El Sol de Tampico

La inocencia ante el mundo

El miércoles pasado, como a las siete y media de la mañana, vi algo que me conmovió: una señora llevaba a sus dos pequeños hijos a la escuela, en la colonia La Borreguera. Pasaba en ese momento un convoy de la Marina y de pronto, a unos pasos, a la niña m

- Juan José González Mejía EL CUMPLEAÑOS DEL PERRO

Cuándo se pierde la inocencia ante el mundo? ¿Cuándo se rompe el himen del pudor? Tal vez al contemplar en la ambición una posibilida­d de supre

macía.

Si buscamos el poder de decisión, si queremos abarcar las preguntas definitori­as entonces, ¿qué le dejamos al silencio? En el silencio se refugian los colores y olores de la noche. Lenguaje de los suicidas y de los sabios, el silencio es la metáfora del instante que se esfuma. El silencio no propone: dispone de sus dominios: la vida y la muerte.

La inocencia ante el mundo es condiciona­nte para eso llamado “amor fraternal”. Amar al otro es entender que la especie debe ser conservada.

Por los huecos de la noche se asoma un monstruo temible: la edad. La edad es el precio que pagamos por vivir. Con los años caen ideales, ropajes viejos, y sobre todo, caen los ángeles del encanto.

Si algo nos dejan los años al pasar es el desencanto por no haber vivido de acuerdo a como quisimos.

¿Qué es lo más importante? En donde estén nuestros efectos allí, indudablem­ente, estaremos con el intelecto y el corazón.

Lo único cierto de las ciudades es su memoria. Lluvias o favonios: dualidad sin rostro santos óleos del clima barren las calles del puerto. Trashumant­es alas entre nubes viudas, vanos designios de la madera henchida. En las naves que esperan matrículas. La paz consiste en el agua que no existe en la parodia del vapor. Memoria paralela, espejo sin fragmentos. La ciudad nos recuerda silenciosa. Mira el bruto caer de pétalos rotos. En las manos de los años.

Resplandec­ientes ojos en los edificios. Esquinas hastiadas de pies veloces. En la ciudad hay eructos antiguos. Bosquejos de espirales siempre ascendien do hasta la desmemoria.

La historia cumple su ciclo, retorna a la siega primigenia. Los rostros caen de las máscaras más antiguas. La historia es piedra, construye el asilo de la memoria. El empiezo traza el mapamundi de los hechos, y nadie está en el centro (un mapa de Ptolomeo ponía a Grecia en el centro del mundo). No somos griegos, no quedan griegos de antaño.

Tampico es el nombre de nuestra ciudad. Tampico. Nombrar es un acto que los dioses dejaron en labios humanos. El tiempo es sangre, piel y memoria. Es triste saber que la historia son los otros. Los vasos para beberla nos fueron prohibidos, sólo queda la sed presente…

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