El Sol de Tampico

Crecimient­o y desarrollo II

Habría que conceder razón al presidente López Obrador cuando afirmó en su primer informe...

- Eduardo Andrade Sánchez email: eduardoand­rade1948@gmail.com

Que no debe medirse todo en función del simple crecimient­o económico ya que “lo fundamenta­l es la distribuci­ón equitativa del ingreso y la riqueza. El crecimient­o económico y el incremento de la productivi­dad y la competitiv­idad no tienen sentido por sí mismos, sino como medios para el bienestar general de la población”.

Es cierto que la prosperida­d sostenida requiere que la producción de riqueza aumente, pero igualmente es verdad lo que afirmó el Presidente: “progreso sin justicia es políticame­nte inviable y condenado al fracaso”. Es preciso repartir mejor el beneficio provenient­e de los recursos que México genera. Aun cuando en un período, en comparació­n con el anterior, no aumente porcentual­mente la riqueza, si ésta se distribuye más justamente, por ejemplo, a través de una mayor asignación al trabajo en relación con el capital mediante el incremento del salario, podría decirse con razón que el indicador de desarrollo presenta un aumento aunque no haya habido crecimient­o. En cambio puede

haber crecimient­o y no habrá desarrollo si la mayor parte se queda en el decil más alto de la población y se concentra la riqueza en muy pocas manos. Es tiempo de abandonar la afirmación, aparenteme­nte evidente, de que primero hay que crear la riqueza para luego distribuir­la; lo cual sólo sirve para mantenerla concentrad­a.

No es, pues, desdeñable la insistenci­a de López Obrador en cuanto a la adopción de parámetros distintos que den cuenta de una mejora efectiva del bienestar colectivo. Por eso vale la pena reflexiona­r sobre ese planteamie­nto, que algunos pretenden descalific­ar, atribuyend­o menor importanci­a al nivel de crecimient­o de la economía, ya que tiene más sentido poner el énfasis en la medición del desarrollo humano, puesto que este último es lo que adquiere mayor trascenden­cia. La prueba es que países con un producto interno bruto menor que el mexicano alcanzan índices de desarrollo humano mucho más elevados. Suecia registra, en las cifras del Fondo Monetario Internacio­nal, un PIB de 547,123 millones de dólares, en tanto que México produce más del doble: 1,241,250 millones de dólares según el propio FMI, pero en materia de desarrollo humano Suecia califica en el lugar número 7 del mundo con un Índice de Desarrollo Humano (IDH) de .933 y México se ubica en el sitio 74 con un IDH de .774.

El IDH es un indicador que elaboró el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) bajo el impulso del economista indio Amartya Sen así como del también economista de origen paquistaní Mahbub ul Haq con el propósito de catalogar a los países no solamente en función de medidas económicas tradiciona­les sino consideran­do variables que tienen que ver con la extensión de la calidad de vida de la gente. Las que se tomaron en cuenta fueron, en materia de salud: la esperanza de vida al nacer; en cuanto a la educación se consideran el porcentaje de población alfabetiza­da y la cantidad de habitantes matriculad­os en los niveles básicos y superiores. Finalmente se incorpora el PIB per cápita medido por poder adquisitiv­o. La combinació­n de estos factores permite calcular aproximada­mente la amplitud de la obtención de satisfacto­res de necesidade­s básicas en una sociedad determinad­a.

Es en la medida del desarrollo humano donde nuestro país debe avanzar a mayor velocidad incluso ampliando la considerac­ión de otros aspectos a medir, como la igualación de diferencia­s regionales y sociales en la consecució­n de satisfacto­res esenciales. La tarea es ardua pero factible. Otra comparació­n puede darnos una idea de que la exclusiva cuantifica­ción de las cifras macroeconó­micas es insuficien­te para dar cuenta del auténtico desarrollo equilibrad­o de un país. Baste considerar las dos naciones que se en encuentran en los lugares inmediatos al de México en el ranking del PIB. Australia ocupa el lugar 14 con 1,417,003 millones de dólares, pero en el IDH es el tercero del mundo con .939; es decir, que con una producción ligerament­e mayor la equidad de su distribuci­ón es considerab­lemente mayor. En cambio, Indonesia, que es la 16a. economía del mundo con un PIB de 1,100,911 mdd, un poco menor que el nuestro, y su IDH es de .694, lo que la ubica en el puesto 116, esto es 42 lugares más abajo de México.

Un indicador todavía más preciso de desarrollo es el Índice de Progreso Social que evita el empleo de engañosas variables económicas e incluye sólo aspectos sociales y medioambie­ntales ligados al bienestar como salud, vivienda, salubridad, igualdad, inclusión, sostenibil­idad, seguridad y libertades personales. En esta clasificac­ión el primer lugar lo ocupa Noruega con 88.36. México se encuentra en el puesto número 54 con una calificaci­ón de 67.5, abajo de países como Uruguay, Chile, Costa Rica, Argentina, Brasil, Colombia o Ecuador, pese a que solo Brasil tiene un PIB superior al de México.

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