La capacidad de comunicar de López Obrador
a hacer un pronunciamiento duro contra cualquier tipo de violencia.
No hubo necesidad de “cuartos de guerra”, le salió muy natural al candidato presidencial que lleva la mayoría de preferencias electorales.
Y en esto consiste, en una inmensa medida, el aumento que ha tenido en las preferencias electorales, los mítines desbordados de gente en el norte del país donde se suponía no era muy popular.
Andrés Manuel es el sueño, la gozada máxima de cualquier asesor de comunicación. Es, él mismo, un comunicador nato que conecta con el pueblo a la menor provocación. Un político que tiene la habilidad de hablar el lenguaje que la gente quiere escuchar, que provoca empatía y transmite sinceridad. Por eso sus defensores son a ultranza, por eso hay una especie de “religión”, de inmensa fe entre quienes son sus seguidores. Fenómeno de comunicación que es muy fácil de localizar en redes sociales donde la fe de sus seguidores es lo que sigue de sólida.
Comunica. Punto. Comunica bien, pronto, con elegancia, con sentido del humor, desarmando señalamientos graves en su contra. Sin necesidad de reuniones de asesores, mexicanos y extranjeros, que reciben millones de pesos por sus “servicios” como sucede en el PRI.
El tema de esta campaña es comunicar. Eso fue lo que hizo López Obrador ante los señalamientos de Carlos Slim sobre el nuevo aeropuerto, también de manera lapidaria: “Si es tan buen negocio se lo concesiono… que invierta su dinero, no el dinero del pueblo”. Para agregar que había sido enviado por Enrique Peña Nieto, con lo que, también, quitó fuerza a sus señalamientos. Al menos para grandes sectores sociales que no se identifican ni con el hombre más rico ni con el Presidente.
Comunicar, comunicar, comunicar debía escribir en su libreta de castigos José Antonio Meade…