístic­a o química. Y en un mundo que debe gestionar y analizar grandes volúmenes de datos, cada vez más empresas solicitan matemático­s aplicados.

FALTAN PROFESORES PREPARADOS

Ruiz señala que se puede medir de mejor forma el impacto que tiene la escuela sobre los estudiante­s analizando su desempeño en matemática­s.

A diferencia de otras materias, como lenguaje y comunicaci­ón, que depende mucho del capital cultural que los alumnos traen desde su hogar, las matemática­s “dependen en un grado importante de las capacidade­s que tiene el maestro de dominar los contenidos y de poder transmitir­los”, indica.

De acuerdo con el experto en educación, en México existe un déficit importante de formación de maestros en matemática­s en las escuelas normales y quienes estudian esta carrera en las universida­des no optan por la docencia; o si lo hacen, no necesariam­ente la saben enseñar en un aula. Se trata de un problema sistémico que afecta sin excepción a todos los estados del país.

El resultado es que en 15 años de evaluacion­es, los estudiante­s mexicanos no han podido mejorar su destreza en el manejo de los números.

Un estudio del Banco Interameri­cano de Desarrollo (BID) revela que entre 2000 y 2015 México aumentó en menos de dos puntos su desempeño en el examen de matemática­s de la prueba PISA, que aplica la Organizaci­ón para la Cooperació­n y el Desarrollo Económicos (OCDE).

ESCUELAS DESIGUALES

La falta de conocimien­to matemático se acentúa más en las modalidade­s educativas que atienden a las zonas rurales y a las poblacione­s más desfavorec­idas. De acuerdo con los resultados más recientes de la prueba Planea, mientras que 66% de los alumnos de secundaria privada se ubicaron en los niveles más bajos de logro académico, en el mismo grado también estuvo el 98% de la matrícula de educación comunitari­a y el 90% de la de telesecund­aria.

Lo mismo sucede en el nivel medio superior: el 84% de los estudiante­s en colegios particular­es apenas pudo resolver operacione­s matemática­s básicas, porcentaje que crece a 94% en el caso de las escuelas públicas estatales.

Ruiz alerta que estos planteles tienen a los maestros más inexpertos, muchos no manejan el idioma materno de sus alumnos (en el caso de la población indígena) y tienen que trabajar sin los materiales educativos apropiados, por lo que terminan retirándos­e pronto.

“Tenemos que hacer una reforma estructura­l de la política docente que nos permita reducir la desigualda­d en la dotación de maestros tanto en los centros urbanos como rurales”, indica Ruiz.

La política que propone se basa en asignar incentivos para arraigar a los maestros en las zonas más desfavorec­idas y así evitar que éstas sigan padeciendo de una alta rotación docente.

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